Profesora adjunta y coordinadora de la Universidad CEU-Cardenal Herrera. Licenció en veterinaria en 2004, por la Universidad CEU-Cardenal Herrera. Desde su comienzo en investigación, ha participado en más de 21 convenios de investigación con empresas y asociaciones, cuyo resultado se ha visto reflejado en la publicación de numerosos artículos internacionales, nacionales, libros, una patente, numerosas ponencias y asistencia a congresos. En enero del año 2014, obtuvo la Diplomatura Europea en Avicultura por el European College of Poultry Veterinary Science.
¿Cuál es la situación de la salmonella en España?
La salmonella, desde que comenzaron todos los planes de control de la bacteria a nivel de campo, se ha visto reducida en gran medida. De hecho, en siete años ha habido un descenso progresivo de la prevalencia, y hoy en día estamos por debajo del objetivo comunitario que teníamos establecido. Los resultados están siendo muy favorables para el sector, tanto para la avicultura de puesta como para el engorde.
¿Cree que la salmonella se podrá erradicar algún día?
Erradicar, erradicar… Es complejo, por una razón: realmente, la bacteria está muy adaptada al ave. Eliminarla de la faz de la tierra es muy, muy difícil; ahora bien, tenerla controlada, sí que podemos. Y no sólo podemos hacerlo, sino que lo estamos haciendo ya. No es un sueño que alcancemos de aquí a 25 años, sino que es algo que a día de hoy se ha conseguido. Es una bacteria que está muy controlada a nivel de campo, lo cual no significa que nos podamos dormir en el control.
El riesgo siempre existe. A pesar de los buenos resultados obtenidos en los ultimos anos, el productor no debe dejar de luchar por controlar la bacteria
¿Qué obligaciones tiene el productor avícola en cuanto al control de la salmonella?
De acuerdo con la normativa vigente, es el propio productor el responsable de que la salmonella este ausente en su explotación. Para ello, esta obligado a realizar una serie de autocontroles a lo largo del ciclo productivo, garantizando la ausencia de la bacteria en su explotación. Además, ante la presencia de un positivo en autocontrol o control oficial, debe demostrar que la limpieza y desinfección de las instalaciones ha garantizado la ausencia de la bacteria.
Al principio todos estábamos sorprendidos. Lo veíamos algo muy duro y difícil de llevar a cabo, pero la verdad es que si echas la vista atrás y ves la situación hace diez años respecto a la actual, no cabe duda de que han servido para mucho. Hemos pasado de unas prevalencias bastante elevadas a tener una prevalencia ínfima.
¿Qué consecuencias puede tener para un productor avícola que haya una explotación porcina en las proximidades?
Los datos oficiales, si no recuerdo mal, publicados por la EFSA en 2008, indican que la prevalencia de Salmonella en porcino estaba al rededor del 30% en nuestro país. A partir de aquí, no se ha establecido un Plan Nacional de Control en porcino, que si se ha hecho en avicultura, luego el riesgo existe y tiene que tenerse en cuenta extremando las medidas de bioseguridad cuando hay una explotación positiva cerca.
¿Por qué no se pueden utilizar antibióticos para combatir este problema?
El uso de antibióticos contra Salmonella esta totalmente prohibido por dos razones, por un lado Samonella, prácticamente en ningún caso produce sintomatología, luego tratarla seria únicamente para evitar su excreción durante un tiempo determinado. Medicar no solucionaría el problema de forma definitiva, porque la bacteria se acantona en el animal y posteriormente, ante cualquier estimulo de estrés o alteración inmunológica, volvería a excretarse.
Por otro lado, hoy en día, el tema de los antibióticos es un tema muy controlado para el sector ganadero en general, y la avicultura en particular. Esto se debe a la gran importancia que la cepas multiresistentes a antibióticos tienen en los fallos terapéuticos humanos.
El hecho de medicar a los animales con los mismos antibióticos que se utilizan en humanos, hace las cepas resistentes a dichos antibióticos, sobrevivan y posteriormente, no se encuentren antibióticos adecuados para eliminarlas. Esto es un hecho muy evidente en bacterias como E. coli. Cada vez tenemos menos antibióticos autorizados para tratar a los animales, y este hecho hace que tengamos menos posibilidades para curar a nuestros animales.