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Es momento de reflexión y anticipación en la política agraria de la UE

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Política agraria de la UE - columna de opinión de Mar Fernández

Hace unas semanas hablábamos de la tarea que le podría esperar a los miembros de la nueva Comisión Europea. Hay muchas líneas de trabajo que quedaron enunciadas y no pudieron completarse en el tiempo de la anterior legislatura. La presidenta Úrsula Von der Leyen tiene ya conformado su colegio de comisarios y es momento de prepararse para la actividad regulatoria de los próximos meses y años.

En el discurso sobre el estado de la Unión de 2023, hace ya un año, la presidenta de la Comisión se comprometió con los ciudadanos a iniciar un diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura en la UE. “Tengo la firme convicción de que la agricultura y la conservación de la naturaleza pueden ir de la mano, y ambas son necesarias”, fueron sus palabras.

Así, en enero arrancó este proceso, que se encargó a un grupo de 29 expertos. La Comisión Europea ha reunido a agricultores, comerciantes, organizaciones de consumidores, grupos medioambientales, instituciones financieras y el mundo académico para compartir ideas y escuchar las necesidades de los agricultores, bajo la presidencia del Profesor Peter Strohschneider, que presentó su informe a la Comisión el 29 de agosto.

El informe, titulado “Una perspectiva común sobre la agricultura y la alimentación en Europa” (A shared prospect for farming and food in Europe), presenta un estudio de retos y oportunidades, además de recomendaciones. Las sugerencias serán tenidas en cuenta por la Comisión Europea para elaborar su Visión sobre la Agricultura y la Alimentación, el plan de trabajo que se presentará en los cien primeros días del segundo mandato de la presidenta Von der Leyen.

A primera vista, el informe suena muy parecido en cuanto a sus objetivos a lo que ya dice la Estrategia de la Granja a la Mesa, uno de los detonantes de las protestas del sector agrario por su agresiva implantación en aspectos muy sensibles para los productores, y por la creciente burocracia a la que están sometidos para cumplir los requisitos normativos o para optar a ayudas de la PAC.

El informe no cuestiona los objetivos finales de la Estrategia de la Granja a la Mesa, que siguen siendo “Trabajar juntos por un futuro sostenible, resiliente y competitivo”. Pero añade un enfoque más amplio, que permita llegar al resultado previsto tratando de combinar las necesidades de protección del medio ambiente y la diversidad de la producción europea sin que vaya en detrimento de la actividad agrícola. La UE tiene dificultades para mantener una población que viva de la producción agraria, lo que puede achacarse a las exigencias regulatorias, a problemas de acceso a financiación para acometer las inversiones necesarias y acceder a moderna tecnología e innovación, al envejecimiento de la población agraria y al poco atractivo de la agricultura para los jóvenes.

El informe recoge algunas propuestas para favorecer la transición hacia el modelo de agricultura y de producción alimentaria del futuro, en parte proponiendo a la Comisión más incentivos y apoyos a los productores para mantener su actividad económica, que ayudará a que la Unión Europea mantenga el tejido productivo que es el origen de la cadena alimentaria. Este sector productor es “una parte esencial de la sociedad y la seguridad europeas, y de la diversidad de la alimentación y la agricultura europeas”, activos muy importantes para los ciudadanos comunitarios. El informe vislumbra que la sostenibilidad económica, ambiental y social en el sector agroalimentario puedan reforzarse mutuamente, especialmente si se apoya en medidas políticas coherentes. También destaca el informe el papel de los mercados, los hábitos alimentarios y la innovación para impulsar la sostenibilidad.

El mandato del Diálogo era reflexionar sobre cuatro cuestiones:

Algunas de las propuestas del informe son interesantes y afectan a nuestro sector productivo, entre ellas las que se refieren a la necesaria coherencia entre las normas internas de producción sostenible y las políticas de acuerdos comerciales, en particular las exigencias para los alimentos importados. También se plantean ayudas para implantar las tecnologías que ayuden a la reducción de emisiones de la producción ganadera, y la reforma de los mecanismos de protección frente a crisis, que debe vincularse con sistemas de aseguramiento y gestión de riesgo en la producción agraria, y las inversiones que suponen. Es muy interesante también la creación de un fondo independiente del presupuesto de la PAC (llamado Fondo de Transición Justa Agroalimentaria -FTJA-) que apoyaría temporalmente inversiones para la transición a sistemas con mayores requerimientos de bienestar animal, por ejemplo. Y que se puedan complementar con préstamos a interés reducido para las inversiones en los casos con menor capacidad financiera. Como propuesta general para la futura política agroalimentaria, se propone un cambio de gobernanza con una cultura de cooperación que favorezca la participación de múltiples partes interesadas, desde operadores a instituciones. Debe garantizar la viabilidad y la coherencia entre los diferentes ámbitos de actuación y tener visión de conjunto. La propuesta que se hace en el informe resultante del Diálogo Estratégico es que la Comisión Europea establezca un Comité Europeo de Agroalimentación (EBAF).

Todos estos puntos, y muchos más que se incluyen en este informe, serán evaluados y, en su caso, incorporados al programa de la actual Comisión. Estaremos expectantes para ver cuál es finalmente la receptividad de la Comisión, que conoceremos en unos tres meses. Confiamos en que no sea una ocasión perdida y que recoja de principales demandas y necesidades de nuestro sector agrario.

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