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Análisis del nuevo reglamento de la producción ecológica

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Recientemente la Generalitat de Catalunya ha publicado un análisis sobre el nuevo reglamento de la producción ecológica

La industria ecológica de muchos países europeos reaccionó con horror cuando se enteró de que el Consejo Europeo de Ministros, el Parlamento de la UE y la Comisión acordaron, a puerta cerrada, la revisión del Reglamento de producción ecológica de la UE. El análisis de los resultados de las negociaciones revela que hay buenas razones para estar horrorizados. El sector ecológico tendrá dificultades en el futuro. Sin embargo, y dado que son necesarias numerosas enmiendas, la última reunión de los ministros de agricultura de la UE se aplazó en el último momento.

 

El texto que fue acordado por los negociadores de las tres instituciones comunitarias el 28 de junio tiene 202 páginas y ni siquiera contiene todas las disposiciones específicas que se aplicarán en el futuro a los agricultores, procesadores y comerciantes ecológicos. La Comisión de la UE aún debe proporcionar muchos detalles, como la lista de productos fitosanitarios autorizados, fertilizantes y aditivos.

No tendremos un umbral ecológico, pero …

El valor umbral de 0,01 mg/kg de residuos de plaguicidas en los productos ecológicos, originalmente previsto por la Comisión europea, se ha eliminado de la propuesta. Sin embargo, los estados de la UE que hayan incorporado este valor de umbral en su legislación nacional lo podrán conservar y aplicar. Cuatro años después de la prevista entrada en vigor del nuevo Reglamento, en 2024, la Comisión presentará un informe al respecto. Así pues, el tema volverá a estar automáticamente en el orden del día.

En lugar de este umbral, lo que encontramos en el artículo 20 de la propuesta es un motivo de preocupación: todo un catálogo de medidas que los productores deberán aplicar tan pronto como haya evidencias de que un producto ecológico contiene alguna sustancia no permitida en producción ecológica. Los procesadores y los comerciantes tienen sus procedimientos internos de garantía de la calidad y analizan continuamente los productos que compran. Las técnicas analíticas actuales permiten determinar la presencia del menor rastro de residuos, muy por debajo de los 0,01 mg/kg. En caso de que se detecten residuos, las propias empresas afectadas deben iniciar una investigación interna, para eliminar cualquier sospecha que los productos infrinjan la normativa ecológica. Si no lo pueden hacer, deben informar a su organismo o autoridad de control, que bloqueará los productos afectados y realizarán su propia investigación, que deberá concluir en un plazo razonable, considerando la caducidad del producto y la complejidad del caso.

Los procedimientos concretos deben desarrollarse posteriormente en detalle mediante la adopción de un acto de ejecución, a propuesta de la Comisión y con el acuerdo de los Estados miembros, representados en un Comité de Producción Ecológica. Si no hay consenso entre los Estados miembros, la Comisión podría, al menos teóricamente, adoptar directamente la norma.

La organización ecológica BÖLW ya llamó la atención sobre este tema polémico que se incluyó el año pasado durante las negociaciones. «Los productores ecológicos no deben ser sancionados por la posible contaminación de plaguicidas y otros contaminantes que han decidido no utilizar», dijo el presidente de BÖLW, Felix Prinz zu Löwenstein. «Lamentablemente, esta es precisamente lo que propone incorporar en el nuevo reglamento la Presidencia de la UE. Y lo hace en detrimento del sector ecológico, ya que no contribuye a una mayor protección del consumidor, ni tampoco resultará en un menor uso de pesticidas en la agricultura alemana y europea».

Medidas obligatorias de precaución: «Esto sitúa la producción ecológica en nichos»

Siguiendo la lógica del nuevo reglamento de producción ecológica de la UE, los agricultores ecológicos son los culpables si sus campos y productos resultan contaminados por los tratamientos tóxicos realizados por sus vecinos convencionales. Por eso se les dice que deberían protegerse mediante el establecimiento de «medidas de precaución adecuadas y razonables». Según el artículo 20, estas medidas deben basarse en un análisis de riesgos y se deben examinar y adaptar regularmente. También aquí, la Comisión debe implementar detalles cruciales sobre la aplicación de estas medidas mediante la adopción posterior de normas de desarrollo.

Muchos agricultores ecológicos ya se protegen contra la contaminación, por ejemplo, plantando setos vegetales o dejando bandas florales entre sus campos y los de sus vecinos. Pero esto no siempre es suficiente para prevenir la deriva de los tratamientos. «La Comisión Europea imagina que todos los agricultores ecológicos discuten con sus vecinos convencionales cuando éstos utilizarán herbicidas o pesticidas y si lo están haciendo correctamente», explica Rosi Fritz, responsable de gestión de la calidad del fabricante Lebensbaum. Y añade que el agricultor ecológico estará obligado a mantener un registro de conversaciones para que, si se encuentran residuos, pueda demostrar al organismo de control que tomó todas las medidas posibles para prevenir la contaminación.

El abogado Hanspeter Schmidt ve otro peligro. El texto también se puede interpretar en el sentido de que un agricultor ecológico debe exigir a su vecino convencional que no realice tratamientos que puedan tener un efecto perjudicial en su producción ecológica. «Quizá no tenga que ir directamente al juzgado, pero lo que debe hacer un agricultor ecológico, para cumplir con su deber, es pedir a su vecino que no trate y poder demostrar al organismo de control que lo ha hecho». Según advierte Schmidt: «Esto llevará la guerra a los pueblos».

Es por ello que Schmidt, experto en derecho ecológico, considera que las nuevas medidas cautelares en el Reglamento son un programa de prevención: «Previene que los cultivos ecológicos puedan ser cultivados en un paisaje diverso. Cualquier agricultor que quiera convertir su tierra en ecológica se lo pensará dos veces si tiene vecinos convencionales. Esto condiciona que la agricultura ecológica quede confinada en nichos». Para Martin Häusling, negociador de este tema en el Parlamento europeo, este peligro no existe: «Los agricultores ecológicos tienen la garantía de que, básicamente, no habrá ningún cambio en relación al status quo actual».

Bienestar animal: las exenciones siguen vigentes

Hasta ahora, el reglamento de la producción ecológica de la UE ha definido el bienestar animal y los métodos de cría animal adecuados a la especie en términos numéricos, como la cantidad de espacio necesario, la longitud de las perchas, el acceso al aire libre y la composición de los piensos. El estado de salud de los animales no interviene en los controles ecológicos -y es probable que continúe siendo el caso. Aunque la Comisión y los Estados miembros todavía tienen que proporcionar muchos detalles, ya podemos ver que los problemas asociados con la ganadería ecológica no han participado en la nueva versión del reglamento. El hecho de que el nuevo reglamento exija a los ganaderos tener conocimientos técnicos significa que hay poco cambio.

Se mantiene la exención que permite atar los animales de las explotaciones lecheras pequeñas. Aunque los Estados miembros ahora disponen de su propia definición de «granja pequeña», en el nuevo texto se especifica que se trata de granjas hasta 50 animales (excluyendo los terneros). Como hasta ahora, se seguirá permitiendo el corte de picos y el descuerne en casos individuales. A los negociadores no parece preocuparles el hecho que, en algunos países, las excepciones se han convertido en la norma. Los animales todavía se pueden castrar si se beneficia la calidad del producto o ha sido una práctica habitual. No se ha hecho ningún cambio en la regla que permite dar analgésicos o anestésicos en estas intervenciones. Una combinación de ambos sería en interés del bienestar de los animales.

La norma actual limita a la mitad la superficie interior de los alojamientos que puede estar enrejada (slats). En la nueva propuesta ya no se habla de esta limitación, y la zona enrejada, por tanto, podrá ser mayor. En el caso de las gallinas ponedoras, la propuesta dice expresamente que el número máximo de aves por gallinero es de 3.000, pero no hay límites máximos para cada instalación, con lo que se podrán establecer explotaciones de 30.000 gallinas ecológicas, por ejemplo. Los límites máximos para pollos y pavos desaparecen, y la única regla que se conserva es que, en la producción de carne, «la superficie total de cada unidad de producción no puede superar los 1.600 m²». Esto significa que se pueden engordar 16.000 aves por unidad.

La proteína convencional seguirá permitida

En las reglas de alimentación, la proporción de piensos que deben ser producidos en la propia finca aumentan un 10%, hasta alcanzar el 70% en el caso de los rumiantes, o el 30% en el caso de los cerdos y las aves de corral. Para alcanzar estos porcentajes, los operadores podrán seguir cooperando con otras explotaciones de la misma «región», aunque este concepto sigue sin definirse. La alimentación convencional podrá utilizarse durante cinco años más, pero sólo para lechones de hasta 35 kg y en aves jóvenes. Su proporción no podrá superar el cinco por ciento y sólo podrán ser piensos ricos en proteínas. Las reglas para la producción de ciervos y conejos se incluirán en el Reglamento.

Semillas: comercio simplificado

Cuando se apruebe la nueva normativa, las semillas ecológicas podrán ser comercializadas sin tener que pasar por el proceso de autorización varietal habitual, asociado a la agricultura convencional. Esto beneficiará, sobre todo, a las variedades de polinización abierta de cultivo ecológico, ya que a menudo son más diversas y menos uniformes de lo que se exige en la certificación de semillas. Como casi no hay mercado de semillas ecológicas adaptadas regionalmente, en muchos países de la UE, si no se dispone de semillas ecológicas, se seguirá permitiendo la utilización de semillas convencionales no tratadas durante los próximos 15 años.

Importaciones: haciendo del mundo un lugar mejor

Desde el principio del proceso de negociación de la nueva normativa, hubo un consenso entre las instituciones de la UE: las importaciones de productos ecológicos procedentes de países terceros sólo se permitirán si los agricultores de estos paises cumplen con las disposiciones del futuro Reglamento de producción ecológica de la UE. Los acuerdos de equivalencia actuales caducarán en un plazo de cinco años y deberán renovarse. Esto se aplica a los llamados países terceros reconocidos, como India, Argentina, Israel y Canadá. En el caso de otros países terceros, la Comisión puede autorizar excepciones, durante dos años, para productos individuales. El presidente de BÖLW, Felix Prinz zu Löwenstein, describe las consecuencias: «El 82% de todos los agricultores ecológicos certificados viven en África, Asia y América Latina. La exportación en Europa se hará más difícil y, en algunos casos, imposible para estos pequeños agricultores. Esto significa que no podremos cumplir con nuestras obligaciones de política de desarrollo».

Votación en otoño

En una entrevista en la revista alemana de consumo ecológico Schröter & Korn, Martin Häusling dijo: «Desde el acuerdo político de las tres instituciones comunitarias hasta la aprobación del reglamento hay un largo trecho. Los servicios jurídicos del Parlamento Europeo y la Comisión tendrán que volver a revisar la propuesta adoptada, para corregir los errores. Sin embargo, no debe haber más modificaciones al contenido actual. En otoño, los ministros de agricultura de la UE votarán la versión definitiva en el Consejo de Ministros, mientras que los parlamentarios lo harán en el Parlamento Europeo. Si una mayoría, en cualquiera de estas instituciones, vota en contra, esto significaría el fracaso de la nueva propuesta, en cuyo caso el actual reglamento europeo de la producción ecológica continuaría vigente.

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