La gallina castellana negra es una de las razas más antiguas de España. Se dice que Cristobal Colón se la llevó hasta América alentado por Isabel la Católica a la que «le gustaba» especialmente esta ave que estaba entre sus favoritas. Ya en tiempos de Carlos V se extendió por toda Europa.
Pilar Gutiérrez, profesora de zootecnia y producción animal de la Escuela Universitaria de Ingeniería Agrícola de Valladolid, INEA, apunta a sus orígenes árabes. Al menos, así se cree debido a que «donde menos duró la dominación musulmana, esta raza no fue conocida hasta finales del siglo XIX»
A pesar de su potencial, la gallina castellana negra ha sufrido una gran regresión tras la entrada de híbridos comerciales en la avicultura española industrial. De hecho, actualmente figura en el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España del Ministerio de Agricultura como una especie autóctona en peligro de extinción.
Aunque durante la primera mitad del siglo XX, esta ave ocupó un lugar importante como ponedora industrial, con puestas superiores a 200 huevos por año, la realidad es que la raza ha perdido fuerza productiva de forma gradual, según datos recogidos por INEA.
Con el objetivo de recuperar la raza para la puesta en ecológico, esta Escuela Universitaria arrancó un estudio hace ahora seis años, que comienza actualmente a ofrecer los primeros resultados fiables.
Desde la INEA se recuerda el desarrollo de la actividad ecológica en Castilla y León en la agricultura y la ganadería, así como la necesidad de «fortalecer la formación e investigación» en este campo.
No hay que olvidar que la producción de huevos ecológicos es «deficitaria» en la comunidad de Castilla y León, por lo que la creación de granjas o gallineros ecológicos se presenta, según los técnicos, como una importante «oportunidad» de negocio, «siempre y cuando sea rentable».
El estudio se centra, por un lado, en la obtención de proteína de calidad para abaratar costes en el campo de la nutrición animal ecológica y, por otro, en mejorar la puesta de esta raza. Una línea de trabajo que sigue abierta en estos momentos.
En el gallinero de INEA se crían gallinas ponedoras a base de cereales, leguminosas y maíz procedente de la propia finca, aunque también se utiliza torta de soja ecológica, que se trae de fuera, para aumentar el tanto por ciento de proteína en la ración, lo que supone «un elevado coste».
Y es que si una ración no tiene un alto valor proteico de calidad, las gallinas no producen huevos o bajan la puesta en condiciones normales de bienestar animal, como destaca la profesora Gutiérrez, responsable del gallinero. Es necesario, por tanto, complementar el pienso en ecológico que se ofrece diariamente a las gallinas, incrementando los gastos en la explotación.
En esta apuesta por cerrar el ciclo y abaratar costes trabaja especialmente INEA. El año pasado sembró soja en su finca, los resultados de producción no fueron malos pero este proyecto es «muy incipiente» y tendrá que continuar en el tiempo «para determinar su viabilidad».
El 50%-60% de la ración que reciben las gallinas en este entorno se produce en la finca ecológica de la Escuela, y el resto se trae de fuera como complemento alimenticio para los animales.
Fuente: M. calleja, Diario de Burgos.