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Aprovechar los residuos en avicultura de puesta para rentabilizarlos

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También es cierto que este argumento es una constante en nuestra memoria en lo referente a esta actividad. Cuando el kilo de pienso costaba 0,03 € (5 pesetas), había familias que dejaban la producción de huevos porque “el pienso es muy caro”.

La forma de producción ha evolucionado mucho desde aquella época del “pienso a un duro”, hasta la gestión industrial que ahora conocemos con instalaciones de mayor dimensión. Sin embargo, hemos pasado momentos demasiado cómodos.
Se ha preferido comprar las pollitas recriadas y financiadas a hacer la propia recría, dejando un buen trozo del beneficio en otras manos. Recuerdo un cooperativista de Gijón que me decía que a él le llegaban las pollitas de 18 semanas; que entregaba los huevos sin clasificar y que le retiraban el cucho (el purín). Entonces amigo, ¿tú que haces?. Con el tiempo aquel sistema se fue a pique.
Quizás me haya extendido, pero quiero plasmar la idea de que siempre hay que plantearse el “hacer algo más”: la recría; el pienso; la gallinaza; los huevos no aptos para el consumo humano; etc.

Una de las diversificaciones habituales ha sido la recría y la fabricación de pienso propio, procesos que cierran el círculo de la explotación avícola.

Es importante controlar esta parte del negocio porque permite controlar los costos y la calidad del producto final.

Una situación en principio adversa puede convertirse en oportunidad de negocio.

Sin embargo, la gestión de los subproductos animales generados en este tipo de explotación no es tema baladí. De su buena gestión depende que una situación, en principio adversa, pueda convertirse en una oportunidad de negocio que aporte nuevos beneficios al empresario avícola.

 

TRATAMIENTO DE GALLINAZA.

 En la explotación Avícola Arbaraitz de Eguino (Álava) (Foto1) . La gabarra de  50 m3 que atiende la gallinaza de los túneles de las naves 1 y 2  con 84.000 ponedoras cuya producción la tiene bien vendida.
Como el elemento de mayor volumen me voy a referir al tratamiento de la gallinaza desde la perspectiva actual, dejando al un lado los diversos sistemas que en la historia de la avicultura de puesta se han ido utilizando, pero que hoy, están en desuso en nuestro país.
La gallinaza es el residuo del alimento que ingiere la gallina para la subsistencia y normal desarrollo de su actividad de puesta. Una ponedora puede comer al día unos 100/115 gramos de pienso y beber alrededor de 190 gramos de agua. En una proporción de 1 / 1,7. Con un alimento de absoluta calidad, obtendremos una buena gallinaza.
La humedad de la gallinaza recién defecada está en torno al 75 / 80% y una temperatura cercana a los 37ºC. En ese mismo instante inicia el proceso de eliminación tanto de la humedad como del calor para homogeneizarse con su entorno, que puede ser de 50% de humedad y 23ºC de temperatura.
Es ahora cuando debemos iniciar los pasos para aprovechar todos los recursos disponibles con el objeto de obtener el mayor rendimiento para la deshidratación de la gallinaza, hasta reducir la humedad por debajo del 20%.
Es imprescindible contar con una absoluta sanidad tanto de las aves como de los alimentos. El suministro del agua tiene suma importancia ya que no debe desprenderse ni una gota sobre la gallinaza. Hay que utilizar bebederos de válvula de garantía y colocar bajo los mismos unas copas anti goteo o canales continuos.
Es muy importante que el avicultor vele por los factores que beneficien la salubridad de la gallinaza, sin dejar todo a las mecanizaciones que el mercado nos pueda ofrecer. Tenemos que evitar estados malolientes y suciedades en el entorno de nuestras instalaciones. Hay que conseguir la aceptabilidad social.
La tendencia a las altas densidades, en parte, va orientada a mantener unas temperaturas adecuadas que permitan una constante aireación, para conseguir la limpieza del aire a respirar; la limpieza del habitáculo y el oreo de la gallinaza. Este oreo va a permitir la creación de una película externa al gránulo de gallinaza con lo que frenará la expansión del calor y se inicie el proceso aeróbico interno individual.

 

El avicultor debería supervisar la salubridad de la gallinaza sin dejar todo el trabajo a las máquinas

Foto 1. Avícola Arbaraits

Foto 2. Túnel de secado de gallinaza

Foto 3. Envía el producto al almacén para su molturación y estocaje

 

TÚNEL DE VOLTEO ADOSADO  

Contando con las baterías de cintas actuales, se construye un túnel adosado a uno de los dos laterales de la nave, donde se monta un equipo de cintas de varias alturas, con el sistema de volteo de la foto 2.

Con la tendencia actual de ir a  8, 10, 12 o más pisos de baterías, puede surgir la necesidad de montar dos túneles, uno a cada lado de la nave, dado que los metros de cinta necesarios para el túnel de volteo están relacionados con el número de aves y el porcentaje de humedad del producto final.

Parte de los ventiladores de la instalación se colocan en la pared lateral de la nave con el objeto de aprovechar la extracción del aire del interior e introducirlo en el lado de compresión de ese túnel.

Siempre hay que plantearse “hacer algo más”

La materia resultante del sistema de secado en túnel tiene unas propiedades caloríficas similares a las de la leña. En el proceso se homogeneiza con sistemas anti grumo que permite utilizarlo en quemadores. Por lo tanto, lejos de ser un coste para el avicultor, éste debe vender el producto a un precio estable en el mercado. En la foto 3, se ve el transporte de la gallinaza desde el túnel a un almacén.

Las figuras 2 y 3 pertenecen a una instalación de 210.000 ponedoras (Normativa 2012) con 14 pisos de baterías y 23 pisos de cintas de volteo. En esta explotación, están molturándola  con una granulometría de 4 mm. para su posterior venta  y un mayor valor añadido.

El paso siguiente es el de utilizar este producto para las plantas de cogeneración.   Se presenta muy homogeneizado, con un poder calorífico aceptable y de fácil manejo en su combustión; sin embargo, necesitaríamos más de un millón de  ponedoras para poder llegar a abastecer los modelos de turbinas  más pequeños que nos ofrece el mercado.

Foto 4. Huevo destinado a la alimentación animal

Foto 5. Cáscara hidrolizada

Foto 6. Cenizas de la combustión de la gallinaza.

 

 

 

 

Nota de redacción:
El viñedo al tratarse de un cultivo leñoso que atraviesa fases diversas de desarrollo con necesidades propias  de cada fase, requiere un trato especial en la fertilización. El estiércol de las aves de corral o gallinaza es de los más ricos en nitrógeno, llegando a ser el abono orgánico de origen natural preferido para reponer la fertilidad natural del suelo.

HUEVO NO APTO PARA CONSUMO HUMANO

Otro subproducto generado en la explotación avícola es el huevo rechazado por las máquinas de clasificar. El uso para consumo humano del huevo rechazado está prohibido por la legislación comunitaria.
Este tipo de subproducto también surge en las incubadoras con los huevos no fértiles, no aptos para consumo humano. De nuevo, la buena gestión de este subproducto generará nuevos ingresos.
Mediante el proceso que hemos desarrollado, este huevo líquido se convierte en  polvo, muy fácil de manejar, con mayor plazo de caducidad y, sobre todo con un contenido en proteína (48%) y en grasa (38%) que lo convierten en excelente materia prima para la fabricación de alimentación animal, tanto de animales de granja como para mascotas.
En este proceso también podemos tratar la cascara para utilizarse como carbonato en el pienso así como aditivo en el hormigonado de soleras, si previamente se ha eliminado la materia orgánica.
El ejemplo de la alavesa Avícola Arbaraitz con 125.000 ponedoras, debe ser de interés para muchos de los empresarios de este sector.  Produce huevos, huevo pasteurizado con parte de su producción y de los huevos que le venden otros productores de la zona; fabrica sus piensos y trata la gallinaza para venderla bien.

Por Juan Luis Galarza Celaya

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