La inmunosupresión (IS) puede definirse como “un estado de disfunción de la respuesta inmunitaria resultante de una agresión al sistema inmunitario, que llevará a un incremento en la sensibilidad a las enfermedades”
Como ya se ha dicho, con IS, la respuesta inmunitaria a un antígeno es deficiente, por lo que además, habrá una reducción en la respuesta a las vacunaciones. La IS puede ser parcial o total, transitoria o permanente, asociada con uno o con varios antígenos específicos -y tal como ocurre con la tolerancia- puede ser causada o influida por una serie de factores (genéticos, físicos, químicos y biológicos infecciosos) que actúen directa o indirectamente sobre el sistema inmunitario.
De los factores biológicos infecciosos, se pueden destacar los que tienen acción principal sobre células del sistema inmunitario como leucosis y reticuloendoteliosis -que actualmente no parecen tener mucha importancia-, el virus de anemia infecciosa -que tras los recientes episodios, parece estar bien controlada- y en menor medida, REO y Adenovirus.
Pero sobre todo dos virus que están constantemente presentes en las explotaciones avícolas como son los causantes de las enfermedades de Gumboro y Marek.
Curiosamente y a pesar de que estos dos virus son ubicuos, la incidencia de brotes agudos en los últimos años parece haber disminuido enormemente, al menos en comparación a lo que ocurría hace 5 o 10 años. Sin embargo, siguen estando presentes y causan IS.
El virus de la Enfermedad de Gumboro
Como se ha repetido innumerables veces, el virus causa una enfermedad infecciosa altamente contagiosa que puede causar una elevada mortalidad en aves susceptibles, cuando se presenta en forma clínica aguda.
Sin embargo, los efectos del virus son casi más importantes cuando causa una forma subclínica, puesto que afecta a la bolsa de Fabricio y por consiguiente a todo el proceso inmunitario del animal.
Esto provoca desde una inmunodepresión, que hará a las aves extremadamente sensibles a cualquier agente infeccioso que entre en contacto con ellas, hasta una deficiente respuesta inmunitaria a cualquier vacunación que se aplique después de la infección con este virus.
Las denominadas cepas variantes americanas descubiertas en los EEUU a mitad de la década de 1980, que aunque pertenecientes al serotipo 1, eran antigénicamente diferentes y capaces de sobrepasar la inmunidad materna hacia los 8 ó 10 días de edad, fueron las que primero se describieron por causar específicamente IS.
Estas cepas parecen haberse restringido a los EEUU (y quizás a unos pocos países americanos), sin que haya habido evidencia de su existencia en Europa.
Por otra parte, en los últimos años, se han aislado en diferentes países europeos (Majó et al. 2008, De Wit 2009) nuevas cepas del IBDV diferentes de las conocidas, tanto vacunales como vvIBDV.
Estas cepas aunque no pueden ser clasificadas ni como vvIBDV, ni como variantes del tipo americano, en general parecen aislarse de casos con problemas inespecíficos, que habían sido previamente vacunados. Suele observarse atrofia muy marcada de las bolsas de Fabricio y pérdida de linfocitos B en los folículos linfoides.
La forma subclínica de la enfermedad ocurre cuando el virus traspasa la inmunidad materna. El grado de inmunodepresión varía dependiendo de la virulencia de la cepa y de la edad en la que ocurre la infección.
Esto se debe a que la bolsa de Fabricio es la encargada de llevar a cabo la diferenciación y maduración de linfocitos B que van a migrar a los demás órganos y tejidos linfoides secundarios del ave.
A edad temprana, estos sitios linfoides secundarios aún no se encuentran completamente poblados de linfocitos B. Esta forma suele deberse a infecciones con cepas clásicas de menor virulencia, especialmente cuando las aves se infectan a temprana edad.
«La inmunodepresión será tanto más severa cuando la infección ocurra en edades más tempranas. Tras el nacimiento, en este caso, la IS será permanente»
Se han descrito brotes donde únicamente se observa disminución en la ganancia de peso, inclusive puede presentarse únicamente seroconversión con producción de anticuerpos contra el virus de Gumboro sin la aparición de signos clínicos.
La forma subclínica ha sido descrita por diferentes autores, mencionándose una gran variedad de signos y efectos, como por ejemplo: el peso de las bolsas de Fabricio con respecto al del cuerpo, a los 41 días era del 0.06%, cuando no debería ser <0.3% (Homer, 1992).
Se mencionan también pérdidas económicas (-14% en comparación a animales con la bolsa intacta, Mc Ilroy, 1989 y 1992).
Destaquemos lo siguiente: problemas respiratorios por IB, infecciones bacterianas por E. coli, hepatitis con cuerpos de inclusión por adenovirus, granjas con menor peso corporal, peor índice de conversión, mortalidad algo mayor y altas tasas de decomisos en matadero ¿No es todo ello sospechosamente coincidente con lo que ha ocurrido en nuestro país en los últimos años?
El efecto clínico más ligero puede ser la dificultad en obtener pesos corporales normales (Kreager, 2003).
La forma subclínica, es probablemente la más difundida en el mundo y su manifestación clínica corresponde casi exclusivamente a las complicaciones o coinfecciones con otros agentes infecciosos que expresan su patogenicidad de forma más agresiva al encontrar un sistema
inmune deficiente en las aves (Jaimes-Olaya, 2009).
Las granjas infectadas por la forma subclínica presentan típicamente (Butcher, 2009):
- Menor peso corporal
- Peor índice de conversión
- Mortalidad algo mayor
- Reacciones excesivas a vacunas respiratorias
- Altas tasas de decomisos en matadero
Las secuelas más comunes de la enfermedad subclínica incluyen (Rosales, 1994):
- Problemas respiratorios crónicos (con virus de campo y vacunales de ND e IB)
- Infecciones bacterianas graves (E. coli y otras)
- Hepatitis con cuerpos de inclusión (adenovirus)
- Aspergilosis; MD, etc.
Tampoco conviene olvidar el papel que algunas vacunas pueden desempeñar en el desarrollo de fenómenos de IS.
A este respecto, se menciona que el uso de vacunas fuertes constituye un enorme riesgo debido a su patogenicidad y su posible transmisión horizontal a aves susceptibles y pueden causar severa IS en ponedoras comerciales o pollos de engorde con niveles bajos de inmunidad materna (Rosales, 1994).
También algunos autores destacan las lesiones (de grado 4) que algunas cepas causan en la bolsa de Fabricio (Rautenschlein, 2003, Block, 2007, Paredes, 2009, Al-Mayah, 2010) que pueden ocasionar una depleción de las células diana (Rautenschlein, 2005), atrofia bursal (Saume, 2007) y por tanto inmunodepresión (Nishizawa, 2007, Massi, 2008).
Los daños producidos en la bolsa por una determinada cepa vacunal son bastante importantes e inducirán IS (Corley y Giambrone, 2002).
Se describe igualmente el empeoramiento de la relación de peso entre cuerpo y bolsa (Nishizawa, 2007, Al-Mayah, 2010).
También se menciona el peor desarrollo de inmunidad frente a otras vacunas (Khurana, 2003 y Massi, 2008) y en concreto frente a ND (Rautenschlein, 2007) y la reducción de la tasa de crecimiento (Khurana, 2003).
Por último, algunos autores aíslan cepas vacunales de casos clínicos (Kim, 2010) que llegan a aislarse en un 42% de los casos en España (Majó, 2008) o hasta en un 66% de diferentes países europeos (De Wit, 2009).
Debido a los graves brotes clínicos de la enfermedad que se padecieron en la primera década de este siglo, la utilización de cepas intermedias plus pareció recomendable en algunas zonas y aunque algunos autores indican la inconveniencia de usarlas más de 2 ó 3 veces seguidas, es una práctica muy frecuente
El virus de la enfermedad de Marek
Es curioso comprobar lo que ha ocurrido en la evolución de la enfermedad de Marek en España. Después de los graves brotes que sucedieron en las dos últimas décadas del pasado siglo, hubo necesidad de modificar los planes vacunales, empleando diferentes serotipos vacunales y practicando revacunaciones, que aunque no se sabía su utilidad, fue aplicada de urgencia ante una situación desesperada y tuvo ciertamente efectos positivos imposibles de reproducir en condiciones de laboratorio.
Finalmente, sí se pudo demostrar que esta práctica mostraba algunas ventajas (Gimeno et al., 2011), aunque la segunda vacuna debe ser más
eficaz que la usada en primer lugar.
También en esa época se hizo muy común la vacunación de broilers, aunque el objetivo de la vacunación no era prevenir la enfermedad clínica, que no se presenta a una edad tan temprana, sino prevenir el síndrome de parálisis transitoria asociado, también conocido como “cuello flácido”, así como para mejorar los resultados de los decomisos en el matadero por los tumores cutáneos y para evitar en cierta medida la IS de los animales, mejorando por tanto su rendimiento productivo.
Sin embargo, en el presente siglo, apenas ha habido brotes clínicos graves de la enfermedad de Marek, si acaso solo al principio, pero no
en los últimos 10-12 años Quizás por esta causa, la práctica de la revacunación en aves de vida larga muestra una tendencia a disminuir y la vacunación de broilers también ha pasado de casi el 100% a aproximadamente el 75%.
No será porque algunos autores no nos recuerden frecuentemente la importancia de la enfermedad, entre ellos, Isabel Gimeno, probablemente la investigadora más importante dedicada a esta enfermedad en la actualidad.
Se ha descrito repetidamente que el virus de Marek causa IS, consecuencia tanto de procesos neoplásicos como no neoplásicos y el impacto económico de los síndromes no neoplásicos, aunque difícil de determinar y de monitorizar en condiciones de campo, es probable que sea más importante de lo estimado anteriormente (Gimeno et al., 2013).
La IS por Marek, puede ser transitoria o permanente. La IS transitoria, puede estar causada por cualquiera de los 3 serotipos, sin relación con la capacidad oncogénica del virus y se debe por una parte, a la destrucción de los linfocitos B y T por la replicación del virus en los órganos linfoides y por otra, a macrófagos supresores capaces de inhibir la replicación de los linfocitos (Gimeno et al., 2013).
La atrofia linfoide de la bolsa de Fabricio y timo es fácil de observar mediante inspección macroscópica o microscópica. En pollos
susceptibles sin vacunar o sin MDA, los virus vvMDV o vv+MDV se replican en mayor medida y durante más tiempo, provocando atrofia de los órganos linfoides.
La IS permanente, más tardía, solo es causada por virus oncogénicos y ocurre independiente de los niveles de MDA.
También se ha descrito que los virus de Marek más virulentos son también más inmunosupresores (Calnek et al., 1998, Witter et al., 2005, Gimeno, 2014). Pero todavía no se sabe con exactitud si el hecho de que un virus sea más inmunosupresor, es esencial para superar la respuesta inmunitaria y provoque más tumores.
También pudiera ser que
En el estudiomencionado de Calnek et al. (1998), que relaciona el grado de inmunosupresión y la virulencia, se sugiere que la simple medición de los cambios atróficos (pesos relativos de los órganos) en la bolsa de Fabricio y el timo, podrían ser útiles para determinar la clasificación del patotipo del virus de la enfermedad de Marek.
La IS transitoria puede ser controlada fácilmente por medio de la vacunación, pero el control de la IS permanente es
bastante más complejo.
Parece de valor recordar que en el síndrome de parálisis transitoria, los síntomas paralíticos característicos que comienzan con una parálisis fláccida de los músculos del cuello que se extiende a las extremidades en pocas horas, lo único que se observa en la necropsia es atrofia de la bolsa de Fabricio y timo.
Conclusión
Aunque a veces inmunosupresión parece una palabra mágica a la que se recurre cuando no se sabe con exactitud la causa de una enfermedad o síndrome, la IS existe realmente y está muy presente.
Dos de los virus que parecen ser ubicuos en nuestras explotaciones, como son los de las enfermedades de Gumboro y Marek, pueden causar IS y aunque en la actualidad no parece que estén provocando en nuestro país brotes clínicos graves, no conviene olvidarse de ellos, pues son muy capaces de producir formas subclínicas.
Sabemos que existen interacciones entre virus, especialmente los de carácter inmunosupresor, que afectan la susceptibilidad del ave al desarrollo de enfermedades y son muy conocidas las interferencias entre los virus CAV, Gumboro, reovirus, etc. sobre la inmunidad frente a la enfermedad de Marek, debido especialmente a su capacidad de multiplicarse en células del sistema inmune (Morales, 1995, Schat et al., 2008).
Pero la interacción también ocurre en sentido contrario, esto es que la infección con el virus Marek sobre las células linfoides va a tener un efecto negativo sobre la respuesta inmune a otros agentes. De forma parecida se ha descrito el peor desarrollo de inmunidad frente a otras vacunas cuando hay una infección subclínica de Gumboro.
No conviene olvidar que la IS transitoria por Marek puede ser controlada fácilmente por medio de la vacunación y que la simple medición de los cambios atróficos de la bolsa de Fabricio y el timo, puede hacernos sospechar de la presencia de cierto grado de inmunosupresión.
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