La evolución productiva de las ponedoras en los últimos 50 años es simplemente fantástica.
Este proceso está consolidando cada vez más la participación de la producción de huevos como fuente de proteínas de alta calidad y gran accesibilidad.
Este crecimiento, que tiene la mejora genética como gran propulsor, sólo fue posible a partir del seguimiento de todos los pilares que intervienen en este rendimiento: la salud, el manejo y la nutrición.
Los procesos fisiológicos a los que se dirigen estos pilares buscan el equilibrio del aparato reproductor, digestivo y respiratorio como condición “sine qua non” para la máxima expresión productiva.
En esto, el desarrollo de soluciones nutricionales que permitan la máxima expresión de los procesos fisiológicos son un capítulo aparte.
Un movimiento importante en la cadena de producción comercial de huevos, y que sin duda se presenta como uno de los puntos nutricionales más desafiantes, es el aumento de la edad de sacrificio en un solo ciclo de 100 semanas o más.
En este contexto en particular, el metabolismo del calcio asume un papel extremadamente importante, donde en un proceso complejo y equilibrado debemos garantizar un ave con buenas condiciones de locomoción y que siga depositando volúmenes gigantescos de calcio en forma de cáscara de huevo.
Diariamente, el calcio absorbido a través de la dieta aumentará el nivel sérico y se depositará parcialmente en los huesos medulares.
Al aumentar el proceso de formación de la cáscara, y la consiguiente reducción de los niveles de calcio a nivel sérico, el proceso de resorción ósea se establece para garantizar los niveles sanguíneos de calcio y la correcta formación de la cáscara.
Este proceso, cuando se lleva a cabo de forma equilibrada, donde el total de calcio depositado en los huevos no es superior al total de calcio absorbido a partir del alimento, tiende a mantener la calidad de la cáscara y la capacidad de movimiento de las gallinas, y con ello los resultados productivos.
Sin embargo, en sentido contrario al proceso de aumento de la edad de sacrificio, las gallinas ponedoras muestran una reducción de la capacidad de absorción de calcio y este déficit genera un aumento de la resorción ósea. Cuando este déficit se produce de forma continuada, provoca importantes pérdidas de productividad.
La preparación de una ponedora para un ciclo de producción largo es una tarea que comienza el primer día de la pollita y continúa durante todo el ciclo. Al principio de la producción es esencial que la ponedora tenga una buena conformación esquelética.
Este esqueleto debe permitir una adecuada disponibilidad de calcio y, por lo tanto, el ciclo diario de formación y reabsorción ósea debe producirse en condiciones que no generen un déficit continuo que pueda afectar no sólo a la productividad sino también generar un aumento de la mortalidad de las aves.
En este contexto, los huesos medulares juegan un papel primordial en la rápida disponibilidad de calcio y su adecuada formación durante la cría es fundamental para esta productividad duradera. Todo este amplio y equilibrado proceso tiene a la vitamina D3 activa, 1,25(OH)2D3, como gran conductora.
Esta forma activa de la vitamina D3, debido a su acción genómica, actúa directamente sobre la formación de una proteína llamada Calbindina, que a su vez actúa sobre la absorción activa del calcio.
Considerando que la 1,25(OH)2D3 desempeña un papel fundamental en la absorción del calcio y que la formación del esqueleto durante la cría es una estrategia importante para el rendimiento futuro de las ponedoras, se realizó un experimento con Panbonis – producto natural que presenta en su composición la 1,25(OH)2D3 – suministrando el producto entre 5 y 20 semanas a una dosis de 80g/tonelada.
La evaluación de los niveles de calcio en la sangre y de los parámetros óseos demuestra que es posible actuar estratégicamente para llegar a la producción con aves mejor preparadas para el ciclo productivo.
Sin embargo, otros factores son fundamentales para mantener la ruta metabólica de formación de la vitamina D3 activa. El proceso requiere dos hidroxilaciones para que la vitamina D3 alcance su forma activa. Esto se produce a partir de la 25-hidroxilasa y la 1-alfa-hidroxilasa, que dependen del hígado, el riñón y los niveles hormonales adecuados, y estos niveles cambian a medida que las gallinas envejecen y adquieren una importancia aún mayor cuando se pretende aumentar la edad de sacrificio a las 100 semanas.
Por lo tanto, la estrategia de utilizar la 1,25(OH)2D3 directamente en la alimentación de las aves también durante todo el período de producción se presenta igualmente cómo una importante solución para el mantenimiento adecuado del desempeño de las aves.
Tomemos como ejemplo el trabajo realizado con ponedoras Lohmann Brown suplementadas con Panbonis – 100g/ton (Italia, 2021).
Panbonis demostró directamente la mejora del rendimiento de las ponedoras alimentadas con el aditivo nutricional a partir de las 18 semanas de edad, con un mejor mantenimiento de la producción.
Estos resultados apuntan a soluciones para los retos de este panorama en evolución.
Hay muchas soluciones disponibles en el mercado y entender las necesidades de su parvada es la clave para encontrarlas.
Es muy importante mantener un diagnóstico correcto del estado corporal de las ponedoras. Los cambios en los procesos productivos exigen el desarrollo de todo el proceso, que sólo se produce con la observación y el seguimiento continuo.
Equipos preparados y con experiencia para leer no sólo los datos sino también el comportamiento de las aves es de suma importancia, así como la sincronía de todos los equipos de trabajo, la gestión, la nutrición, la salud, porque seguro los desafíos seguirán.