En España aún se valora de forma descompensada el huevo XL (>73g) por lo que existe interés en aumentar el tamaño del huevo en los períodos iniciales de la puesta.
A efectos prácticos, el factor que más influye sobre el tamaño del huevo, es el peso de la pollita al final de la recría.
- Pérez-Bonilla et al. (2012a,b) demostraron que por cada 100 g de PV extra, el peso del huevo aumentaba en torno a 1,0-1,1 g.
Desde el punto de vista nutricional, en aves de tamaño medio, factores claves a considerar son los niveles de Met+Cys, LNL y grasa añadida, así como la energía del pienso.
- Cuando el tamaño del huevo es prioritario puede ser conveniente elevar el porcentaje de Met+Cys de los piensos de inicio de puesta en un 2-3% en relación con lo indicado en la Tabla 1.
Un incremento del nivel de Met (realmente AA azufrados) a fin de aumentar el tamaño del huevo debe ir acompañado de una subida del resto de los AA esenciales, cumpliendo siempre con el concepto de proteína ideal.
El aumento del tamaño del huevo con la edad se debe al mayor tamaño de la yema, que va acompañado por un aumento de la cantidad de clara depositada (Grobas et al., 1999b,c, 2001).
- Un nivel reducido (<1,1-1,2%) de C18:2 afecta al tamaño de la yema.
- Dado el poco conocimiento existente sobre el contenido real en C18:2 de las diversas materias primas (p.ej., maíz, DDGS y soja integral) y la variabilidad existente en relación con el contenido en grasa verdadera (y por tanto en LNL) de las mismas, se recomienda un mínimo práctico del 1,35%.
La inclusión de un 3% de grasa en piensos que cumplen con este mínimo de C18:2, mejora el tamaño del huevo en aproximadamente 0,6 g.
- La grasa suplementaria es más beneficiosa en aves destinadas a la producción de huevos para venta en cáscara que en aves destinadas a la industria de ovoproductos, ya que la clara es fundamentalmente agua y por tanto tienen un menor valor energético y económico.
- Niveles altos de energía tienden a mejorar ligeramente el tamaño del huevo (Pérez-Bonilla et al., 2012a,b; Bouvarel et al., 2010), efecto que puede deberse bien al mayor nivel de grasa añadida de estos piensos o al mayor PV de las gallinas.
A tener en cuenta en el caso de producciones orgánicas, que la inclusión de habas (Vicia faba) reduce el tamaño del huevo, debido al alto contenido de las mismas en los glucósidos vicina y convicina (Mateos y Puchal, 1982; Lessire et al., 2017).
Debido a la prohibición de las mudas tradicionales y a fin de amortizar el coste inicial de las pollitas, existe una tendencia actual a aumentar la duración de los ciclos de puesta.
- En caso de ciclos largos (≥ 80-90 sem) y para minimizar el desgaste de la ponedora es conveniente evitar tamaños de huevo excesivos, reduciendo el nivel de Met (y del resto de AA esenciales) y controlando el porcentaje de grasa añadida.
CALIDAD Y COLOR DE LA CÁSCARA
El principal problema comercial al final del ciclo de puesta es la calidad de la cáscara, problema que se complica cuando el porcentaje de huevos de tamaño excesivo aumenta.
Factores a controlar para reducir la incidencia del problema son:
- nivel y fuente de Ca.
- nivel de P digestible.
- nivel de Cl.
- inclusión de vitamina D3 y derivados.
- porcentaje de huevos excesivamente grandes.
Puntos a considerar son los siguientes:
A. Utilizar niveles de Ca superiores al 4,0% al final de la puesta.
Parte de este Ca (65-75%) debe suministrarse en forma de carbonato granular (> 3-4 mm de diámetro). El efecto positivo del Ca granular sobre la productividad y la calidad de la cáscara se debe a tres factores:
Por tanto, el aporte de Ca grueso es una práctica a recomendar. Por otro lado, el uso de niveles excesivos de Ca origina depósitos calcáreos de tipo granular de Ca en la cáscara por lo que debe evitarse.
B. Utilizar niveles apropiados de P digestible.
Una deficiencia en P digestible por periodos cortos, rara vez dará lugar a problemas reconocibles en la calidad del huevo.
- Sin embargo, deficiencias prolongadas perjudican la calidad de la cáscara.
- Al final del ciclo de puesta, tanto el defecto como el exceso de P perjudican la calidad de la cáscara, pero el defecto es mucho más perjudicial que el exceso.
C. Reducir el nivel de Cl- del pienso y del aportado a través del agua
El exceso de Cl- bien en pienso, bien por cloración del agua de bebida, aumenta la acidosis, reduce el BE y perjudica ligeramente los procesos de calcificación.
- En caso de que el agua no precise cloración, la utilización de bicarbonato sódico podría ayudar en relación con el BE ya que proporciona el Na+ necesario sin aumentar el nivel de Cl-.
- Sin embargo, el efecto beneficioso de esta práctica no es siempre aparente (Balnave y Muheereza, 1997), especialmente en climas templados y niveles de Clen el pienso inferiores al 0,30-0,32% (Bouvarel et al., 2010).
D. Controlar el contenido en Na+, Mg2+ y otros macrominerales presentes en el agua disponible que pueden reducir la calidad de la cáscara.
- A tener en cuenta que un defecto de Mg (< 0,2%) podría reducir la calidad de la misma.
E. Reducir los niveles de Met y grasa añadida al pienso.
Niveles de Met digestible en torno al 0,30% o incluso inferiores, y de grasa añadida inferiores al 1,0% al final de la puesta, ayudan a este particular.
La reducción del aporte de Met debe ser controlada para que ni la puesta ni el porcentaje razonable de huevos XL se vea afectada.
Destacar que una reducción del LNL hasta niveles cercanos al 1,2% no afecta al tamaño del huevo y por tanto, no mejora la calidad de la cáscara (Safaa et al., 2008a).
F. En la práctica, la mejora del manejo ayuda a reducir los problemas de rotura de cáscara en aves viejas.
Así, el suministro de 60 a 90 min extras de luz durante la noche, puede mejorar el consumo de pienso y de Ca y reducir la incidencia del problema, especialmente durante el verano. Sin embargo, está práctica no está permitida en la UE.
A este particular, los huevos procedentes de gallinas con acceso a parque podrían presentar cáscaras de color menos intenso que las criadas en jaulas (Sekeroglu et al., 2010).
A destacar la alta incidencia de huevos con tonalidades moráceas de intensidad variable en gallinas muy jóvenes o aves que han sufrido un estrés.
El color se debe a la deposición de carbonato cálcico sobre la cáscara ya formada y pigmentada, consecuencia de que el huevo no se evagina correctamente.
Desde el punto de vista nutricional, es difícil mejorar la pigmentación y la uniformidad del color de la cáscara mediante modificaciones nutricionales del pienso.
Algunos trabajos han mostrado efectos positivos de la inclusión de ciertos Bacillus y de proteinato de Fe y efectos negativos del exceso Fe, Va o vitamina D pero los resultados no son siempre repetibles.
A tener en cuenta que la contaminación del pienso con nicarbazina aumenta la incidencia de huevos con cáscaras sin pigmentar y de baja calidad (McClary, 1955).
A efectos prácticos, la edad de la gallina es el parámetro más importante a considerar en relación con el color y la calidad de la cáscara.
CALIDAD Y COLOR DE LA CÁSCARA
Los factores que más afectan la calidad del albumen, aparte de las enfermedades y la genética, son la edad de la gallina, la muda, la edad del huevo y la temperatura de conservación de los mismos durante el período de almacenaje (Williams, 1992).
La composición y valor nutricional del pienso tiene poco efecto sobre la calidad del albumen, excepto cuando se incluye en el mismo cloruro amónico (ClNH4) o habas (Vicia faba).
- El uso de ClNH4, en los casos en que esté permitido, reduce el pH sanguíneo mejorando las unidades Haugh de la clara (Hall y Helbacka, 1959).
- A cambio, la acidificación de la sangre perjudica los procesos de calcificación y la calidad de la cáscara.
- Por otro lado, la inclusión de habas mejora la calidad del albumen pero a expensas de un menor tamaño del huevo (Mateos y Puchal, 1982).
Otros ingredientes, tales como el Mg y los productos de fermentación, caso de los DDGS, podrían tener algún efecto positivo aunque no siempre es observable (Williams, 1992).
PIGMENTACIÓN DE LA YEMA
Niveles de luteína entre 4 y 7 mg junto a 2,2 a 3,5 mg de un pigmentante rojo (normalmente cantaxantina) por kg de pienso son suficientes para una buena pigmentación de la yema (> 10 de la escala de Roche).
- La inclusión de pigmentación amarilla adicional (luteína o zeaxantina) no sería necesario en piensos con más de un 30-40% de maíz.
- Por otro lado, el exceso de luteína (XAMAS) puede ser contraproducente por diluir la apreciación del color de la yema del ojo humano.
A considerar que la suplementación con grasa de calidad tiende a mejorar la pigmentación del huevo. Por contra, en caso de uso de grasas de mala calidad el efecto es negativo.
Las necesidades nutricionales (incluidas energía, AA y macrominerales) de gallinas ponedoras rubias en batería con un peso vivo a las 18 sem de 1,50 kg, se detallan en la Tabla 1.
Tal y como se indicó en el apartado dedicado a la alimentación de las pollitas por FEDNA, no existen publicaciones recientes que muestren diferencias notables en necesidades nutricionales entre ponedoras blancas y rubias.
En ponedoras blancas, caracterizadas por producciones de masa de huevo similar, menores necesidades de conservación por su menor PV y ciclos posiblemente más largos a las de las gallinas rubias, se estima conveniente incrementar los contenidos en AA y macrominerales en un 2-4% en relación a lo indicado en las tablas, siempre en función del consumo esperado.
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