La rama de la industria avícola centrada en la reproducción es una de las más exigentes debido a los elevados requerimientos sanitarios y tecnológicos de los centros de selección y multiplicación genética.
Y no es para menos.
En un paralelismo con la educación, las granjas de reproductoras y las salas de incubación son muy importantes porque son las que sientan las bases del éxito o fracaso de las futuras producciones (de huevos en granjas de ponedoras y de carne de pollo en granjas de broiler).
Las buenas prácticas en estos eslabones son necesarias para lograr un exitoso resultado en el futuro. De la misma manera, los errores cometidos en esta fase se pagarán con creces; si no es de forma inmediata, será con peores resultados en las siguientes fases productivas.
Así se entiende el esmero del trabajo en salas de incubación y granjas de reproductoras, como también se trabaja con esmero la recepción de los pollitos de un día y en especial el manejo de la primera semana de vida post-eclosión.
Sin embargo, entre todas estas fases hay una conexión que a veces se obvia: el transporte.
Es esencial el transporte de huevos incubables de la granja de reproductoras a la sala de incubación, y el transporte de pollitos de un día de la sala de incubación a la granja de engorde o a la nave de recría. En ambos casos el transportista dispone de una mercancía muy frágil que debe ser tratada acordemente.
Tanto los huevos incubables como los pollitos salen de un entorno muy controlado en términos ambientales, humedad relativa y temperatura, y deben llegar a otro entorno con las mismas condiciones…. sigue leyendo el artículo aquí