El crecimiento de pollos de engorde y el consumo de alimento balanceado no mantienen una relación lineal. Tomando como base el crecimiento y el consumo de alimento de un pollo de engorde Ross 308, las dos últimas semanas de consumo de alimento, previas al sacrificio a los 28 días; representa el 50% del período de crecimiento, pero el 75% del alimento que el animal va a consumir. Las dos últimas semanas de un ave de 35 días representan el 40% de su período de crecimiento, pero el 64% de su consumo de alimento. En un pollo de engorde de 42 días, las últimas dos semanas representan sólo el 33% de su período de crecimiento, pero el 55% de su consumo de alimento. A los 49 días, las mismas dos semanas representan sólo el 29% del período de crecimiento, pero el 47% del consumo de alimento.
En otras palabras, las dos últimas semanas en el campo son críticas para la utilización del alimento balanceado, ya que el pollo consumirá al menos la mitad del total de alimento durante dicho periodo. Esto significa que cualquier enfermedad o gestión inadecuada durante las últimas dos semanas previas al sacrificio, puede tener un efecto adverso desproporcionado en el uso del alimento y su rendimiento.
Las dos últimas semanas en el campo son críticas para la utilización del alimento balanceado, ya que el pollo consumirá al menos la mitad del total de alimento durante dicho periodo
Los productores avícolas son conscientes de los problemas que causan las enfermedades clínicas obvias, pero las enfermedades subclínicas podrían estar afectándoles en el rendimiento de manera silenciosa, ocasionando una mala absorción de nutrientes o desviando la energía del animal hacia la respuesta inmune, en lugar del crecimiento.
Durante las últimas dos semanas previas al sacrificio, la coccidiosis subclínica es una de las causas más comunes e importantes de pérdida de rendimiento en pollos de engorde. A menudo, los programas anticoccidiales que utilizan ionóforos o los programas duales químico-ionóforo, pueden mostrar lesiones de coccidiosis subclínica en algún momento entre los 24 a 49 días de edad, dependiendo de la eficacia anticoccidial, la densidad de las aves y las condiciones ambientales.
El Dr. Robert Teeter (Prof. Emérito de la Universidad del Estado de Oklahoma) convirtió la pérdida de rendimiento en pollos de engorde debido a la coccidiosis subclínica, a equivalentes calóricos (Conferencia de Nutrición en Arkansas, 2010). Él estima que la coccidiosis subclínica +2 durante la semana previa al sacrificio, puede ocasionar que un pollo de 2,4 kg alimentado con una dieta de 3.250 Kcal, rinda como si hubiese sido alimentado con una dieta de 2.700 Kcal. Incluso la coccidiosis subclínica +1 puede ocasionar pérdida de rendimiento equivalentes a una dieta 2.975 Kcal (Tabla 1).
De esta manera, todo el esfuerzo y dinero que se invierte en el desarrollo del alimento ideal para alcanzar la máxima productividad, puede perderse debido a la presencia de coccidiosis subclínica durante la última semana, incluso a niveles muy bajos. Por ello, es de suma importancia que todos los productores de aves de corral monitoreen el estado de la coccidiosis de las parvadas a lo largo de su ciclo de crecimiento, especialmente durante las dos semanas previas al sacrificio. Para buscar lesiones por coccidiosis subclínica, los productores pueden apoyarse en observaciones a la necropsia.
Todo el esfuerzo y dinero que se invierte en el desarrollo del alimento ideal se puede perder debido a la presencia de coccidiosis subclínica durante la última semana
Es importante determinar la especie y la gravedad de la infección, así como el momento exacto y la frecuencia con la que se ven afectadas las parvadas. Cuando no es posible evaluar las sesiones post-mortem, puede hacerse el conteo de ooquistes por gramo de heces, tomando como base un muestreo fecal secuencial en la granja. Aunque el conteo de ooquistes no siempre puede predecir el impacto en el rendimiento, puede servir como mapeo para determinar cuándo la coccidiosis subclínica está apareciendo durante el crecimiento de la parvada.
Las muestras deben colectarse dos veces por semana para identificar el rápido pico de ascenso y descenso de excreción de ooquistes, para conocer el momento en que se produce el desafío. Los programas de alimentación exitosos para maximizar la productividad, deben incluir una estrategia de control de la coccidiosis que evite la coccidiosis subclínica durante las últimas 1-2 semanas en campo.
Durante décadas, el control de la coccidiosis se llevó a cabo mediante el uso de efectivos fármacos anticoccidiales en el alimento balanceado; pero ningún anticoccidial es sostenible cuando se usa en un programa continuo, sin rotación. Durante las últimas décadas, los programas de rotación incluyendo a los programas duales han comenzado a perder eficacia, especialmente en pollos más pequeños, producidos en mayores densidades de población y con ciclos más cortos, representando un mayor número de parvadas por año en la misma instalación. La disminución de la eficacia ha obligado a los productores a implementar rotaciones más frecuentes, y muchos productores han visto un aumento en las lesiones de coccidiosis subclínica entre 24 y 42 días de edad.
La vacunación con una vacuna viva contra la coccidiosis, conteniendo ooquistes esporulados de cada una de las especies importantes de Eimeria, brinda una alternativa a los programas anticoccidiales tradicionales.
Las vacunas son altamente antigénicas, pero el desarrollo completo de la inmunidad, exige que cada pollo de la parvada experimente de 3 a 4 ciclos del parásito.
Las aves excretaran en la caseta ooquistes de las cepas vacunales recibidas en la planta de incubación, a partir de los 4-6 días de edad.
El tiempo transcurrido desde la vacunación hasta la consolidación de la imunidad es de 21 a 28 días, dependiendo de la vacuna y de las condiciones de la caseta.
La uniformidad de la administración es crítica, porque las aves que no sean vacunadas en la planta de incubación, ingresarán a la caseta en condiciones desfavorables. Serán susceptibles a los ooquistes de las Eimerias de campo, que sobreviven en todas las casetas a pesar de la limpieza y desinfección a fondo. También estarán expuestas a los ooquistes excretados por las otras aves correctamente vacunadas en la planta de incubación.
La uniformidad del reciclaje de ooquistes en la caseta es fundamental durante las siguientes tres a cuatro semanas. Los pollos de engorde jóvenes deberán tener acceso a los ooquistes esporulados para completar un nuevo ciclo de la vida.
‘La esporulación’ es un proceso necesario para que los ooquistes sean infectivos. El calor, la humedad (25% humedad de la cama o 60% RH) y el oxígeno son necesarios para que el proceso ocurra.
El reciclaje en campo puede ser interrumpido por las condiciones de una cama muy seca, que podría ser consecuencia de una baja densidad de población en la parvada.
La reducción de la sensibilidad de las Eimeria a los anticoccidiósicos, se traduce en la aparición de lesiones subclínicas entre los 24 y 42 días de edad, junto con la excreción de ooquistes de campo a la cama, justo antes del sacrificio. La acumulación tardía de ooquistes en la cama, puede provocar que éstos sean trasladados a la siguiente parvada a pesar de la limpieza y desinfección. Al arranque de un programa de vacunación, las primeras parvadas en ser vacunadas deben lidiar con la exposición temprana a cepas de campo, antes de que consigan desarrollar una inmunidad completa. Pero estas parvadas no seguirán aumentando el número de oocistos en la caseta y la carga residual ira disminuyendo en las parvadas secuenciales.
Las cepas de campo no generaran resistencia a la vacuna. La correcta vacunación es un programa sostenible que controla la coccidiosis subclínica tardía y ofrece protección parvada tras parvada.
Por tanto, es importante controlar las condiciones en la caseta para asegurar la correcta esporulación y el continuo reciclaje. Esto es particularmente cierto para las parvadas producidas sin el uso de antibióticos, que son desarrolladas con menores densidades de población y lo que puede tener como consecuencia niveles más bajos de humedad en la cama.
Se deben monitorear las parvadas mediante el conteo secuencial de ooquistes fecales o mediante sesiones de calificación de lesiones a la necropsia, para garantizar la continuidad de los ciclos de reinfección, ajustándose a los cambios estacionales y en las condiciones de la caseta.
La vacunación es un método efectivo y sostenible para controlar la coccidiosis, que puede mejorar el desempeño productivo de las parvadas en comparación con un programa anticoccidial.