El hígado es un órgano requerido para actividades metabólicas, almacenamiento de nutrientes y procesos de detoxificación. Clásicamente el hígado es percibido como un órgano no inmunológico, sin embargo, este es inmunológicamente un órgano complejo responsable de la síntesis y producción de proteínas de fase aguda, componentes del complemento, citoquinas y quimioquinas.
Además, aloja una cantidad importante de poblaciones de células inmunes, Figura 1.
MICROAMBIENTE HEPÁTICO Y LAS POBLACIONES INMUNE REGULADORAS
Bajo condiciones naturales y/o saludables el hígado es continuamente estimulado por una cascada de productos bacterianos con un potencial proinflamatorio significativo, y funciona fisiológicamente como un puente entre moléculas provenientes del intestino y del sistema circulatorio.
- Cerca del 80% de la fuente vascular hepática está determinada por el sistema venoso portal que consecuentemente resulta en una baja presión de sangre con cantidades importantes de productos bacterianos y otras moléculas que son presentadas al sistema inmune.
Razonablemente, esas moléculas deben ser toleradas por el sistema inmune, que a su vez es responsable de responder contra amenazas/agresores inminentes, mientras debe mantener en forma constante la inmunovigilancia contra patógenos y enfermedades del hígado.
En un hígado saludable los cambios metabólicos y remodelación de tejidos, más la exposición regular a productos microbianos determinan una inflamación permanente, pero regulada.
PROCESOS INFLAMATORIOS HEPÁTICOS
Interesantemente, los procesos inflamatorios hepáticos operan en forma rigurosamente controlada y son estimulados a una actividad adicional únicamente cuando el hígado es requerido para deshacerse de patógenos hepatotrópicos, células malignas o productos tóxicos de la actividad metabólica (Hepatotóxicos).
De hecho, la imposibilidad de eliminar estímulos peligrosos y resolver la inflamación, conduce a infección, autoinmunidad o crecimiento tumoral.
REGENERACIÓN HEPÁTICA
Durante una injuria hepática, la consecuente muerte de los hepatocitos causa la liberación de productos celulares muertos (DAMP), lo que activa las células de Kupffer, reclutamiento de neutrófilos en el sitio de la lesión y la activación de células estrelladas hepáticas, lo que lleva a la secreción de citoquinas.
Las células de Kupffer y los neutrófilos liberan mediadores inflamatorios y comienzan a fagocitar los desechos necróticos muertos.
Esto está irremediablemente asociado con inflamación patológica crónica e interrumpida homeostasis tisular, que puede progresar a fibrosis, cirrosis e insuficiencia hepática, Figura 2.
El proceso se entiende como rápido y eficaz; durante la resolución, los monocitos adquieren un fenotipo reparador, y los macrófagos se reprograman (fenotipo de resolución).
- Los monocitos migran a través de la capa sinusoidal de células endoteliales del hígado, diferenciándose en macrófagos para reponer el conjunto de células de Kupffer o restaurar la homeostasis mediante la secreción de antiinflamatorios citoquinas y promotores de la angiogénesis.
- Después de la lesión, surge un fenotipo de macrófagos restauradores, promoviendo neutrófilos y apoptosis.
La proliferación de hepatocitos ocurre para reemplazar el parénquima perdido
CONCLUSIÓN
Es conocida la increíble capacidad del hígado para enfrentar un sin número de situaciones metabólicas/tóxicas consideradas ‘normales’, que son adversas o nocivas para el animal en función de su tipo, concentración y tiempo de exposición.
Esto conlleva a asumir estructuralmente que para el correcto funcionamiento y mantenimiento de la homeostasis del hígado se hace necesario una protección directa
- neutralizando, mitigando y controlando esos eventos inflamatorios, que de perpetuarse
- causarían daños irreparables del hígado como tejido, afectando al rendimiento y la salud general de los animales.