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Cómo mitigar el estrés por calor en gallinas ponedoras: claves para una producción más resiliente

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El aumento de las temperaturas globales y la mayor frecuencia de olas de calor representan un desafío creciente para la producción avícola. Las gallinas ponedoras, por su fisiología y alta tasa metabólica, son particularmente vulnerables al estrés térmico.

Ante este escenario, la adopción de estrategias de mitigación se vuelve fundamental para asegurar el bienestar en gallinas, la eficiencia productiva y la sostenibilidad de las granjas. Este artículo reúne las principales acciones que pueden implementarse para reducir el impacto del calor en las aves de postura.

Diseño y orientación de las instalaciones avícolas

Uno de los factores más importantes en la prevención del estrés por calor comienza desde el diseño estructural de la granja de las gallinas ponedoras. La orientación de los galpones debe facilitar la ventilación cruzada, evitando la exposición directa a la radiación solar en las horas de mayor calor. Techos con aislamiento térmico, materiales reflectantes o sistemas de doble techo pueden ayudar a reducir la acumulación de calor en el interior.

Las paredes laterales deben permitir el flujo adecuado del aire, ya sea mediante cortinas automáticas o paneles móviles. También es fundamental mantener una altura suficiente en las instalaciones para favorecer la circulación vertical del aire caliente hacia zonas superiores, minimizando así su impacto directo sobre las gallinas ponedoras.

Ventilación eficiente: natural o mecánica

La ventilación adecuada es esencial para mantener una temperatura interna que permita a las gallinas disipar el calor corporal. En climas cálidos, la ventilación natural puede resultar insuficiente, por lo que es necesario implementar sistemas de ventilación mecánica, como extractores, túneles de ventilación o ventiladores de alta velocidad.

En sistemas de túnel, el flujo de aire se dirige de un extremo al otro del galpón, generando una corriente que ayuda a remover el aire caliente acumulado. Esta técnica es especialmente útil en instalaciones cerradas, donde el control ambiental debe ser más preciso. Una correcta configuración de la ventilación también permite controlar la humedad relativa, que cuando es demasiado alta, interfiere en los mecanismos de enfriamiento del ave.

Uso de sistemas de enfriamiento evaporativo

Los sistemas de enfriamiento por evaporación, como los paneles de celulosa o las líneas de nebulización, han demostrado ser efectivos para reducir la temperatura interna en las naves. Estos sistemas aprovechan el principio físico de enfriamiento del aire a través de la evaporación del agua, logrando una disminución significativa de la carga térmica.

Los paneles evaporativos colocados en las entradas de aire permiten que el aire caliente exterior se enfríe al pasar por ellos antes de entrar al galpón. Por otro lado, los nebulizadores instalados sobre las líneas de gallinas dispersan finas gotas de agua que, al evaporarse, extraen calor del ambiente. Es importante evitar el exceso de humedad que puede producirse si estos sistemas no están bien calibrados.

Agua fresca y accesible: el recurso vital

Durante los episodios de calor, el consumo de agua por parte de las aves puede duplicarse. Por ello, garantizar el acceso constante a agua limpia y fresca es una medida crítica. Los bebederos deben estar correctamente distribuidos, ser suficientes en número y mantenerse en buen estado para evitar fugas o estancamientos.

El agua que circula por las líneas debe mantenerse a baja temperatura, para lo cual se recomienda usar tuberías sombreadas o enterradas, y revisar periódicamente la presión y calidad del suministro. También se puede considerar el uso de aditivos electrolíticos para mantener el equilibrio ácido-base e hidratar adecuadamente a las gallinas durante los momentos más críticos del día.

Ajustes en la nutrición para enfrentar el calor

La formulación del alimento puede adaptarse temporalmente durante los periodos de altas temperaturas. Se recomienda aumentar la densidad energética de la dieta con fuentes de grasa, que generan menos calor metabólico que los carbohidratos. Asimismo, se debe asegurar una adecuada suplementación de vitaminas antioxidantes como la C y la E, además de minerales como el sodio, potasio y magnesio.

Reducir el contenido de proteína cruda y suplementar con aminoácidos esenciales puede mejorar la digestibilidad y reducir el calor generado durante la digestión. Otra estrategia eficaz es programar la alimentación en horas más frescas del día, como la madrugada o al atardecer, cuando las aves tienen mayor apetito y menos estrés térmico.

Manejo estratégico del fotoperiodo y la densidad

Durante las olas de calor, puede ser beneficioso reducir temporalmente el fotoperiodo para evitar que las aves estén activas durante las horas más calurosas. También es recomendable disminuir la densidad de población en los galpones durante el verano o en regiones donde el calor es extremo, ya que una menor concentración de aves facilita la circulación del aire y reduce la producción de calor metabólico total.

El manejo cuidadoso del lote incluye evitar manipulación innecesaria en los días más calurosos, ya que cualquier tipo de estrés adicional puede aumentar la mortalidad. Las labores como vacunaciones, traslados o recuentos deben realizarse en las horas más frescas.

Monitoreo constante y protocolos de emergencia

La implementación de sensores de temperatura y humedad dentro del galpón permite una vigilancia constante del ambiente. Las alarmas conectadas a los sistemas de ventilación o refrigeración permiten actuar rápidamente si los parámetros se desvían de los valores críticos.

Además, es recomendable contar con un protocolo de emergencia para enfrentar olas de calor severas. Este plan debe incluir acciones inmediatas como incrementar la ventilación, activar nebulizadores o abrir cortinas, y disponer de personal capacitado para actuar en momentos críticos.

Conclusión: adaptación y prevención, claves del éxito

El estrés por calor no es un evento aislado, sino un fenómeno recurrente que exige preparación, monitoreo y respuesta. La clave está en anticiparse con infraestructura adecuada, planes de manejo flexibles y estrategias nutricionales pensadas para mejorar la resiliencia de las aves.

Con un enfoque integral que combine tecnología, bienestar animal y buenas prácticas de manejo, es posible mitigar los efectos del calor y mantener una producción eficiente y sostenible, incluso en las condiciones climáticas más exigentes.

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