¿Cuál ha sido su trayectoria profesional para llegar a su actual posición de director comercial de INVESA para el mercado español?
Siendo veterinario de formación, antes de iniciar mis andaduras en INVESA pude profundizar en distintos aspectos de la producción caprina en la Asociación de Ganaderos de Caprino de Cataluña (ARCC), además de ampliar mis nociones de producción de carne de ternera de calidad trabajando para la línea Gabricarn en Agribrands. En el 2001, hice el salto a INVESA, empezando como delegado de zona para pasar a ostentar la jefatura de ventas en 2008. Hace unas semanas me nombraron director comercial para el mercado español.
La nueva política sanitaria que viene de Europa y que ya se va implantando en España parece apostar por una reducción en el uso de antibióticos, ¿cómo encara INVESA este nuevo contexto?
Esta política sanitaria removerá los cimientos de sectores con especial tendencia al uso generalizado de antibióticos, como es el caso del porcino. Pero como pasó con la normativa de bienestar, el sector acabará adaptándose porque no le queda otra. El avícola en cambio es un sector que ya viene con buena parte de los deberes hechos: ya lleva tiempo acostumbrándose a no usar antibióticos en exceso, especialmente en mercados tan tecnificados como el español.
INVESA además de un buen catálogo de antibióticos también cuenta con una surtida oferta de nutricionales que disfrutan de gran popularidad. Concretamente Hepavex 200 y Betamint son muy valorados por la industria avícola centroamericana.
¿No ocurre así en el mercado español?
En España ocurre que el clínico acude al laboratorio para que le sirva las herramientas, ya sean profilácticas o preventivas, para problemas patológicos típicamente infecciosos. INVESA ofrece para ello una amplia gama de antibióticos, diferenciados con un valor añadido de calidad que lo distingue de la competencia, y con esto nos asocian nuestros clientes. En cambio, la patología de origen alimentario es relativamente poco importante, situación indicativa del extraordinario nivel de calidad de la industria española de alimentación animal. Pues ésta es la responsable última de haber prácticamente erradicado la mayoría de problemas nutricionales, muchos de ellos más frecuentes en otros países debido a una menor disponibilidad de calidad en sus materias primas. En este contexto, la demanda de Hepavex 200 se ve más limitada en España que en otros países.
¿Y el Betamint?
El Betamint es un nutricional de referencia en lo relativo a sus indicaciones. Pues más allá de la composición de su fórmula, está la calidad de los ingredientes y el proceso de elaboración, que han hecho del producto un best seller internacional, especialmente en países tropicales. Si bien en un principio fue diseñado para combatir el estrés por calor (en su esencia es una solución de electrolitos y betaína mentolada, para favorecer la bebida de agua y la rehidratación), la complejidad de su composición ha revelado todo un corolario de usos que en un principio no parecen tan evidentes.
¿Como cuáles?
Todos los ingredientes que contiene el Betamint pretenden ayudar al animal a superar con mayor comodidad un episodio de estrés por calor. La principal baza del Betamint, a la cual debe su nombre, es su elevada concentración en betaína. La betaína actúa como un osmolito: llega a penetrar dentro de las células, donde retiene el agua previniendo la deshidratación a nivel celular. El mentol y los azúcares favorecen el aumento del consumo de agua por su efecto refrescante y mejoran de la palatabilidad. Los electrolitos compensan la deshidratación.
La vitamina C frena las consecuencias negativas de un aumento del cortisol circulante (se contiene el parón inmunitario, reproductivo y del crecimiento asociado al estrés). En resumen, se previene y corrige la deshidratación de forma que la fisiología del animal trabaja en las mejores condiciones.
¿…?
Anunciaba otros usos que nuestros clientes han encontrado al Betamint: la moderación de las consecuencias de los episodios diarreicos, la estimulación del apetito, el tratamiento de problemas por hígado graso y otros problemas metabólicos… Pero sin duda, lo que nos parece de mayor interés es su potencial reducción de mermas en el sacrificio y en el transporte de los animales. Con tan sólo 2 días de tratamiento antes de la salida, nuestros clientes han encontrado el beneficio de su uso en los resultados de matadero (hasta un 20% de reducción de las mermas por el transporte observadas en el grupo control). De hecho, actualmente nuestro equipo de marketing está tramitando la realización de pruebas de campo en España para aportar datos más próximos a nuestros clientes.
Es difícil extrapolar datos de otros climas y sistemas productivos, y lo que hoy se requiere son referencias fiables. Con los precios de la carne donde están, nadie se plantea instaurar un tratamiento que no brinde unas ventajas que justifiquen su coste.
Si fuera tan sencillo como elaborar una solución de betaína, ¿no lo habrían intentado y conseguido otros laboratorios?
No es fácil fabricar un producto con la calidad del Betamint, capaz de mantener solubles tantos principios activos distintos en semejante concentración. El producto viene en forma de líquido concentrado, para facilitar la dilución en el tanque sin mayor esfuerzo, y ese es su principal reto tecnológico. El registro de moléculas nuevas cada día se hace más costoso. En este contexto, la aproximación al éxito pasa por la excelencia en la fabricación: una buena materia prima, cumplimiento escrupuloso de las GMPs y el refinamiento de la galénica hasta que conseguimos nuestro objetivo. No hay más secretos.
¿Cómo valora el contexto actual que está viviendo el sector ganadero en general y avícola en particular?
Cuando estudiaba se hablaba de crisis cíclicas y desde el primer día que traté con ganaderos, este ha sido el discurso: “que esto no da; que acabaremos cerrando todos…”. La realidad es que cada día se profesionaliza más el sector, especialmente la avicultura. Las exigencias crecen y cada día se le pide más al productor. Pero por otro lado, tenemos un número de bocas hambrientas que crece cada día más deprisa si cabe. Por lo que el mercado no tiene pinta de caerse para no levantarse. Cierto es que se viven procesos de concentración y que los márgenes se ajustan para mejorar la competitividad, pero nuestro producto es de primera necesidad por lo que tiene el futuro asegurado.