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La visión del entorno de los pollos de carne

Escrito por: Gonzalo Arellano Peche
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Contenido disponible en: Português (Portugués, Brasil)

Para realizar una crianza de pollos de carne en una granja se implementan los medios de producción adecuados como:

De entre todos ellos el menos valorado y conocido por parte de todos los implicados en el sector avícola —instaladores, ganaderos, técnicos de empresa, veterinarios y responsables de integración—, el “hermano pequeño”, es el sistema de iluminación.

La escasa importancia que se le da a la iluminación se traslada también al campo de la mejora de los sistemas en granja, de forma que si el avicultor decide cambiar las fuentes de iluminación o instalar luces de bajo consumo, dejamos esa decisión en sus manos, exactamente lo contrario que actuaríamos en caso de sustituir bebederos colgantes por tetinas o ventanas de guillotina por entradas de aire regulables y automatizadas, o si mejoramos el aislamiento, calefacción o refrigeración en la granja.

Esta minusvaloración de la importancia de la iluminación tiene que ver también con un cierto desconocimiento de la fisiología y anatomía del ave y de los mecanismos físicos y químicos que se producen en el organismo de las aves para que se desarrolle el sentido de la vista, unido también a una cierta ignorancia de las necesidades de los pollos de carne en este ámbito.

FUNCIÓN DE LA ILUMINACIÓN

La realidad, sin embargo, es distinta: la principal función de la iluminación en las granjas de pollos es la de permitir que los pollos puedan realizar todas aquellas actividades que hacen a diario, como son el beber, comer y relacionarse de la forma más favorable para ellos. La iluminación promueve la existencia de periodos alternativos de oscuridad, que posibilitan el descanso de los pollos, así como el respeto a las condiciones que se encuentran en la naturaleza, permitiendo además el desarrollo de las funciones fisiológicas, hormonales, neuronales, etc., propias de los pollos.

DISEÑO DEL SISTEMA DE ILUMINACIÓN

Por último decir que el diseño del sistema de iluminación, además de tener en cuenta las características propias de las aves y sus necesidades, debe ser sostenible en el tiempo, para lo que debemos optar por las últimas tecnologías (iluminación LED, pero no cualquiera ni de cualquier forma), y poder así aplicar las medidas de ahorro energético que la sociedad y el bolsillo nos agradecerá.

Aparte de los capítulos económico y medioambiental, el sistema de iluminación debe favorecer la mejora del bienestar animal, del desarrollo y de los índices productivos de los pollos de carne.

ANATOMÍA & FISIOLOGÍA

El conjunto de todas las radiaciones electromagnéticas posibles forman lo que se llama el espectro electromagnético, que va desde la onda larga (107 metros) y baja frecuencia (101 hercios) hasta la onda corta (10-15 metros) y alta frecuencia (1023 hercios).

Dentro de este espectro se encuentra el espectro visible, que es la parte que percibimos con la visión y que se sitúa entre los rayos ultravioleta (10-7 metros) y los infrarrojos (10-5 metros), que para el ojo humano va desde los 400 hasta los 750 nanómetros (nm, mil millonésima parte del metro).

Estas células son de dos tipos: conos y bastones.

Los conos se encuentran concentrados en la parte central de la retina (la fóvea) y los bastones se encuentran en la periferia, distribuidos a lo largo de toda la retina.

La visión se produce cuando la luz penetra por el cristalino y llega a la retina, donde se sitúan las células fotorreceptoras, que la absorben y la procesan.

Los colores visibles son: violeta, azul, cian, verde, amarillo, naranja y rojo, según su longitud de onda.

El color blanco está constituido por todas las longitudes de onda del espectro visible.

En el ojo humano existen unos 7 millones de conos y unos 100 millones de bastones. Estas células hacen llegar la información que reciben al cerebro a través del nervio óptico.

Los bastones tienen una alta receptividad a la luz (convergen varios bastones por neurona) pero no distinguen colores (distribución periférica), siendo los conos menos sensibles a la luz pero producen mayor agudeza visual (concentración en la fóvea) y tienen la propiedad de distinguir los colores.

En humanos existen 3 tipos de conos (según el fotopigmento del que disponen): sensibles a rojo, verde y azul, es decir, la especie humana es tricromática.

Según la luz existente se realiza la visión de forma diferente:

Durante el día (con luz) la visión es fotópica, interviniendo en ella los conos (tricromáticos).

Durante la noche (sin luz) la visión es escotópica, en la que intervienen los bastones, produciéndose una visión en blanco y negro, desplazando el espectro visible hacia los azules. Mejora pasando 20 minutos y es máxima a los 45 minutos.

Durante el amanecer y anochecer (en penumbra) la visión es mesópica (o crepuscular), interviniendo ambos tipos de células. Se trata de una visión de mala calidad.

La gráfica de percepción del color (visión espectral) durante el periodo fotópico en seres humanos sería:

La gráfica de comparación de la visión fotópica con la escotópica sería:

La visión escotópica desplaza el pico de percepción hacia la onda corta, por lo que son más visibles los tonos azules, tomando los tonos rojos la apariencia de oscuros y en su mayor parte como invisibles. Esta descripción es para el ojo humano.

El ojo de las aves en general está más evolucionado que en los humanos (que son tricromáticos junto a los primates) y muchos mamíferos (que son bicromáticos y ven en gamas de dos colores, que varían según la especie).

Contiene 5 tipos diferentes de conos, siendo el 4º sensible a la luz ultravioleta, y el 5º, receptor especializado llamado doble cono, es capaz de detectar movimientos muy rápidos (el ojo humano no puede ver más de 25 movimientos por segundo, el ojo de las gallináceas distinguen hasta 100 movimientos por segundo, como el batir de las alas o el parpadeo de las pantallas de 60 Hz).

Pueden detectar los movimientos lentos como los del sol, y pueden ver la luz polarizada, utilizada por las aves migratorias para orientarse en sus desplazamientos. Se especula que pueden ver los campos magnéticos, que también usarían para su orientación.

Anatómicamente además encontramos diferencia en el ojo de las aves en general y de los pollos en particular en comparación con el ojo humano.

El ojo de los pollos está situado lateralmente en la cabeza (lo que le da un mayor ángulo de visión).

Proporcionalmente tiene un tamaño mayor, la densidad de células fotorreceptoras está muy aumentada (dependiendo de la especie puede llegar a quintuplicar la densidad de conos en la fóvea) y por tanto la mayor cantidad de conexiones neuronales hace que el nervio óptico tenga un grosor mayor (al conducir estas señales un mayor número de neuronas).

Además que se encuentra implicada en el procesamiento de las señales que le llegan del ojo una proporción mayor del cerebro, lo que implica una menor dedicación cerebral a la interpretación de los datos que recibe de otros sentidos, como el gusto y el olfato, que por tanto se encuentran disminuidos.

Hay una estructura que diferencia el ojo de las aves (y de algunos reptiles) con el ojo del resto de los animales.

Se trata del Pecten (o peine ocular), que es una estructura pigmentada con forma de peine, constituida por vasos sanguíneos, que sirve para irrigar la gran cantidad de conos que se encuentran en la fóvea.

El hecho de estar pigmentada probablemente tenga como razón el proteger su estructura vascular de la luz ultravioleta, que entra directamente a la retina.

Por todas estas razones la visión desarrollada por los pollos de carne es muy superior a la percepción humana, tanto por la capacidad de ver una parte de las ondas ultravioleta del espectro no visible, como por su mayor capacidad cromática y sensibilidad a los diferentes colores en condiciones de iluminación variadas, como por su mayor agudeza visual.

La percepción del color de las gallináceas, y su comparación con la percepción humana sería:

Por tanto el gráfico comparativo entre el ojo humano y el del pollo de carne, según la sensibilidad de sus 3 y 4 tipos de conos fotosensible, y la longitud de onda a la que se obtiene la máxima sensibilidad, sería:

El pigmento que se encuentra en los bastones es la rodopsina, siendo los pigmentos que se encuentran en los conos conocidos como iodopsinas (fotopsina, proteína y retinal, cromóforo) que además del ultravioleta, específico de las aves, son los pigmentos de onda corta, media y larga, S, M y L, que responden a la luz emitida con diferentes longitudes de onda:

El pigmento rojo (Onda Larga -L-, RED, erytholabe) tiene su pico de absorción en  558 nm en humana (en aves desplazado a onda más larga, 570 nm).

El pigmento verde (Onda Media –M-, GREEN, chlorolabe) tiene su pico de absorción en  531 nm en humana (en aves desplazado a onda más corta, 508 nm).

El pigmento azul (Onda Corta –S-, BLUE, cyanolabe) tiene su pico de absorción en  420 nm en humana (en aves desplazado a onda más larga, 445 nm).

De estos 3 pigmentos el más abundante es el rojo (74%), encontrándose un 10% de pigmento verde y un 16% de pigmento azul, de ahí la mayor sensibilidad y la rapidez y facilidad en la agudeza de los pollos frente al color rojo y sus tonos.

A nivel anatómico los conos de onda corta, sensibles al color azul, se sitúan en la parte más externa de la fóvea (con menor densidad), por lo que tienen peor resolución.

La refracción de la luz azul es lo suficientemente diferente a las luces roja y verde como para que los objetos azules queden ligeramente desenfocados cuando los otros se enfocan.

Sin embargo hay una cierta compensación de los conos de onda corta ya que son mucho más sensibles a la luz que los conos de ondas media y larga.

El pigmento que presenta fotosensibilidad a la luz ultravioleta tiene su pico de absorción en 370nm, completamente invisible para el ojo humano.

Es importante sobre todo en relación a la alimentación y las relaciones sociales y la reproducción y el cortejo, ya que multitud de semillas, flores, insectos, rastros, heces y orina de roedores, así como las plumas de las aves, huevos y los alrededores de los picos de la progenie reflejan luz UV de forma diferenciada y reconocible para las aves, aunque invisible para los humanos.

Una vez que conocida la fisiología de la visión se tendrá que diseñar un plan de iluminación en granja, para lo que se deberá tener en cuenta principalmente tres factores diferentes: el fotoperiodo, la intensidad y la longitud de onda de la luz.

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