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¿Cómo será el mercado del huevo europeo en unos años?

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Hace unos días aparecía en los medios de comunicación la noticia de que el aumento de la demanda de huevos en la Unión Europea (UE) pone en cuestión el abastecimiento, y algunos países tendrían que aumentar su producción o importar huevos. Es un titular llamativo, que nos obliga a una reflexión sobre el futuro de nuestro sector para entender los factores que definirán la posible evolución de la producción y de la demanda.

La Unión Europea es excedentaria en huevos (entre el 4 y el 7%, según los años) y las previsiones de producción y de consumo de huevos son optimistas, como se puede ver en la última publicación de la Comisión Europea sobre las perspectivas para los mercados agroalimentarios en la UE (ver cuadro). Pero hay señales que pueden anunciar un cambio de tendencia. En este texto hablaremos de los aspectos relevantes que podrían afectar a la oferta de huevos en la UE. En el próximo trataremos sobre la posible evolución del consumo.

Incertidumbres en la producción de huevos europea

La producción de huevos de la Unión Europea dependerá en buena medida del impacto de las normas que afectarán a la competitividad del sector en los próximos años. Entre las que se definirán en esta legislatura, como expusimos en el artículo anterior, están la supresión de las jaulas para las gallinas ponedoras, la prohibición del sacrificio de pollitos de un día de estirpes de puesta (junto a la implantación del sexado in ovo), la revisión de la regulación sobre el transporte de animales vivos, el endurecimiento de las medidas medioambientales (como la reducción de emisiones y la prevención de la deforestación) y la reducción del uso de antimicrobianos en ganadería.

Estas normas aumentarán los costes de producción, y su efecto dependerá en buena medida de la capacidad de proteger al mercado europeo de importaciones de huevos y ovoproductos de países terceros con normas menos exigentes. Si bien hasta ahora esa suele ser la voluntad declarada por los legisladores al establecer acuerdos comerciales, la realidad es tozuda y nos indica que no se cumple (ver el último cuadro disponible con las importaciones de huevos a la UE en los últimos años, por país de origen).

A los riesgos regulatorios se unen los propios del mercado, por ejemplo, por el desplazamiento de parte de la producción comunitaria por alternativas al huevo europeo. Podría darse si los clientes incrementan su compra de productos sustitutivos del huevo de origen vegetal, o de huevos y ovoproductos de países terceros. También tendría impacto la entrada en la UE de Ucrania que, aunque ya exporta de forma estable a la UE, si accede finalmente al mercado único como miembro de pleno derecho podría cubrir con su enorme oferta de huevos a bajo coste de producción una parte del mercado que hoy atienden productores comunitarios.

Aunque Ucrania tendría que cumplir tras su entrada en la UE las condiciones del Modelo Europeo de producción y asumir por ello mayores costes en materia de bienestar y sanidad animal y de seguridad alimentaria, su principal ventaja competitiva es la disponibilidad de materias primas abundantes y baratas, junto a la economía de escala de sus mayores productores, con varios millones de gallinas en sus instalaciones. Son diferencias insalvables para los demás productores comunitarios.

Y un riesgo adicional, pero no menos importante, para los productores de huevos en la UE es la amenaza permanente de la expansión de la influenza aviar en la cabaña de gallinas ponedoras, con efectos más graves aún para los avicultores tras el acuerdo de reducir las ayudas comunitarias para gastos de gestión y control de las enfermedades animales de declaración obligatoria, y la reticencia de los gobiernos a cubrirlas con fondos nacionales.

A estos factores se unen los de carácter interno de los propios operadores que influyen igualmente en sus decisiones de futuro. De un lado, pesa cada vez más en las empresas el escaso atractivo de los sectores primarios para retener mano de obra profesional y la dificultad para cubrir los puestos necesarios. Y es también preocupante la falta de relevo generacional en muchas empresas del sector con propietarios de edad avanzada. Si no se vislumbran alternativas o se adoptan políticas adecuadas para evitarlo el sector perderá una parte de su estructura productiva, algo muy difícil de revertir. Este es el contexto en el que los operadores comunitarios del huevo trabajarán en los próximos años. La confianza en mantener la rentabilidad de su actividad determinará que asuman los riesgos que conlleva o abandonen el sector. Los productores de huevos tienen experiencia en sobrevivir a desafíos muy complejos en los últimos años. Sin duda el futuro será de quienes tomen las decisiones oportunas que les conduzcan hacia la deseada sostenibilidad. Y no parece nada fácil.

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