El peso que sigue cosechando el pavo en el mercado de la carne responde por un lado a su buen potencial productivo, y por el otro, a las estrategias de comercialización. Los consumidores apuestan por el pavo por el menor contenido graso de su carne, en un mercado sensibilizado por el exceso de grasa en los alimentos.
Una de las ventajas que ofrece la cría de pavos es que son más resistentes a algunas enfermedades que los pollos. De hecho, son inmunes a la Bronquitis Infecciosa, la enfermedad de Marek es muy rara en esta especie y la enfermedad de Newcastle sólo aparece en formas leves.
Sin embargo, como los otros animales domésticos, el pavo no escapa a las infecciones por Salmonella. En distintos estudios epidemiológicos se han aislado varios serotipos de la bacteria. Es más, se ha evidenciado que es responsable de distintos cuadros patológicos: desde problemas digestivos -especialmente graves en aves jóvenes-, hasta sintomatología sistémica, pasando por cuadros más curiosos como el ocular.
El hecho que la bacteria se disemine por vía fecal y se transmita a los huevos, además de ser especialmente resistente a la inactivación por métodos ordinarios, dificulta en gran medida su control. Pero su carácter de zoonosis ha motivado un gran esfuerzo en este sentido.
Hace unos años que desde Bruselas se viene impulsando una campaña de reducción de la incidencia de la salmonelosis en humanos donde se incluía un estudio sobre la presencia de la bacteria en las manadas de aves. Las consecuencias han sido esforzadas normativas de vigilancia de prevalencia a nivel de mataderos y granjas.
Prevalencia de los serovares por especies
El Panel Científico de Valoración de Peligros Biológicos realizó un estudio epidemiológico de los casos de Salmonella en humanos ligados al consumo de carne basado en un modelo que compara datos de prevalencia de los serovares en las distintas especies de abasto y en el hombre. Estimó que los casos de Salmonella se atribuían al consumo de carne animal de la siguiente manera: sólo el 2,6% de los casos se atribuían a la carne de pavo; un 10,6% a broilers; el 17,0% a ponedoras y el 56,8% a cerdos. Desafortunadamente dicho estudio no contempló otras importantes causas como es el caso de la carne de vacuno, debido a la falta de datos.
Si consideramos la cantidad producida y la frecuencia de consumo de cada una de estas cuatro fuentes potenciales de infección de salmonella, el riesgo principal lo tenemos con la carne cerdo y en la cola tenemos, con la mitad de riesgo, a niveles muy similares, las carnes de pollo y de pavo.
Según el estudio, los seis serovars más frecuentes en pavos de engorde implicados en salmonelosis humana han sido S. Enteritidis, S. Kentucky, S. Typhimurium, S. Newport, S. Virchow and S. Saintpaul. A pesar de ello, desde 2010, se insiste únicamente en evitar dos serovars por el elevado coste que supondría a la industria controlarlos todos: S. Enteritidis y S. Typhimurium. El estudio concluye que, si se mantiene este criterio, se espera una reducción del 0,4% de la incidencia de salmonelosis humana, frente a una reducción del 2,2% si se redujera la incidencia de todos los serovares.
Estrategias de control poco armonizadas
Los científicos destacan que la falta de datos y de armonía entre los mismos relativiza la veracidad de sus conclusiones. Aún así, nuestros políticos han apostado por un mayor esfuerzo en el control de la Salmonella en el sector avícola, pavos incluidos. Si bien cualquier política de esfuerzo en el control de zoonosis transmisibles al hombre es deseable por la salud de la sociedad, no deja de ser curioso que filiales con elevado peso económico y con relación de causa con el problema aún estén en fase de evaluación de riesgo. En este sentido, los científicos recomendaron una estandarización de los sistemas de detección de casos y su caracterización, a fin que en futuros estudios se disponga de datos más armonizados.
Por lo que se refiere a estrategias de control, el estudio concluyó que, si bien los datos muestran como algunas infecciones de las aves tienen lugar en las granjas de engorde, existe una elevada correlación entre los serovares detectados en granjas de reproductoras y los detectados en granjas de engorde. Por eso el mayor esfuerzo de control se realiza en granjas de reproductoras.
Sin embargo, no se pueden olvidar fuentes clásicas de contaminación de las manadas de aves de engorde, como son el pienso distribuido y otras deficiencias en las medidas de bioseguridad de las granjas.
No obstante, debemos aplaudir el éxito de las estrategias de control de la salmonelosis animal que han supuesto una bajada de la incidencia de la salmonelosis humana en un en un 13% entre 2009 y 2010.
Según el Reglamento (UE) 1190/2012 de la Comisión, de 12 de diciembre de 2012, relativo a un objetivo de la Unión Europea para la reducción de Salmonella enteritidis y Salmonella typhimurium en las manadas de pavos, los objetivos siguen siendo:
A // Reducir el porcentaje máximo anual de manadas de pavos de engorde que siguen dando positivo en las pruebas de S. enteritidis y S. typhimurium del 1% o menos.
B// Reducir el porcentaje máximo anual de manadas de pavos de reproducción adultos que siguen dando positivo en las pruebas de S.enteritidis y S. typhimurium del 1% o menos.