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Enfermedad de Newcastle: Conociendo mejor al virus para tomar las mejores decisiones en el control. Parte I

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La enfermedad de Newcastle, ENC, es considerada una de las enfermedades infecciosas más importantes de las aves, porque las cepas velogénicas del virus pueden causar brotes con alta morbilidad, mortalidad y restricción del comercio internacional, ocasionando importantes pérdidas económicas a la industria avícola, por ello, la enfermedad forma parte de la lista de enfermedades notificables a la Organización Mundial de Salud Animal (Miller y Koch, 2020).

La enfermedad de Newcastle se previene con bioseguridad y vacunación, y aun cuando varios tipos de vacunas efectivas, vivas e inactivadas son aplicadas, la ENC continúa siendo un problema en muchos países del mundo.

EL AGENTE CAUSAL

La base de datos del comité internacional de taxonomía viral clasifica al virus como familia Paramyxoviridae, subfamilia Avulavirinae, esta última distribuida en tres géneros: 

 

Los paramixovirus aviares han sido aislados de diferentes especies de aves, y son clasificados en 21 serotipos por pruebas serológicas y análisis filogenético (WOAH, 2021).

La enfermedad de Newcastle es causada por cepas virulentas de Paramixovirus aviar tipo 1 (APMV-1), especie Orthoavulavirus aviar tipo -1 (OAV-1).

 

El virus de la enfermedad de Newcastle (VEN), tiene un genoma de ARN de cadena simple, no segmentado, de sentido negativo, que mide 15,186 nucleótidos (Alexander, 2003). El virión presenta una envoltura cubierta con dos capas lipídicas derivada de la membrana plasmática de la célula hospedera (Mast y Demeestere, 2009). 

El genoma del virus está compuesto por seis genes en orden 3´-NP-P-M-F-HN-L-5´, que codifican siete proteínas virales: 

 

La edición del ARN de la proteína P produce una proteína adicional, la proteína V, con actividad anti-interferón, que permite al virus contrarrestar la respuesta innata de la célula huésped (Miller y Koch, 2020) (Figura 1).

 

Figura 1. Representación esquemática del genoma del virus de la ENC y sus proteínas.

La principal propiedad biológica del virus es aglutinar glóbulos rojos de aves, anfibios y reptiles, esto debido a la acción de la proteína HN sobre los receptores de ácido siálico de la superficie de los glóbulos rojos. 

Desde hace algún tiempo viene siendo investigado el efecto oncolítico de algunas cepas del VEN sobre las células tumorales humanas y su uso como tratamiento contra el cáncer en humanos, este efecto está asociado a la actividad anti-interferón tipo I de la proteína V, la selectiva replicación que tiene el virus en células tumorales se debe a defectos de estas en la activación de las vías de señalización del IFN tipo I y en las vías apoptóticas entre otras (Schirrmacher, 2017).

 

REPLICACIÓN VIRAL

 

El VEN se replica en el citoplasma de la célula. La hemaglutinina (HN) reconoce al receptor celular, activando a la proteína F a fusionar las membranas viral y celular, permitiendo la entrada viral al citoplasma por endocitosis (Bergfeld, 2017; Miller y Koch, 2020). 

 

 

 

Todos los genes codifican para una sola proteína principal, sin embargo, el ARNm del gen P, resulta en la formación de dos proteínas no estructurales la proteína V y la proteína W (Vilela et al., 2022).  

 

 

PATOGENICIDAD VIRAL

De acuerdo con los signos clínicos que ocasionan en las aves infectadas, las cepas del VEN se clasifican en: 

La Organización Mundial de Salud Animal, OMSA, ha determinado que una cepa de APMV-1 es virulenta, cuando tienen:

 

La glicoproteína F es la clave de virulencia y patogénesis viral, debido a que el ingreso a la célula depende de la fusión de la membrana celular y viral, después de la escisión de la proteína F0 en F1 y F2, por las proteasas del huésped (Miller y Koch, 2020).

La diferencia entre un virus  virulento y uno no virulento es que:

ÍNDICE DE PATOGENICIDAD INTRACRANEANA

El índice de patogenicidad intracraneana (IPIC), es el mejor método para determinar patogenicidad viral porque no solo determina la patogenicidad de las cepas, sino que cuantifica en valores

Se considera que un virus es patógeno cuando tiene un IPIC igual o mayor a 0,7 (WOAH, 2021). Existen grandes diferencias en patogenicidad entre cepas del virus. El cuadro 1, resume el índice de patogenicidad de los diferentes patotipos usando diferentes pruebas (Alexander, 1989 y 1998).

Cuadro 1. Patotipos e índice de patogenicidad del virus de la ENC.

 

Se considera que todos los aislamientos de APMV-1 pertenecen a un solo serotipo, sin embargo, algunas variaciones antigénicas han sido demostradas entre diferentes aislamientos mediante diversas pruebas y, aun cuando no existen variaciones antigénicas entre cepas, el análisis genético se ha convertido en el principal método de caracterización y ha reemplazado al uso de mAbs para tipificar los aislamientos de los virus de la enfermedad de Newcastle. 

 

DETERMINACIÓN DE GENOTIPOS VIRALES

Los virus de la Enfermedad de Newcastle tienen bajas tasas de recombinación, sin embargo, a través del tiempo se han detectado ciertas diferencias antigénicas que han motivado la clasificación de las cepas dentro de linajes o genotipos. De acuerdo con esto las cepas son agrupadas en dos principales clases, virus de clase I y virus de clase II

La caracterización del genotipo del VEN, se logra secuenciando el gen F completo, lo que además permite determinar su virulencia

El desarrollo de secuenciación de próxima generación, en inglés Next-generation sequencing (NGS), ha surgido como herramienta para investigación y caracterización genética de patógenos. 

 

Cuadro 2. Clasificación de genotipos del virus.

 

La clasificación actual de genotipos incluye tres nuevos genotipos (XIX, XX y XXI), haciendo un total de 21 genotipos virales dentro de los virus de clase II (Dimitrov et al. (2019).

RESISTENCIA A LOS AGENTES FÍSICOS Y QUÍMICOS

Por ser un virus con envoltura, la viabilidad de los Paramixovirus aviares es destruida fácilmente por agentes físicos y químicos tales como:

No obstante, las publicaciones referentes a tiempos de supervivencia del virus fuera del huésped muestran diferencias atribuidas a temperatura, humedad ambiental y el medio en el cual el virus fue analizado (Kinde et al., 2004).

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