Los pollos de carne han sido seleccionados por su capacidad de ingesta y su velocidad de crecimiento, pero estos caracteres pueden afectar la capacidad reproductiva de sus progenitores.
La caída de fertilidad observada en lotes de reproductores a partir de las 50 semanas de vida productiva se ha descrito:
- Aumento del peso corporal en machos reproductores que disminuyen su habilidad de monta y también el número de montas.
- Machos reproductores subfértiles por pérdida de condición corporal acompañado de regresión testicular.
La presencia de machos con peor condición corporal conlleva una mayor disponibilidad de pienso para el resto de los machos y el riesgo de que éstos cojan más peso, empeorando la uniformidad del lote de machos y consecuentemente su fertilidad. Conseguir un lote de machos reproductores uniformes es un trabajo de manejo que se empieza desde la recría.
Fase de recría
La fase de recría puede dividirse en:
- una fase prepuberal (de 1-12 semanas de vida)
- y una fase de pubertad (de las 13 semanas hasta el momento de la fotoestimulación).
En la fase prepuberal se produce la multiplicación de las espermatogonias y de las células de Sertoli, que se encargan principalmente de nutrir a las células germinales. El número máximo de células de Sertoli se consigue a las 12 semanas cuando se detiene su multiplicación, existiendo una correlación muy alta entre el número de células de Sertoli del testículo y la producción de semen (Howarth 1997).
En este periodo, la preocupación debe centrarse en conseguir un crecimiento acorde con las recomendaciones del estándar de la estirpe y una buena uniformidad, mediante un buen manejo de la alimentación y de las selecciones. Se debe partir de unas condiciones de alojamiento adecuadas, ya que los machos reproductores siempre son muy susceptibles al estrés. En recría la densidad recomendada es de 3,6 – 4,3 machos/m².
También teniendo en cuenta las limitaciones de espacio de cada uno de los sistemas de alimentación que existen:
Es fundamental poner el foco en la curva de peso las primeras semanas, resultando crítico alcanzar el peso estándar a las 4 semanas (objetivo: 700 g) para tener machos con un correcto desarrollo y un buen tamaño de esqueleto que asegure mostrar todo su potencial reproductor.
- Un buen crecimiento en las primeras semanas de vida ayudará a mantener a los machos reproductores más uniformes y a minimizar la pérdida de uniformidad en las semanas posteriores debido a la restricción alimenticia en el periodo de mantenimiento de peso. 700 g
- La fase puberal es el inicio del desarrollo testicular y la formación de espermatozoides, pero hasta la fotoestimulación no es cuando se produce un desarrollo testicular más rápido alcanzando el 75% de su tamaño en tan solo las 4 semanas posteriores al estímulo.
Después de las 12 semanas, el objetivo será el control del peso para evitar machos muy pesados a las 20 semanas de vida con un desarrollo sexual excesivamente rápido y precoz que desajuste una buena sincronización sexual con las hembras.
En el control del peso corporal, no se debe perder de vista el mantenimiento de la correcta condición corporal (fleshing) para tener un lote de machos listos para su maduración sexual y el inicio del ciclo productivo.
- Los incrementos de pienso semanales serán más pequeños (1-2 g/ semana), lo cual obliga a prestar especial atención a su distribución y reparto.
Una buena herramienta es el chequeo de buches después del reparto de pienso, ya que una buena uniformidad de buches es sinónimo de una buena uniformidad de consumo y por ende, una buena uniformidad de peso.
Si se observa una alta competencia por el alimento y la uniformidad es mala, en el reparto puede intentarse reducir esta competencia distribuyendo el pienso a oscuras o manteniendo una baja intensidad de luz durante el tiempo de consumo.
Fase de de producción
El primer paso sería partir de una buena uniformidad de machos reproductores desde el inicio de la fase de producción. Para ello se debe recibir un lote de machos con un correcto desarrollo y lo más uniformes posible.
- Si no fuera así, y el lote se alojara en una granja con varios departamentos o naves, podría realizarse una pequeña selección en el traslado y alojarlos por grupos según su tamaño.
- Esta selección debería hacerse por peso, pero si el proceso no lo permitiera, con seleccionar los machos reproductores por desarrollo de cresta resultaría igual de efectivo, ya que en esta fase el desarrollo de la cresta es proporcional al desarrollo corporal y madurativo del macho.
Una vez que los machos son fotoestimulados se inicia la secreción de testosterona, la hormona protagonista en la mayoría de los procesos relacionados con la reproducción del macho. La testosterona se secreta en las células de Leydig como respuesta al estímulo de la secreción de LH (Hormona Luteinizante) en la hipófisis.
La testosterona es la responsable de la libido, el comportamiento de cortejo, el desarrollo y mantenimiento de los órganos sexuales y los caracteres sexuales secundarios, pero además del comportamiento agresivo de los machos.
Cuando los machos en el momento del acoplamiento son más pesados no suelen tener buena sincronización sexual con las hembras y se verán comportamientos agresivos en el gallinero, este comportamiento agresivo sucede entre los machos con las hembras y también entre machos.
El desencadenante del comportamiento de agresividad se produce por:
- Desarrollo sexual precoz de los machos
- Alto porcentaje de machos
- Desarrollo sexual retrasado de las hembras
Los machos más agresivos serán los dominantes en el gallinero, dejando en ocasiones a los dominados en zonas laterales de la nave y sin acceder con libertad al comedero y bebederos.
Además, estos gallos dominantes con mayor nivel de testosterona en sangre son más activos en el momento del reparto de pienso, lo que hace que se active ese círculo vicioso en que los machos dominantes son cada vez más grandes y los dominados cada vez más pequeños aumentándose la desuniformidad del lote.
En la fase de producción suele hablarse del porcentaje de machos que se deben alojar con las hembras para mantener un buen nacimiento. Pero no se debe dejar de lado que, cuando nos referimos a este porcentaje, es contando con que el 100% de estos machos son activos y tienen una buena condición corporal. Si no es así se debe ajustar el ratio macho/hembra.
Una vez más, es esencial controlar la distribución de pienso para que todos los machos coman la cantidad de ración más aproximada a lo programado:
- Pesar de manera diaria la cantidad de pienso que se va a suministrar a los machos.
- Repartir todo el pienso de una vez intentando llenar todo el circuito de comedero de la manera más uniforme posible.
- Revisar de manera presencial el reparto en la primera semana en la granja de producción y después seguir chequeándolo ocasionalmente.
- Repartir el pienso para el día siguiente en presencia del granjero para comprobar que el pienso está repartido uniformemente. Esto se puede hacer cuando el comedero de machos está suficientemente elevado y baja automáticamente para que éstos coman.
- Evitar que los machos coman fuera de su comedero cantidades de ración no controladas.
- Vigilar la restricción del comedero de las hembras mediante la regulación de la apertura de los platos o con una rejilla de exclusión en la cadena (43×60 mm).
La mejora de la conversión alimenticia en los programas genéticos ha hecho que cada vez los machos coman menos cantidad de pienso para conseguir el peso deseado. Así que muchas veces nos preguntamos ¿cuánto pienso hay que dar de comer a los machos?
El pienso que se debe proporcionar a los machos depende de:
- Edad Peso y condición corporal.
- Época del año o, mejor dicho, temperatura de la nave.
- Actividad de monta y agresividad entre machos.
Es importante que los machos ganen peso desde su madurez hasta el final de su periodo productivo, lo ideal sería una ganancia de unos 25-30 gramos/ semana. Para seguir una regla, se debe alimentar con 75-90 kcal por cada kilogramo de peso vivo, teniendo en cuenta las consideraciones anteriores.
Uno de los mayores problemas que pueden presentarse, es cuando los machos, a muy temprana edad (30 semanas), tienen un exceso de peso. Si se restringe el pienso para llevarlos al peso estándar, algunos de los machos perderán condición corporal y fertilidad, mientras que si se les mantiene pesados pronto aparecerán machos muy pesados con pérdida de habilidad para la monta y por lo tanto infertilidad. Cuando se analiza el peso de los machos, hay que considerar tanto el método de pesaje como la uniformidad, porque a veces con un peso medio correcto pueden presentarse problemas de peso
Cuando la fertilidad cae se debe hacer un análisis profundo de las causas y poner las medidas correctivas tanto para corregirlo como para evitar que se vuelva a repetir en los sucesivos lotes. Entre todas las causas a analizar está el estado de los machos.
A continuación, se muestra un ejemplo de un lote de reproductoras pesadas con 50 semanas de vida en el que el nacimiento empezó a caer de manera pronunciada.
- La granja tenía dos naves y se pudo hacer un nacimiento diferenciado en cada una de ellas.
- En la nave A el nacimiento era del 82,4% y en la nave B del 73,7%.
- En los datos que registraba el granjero se observa que los gallos de la nave A pesaban 4336 g y los de la nave B, 4297 g.
- En principio presentaban un peso muy parecido, lo que no indicaba que la falta de control de peso corporal fuera el motivo de la quiebra de nacimiento.
- Al hacer un pesaje más amplio de machos de cada una de las naves y ordenarlos de menos a mayor se encuentra lo siguiente:
Teniendo un peso muy parecido, la gran diferencia radica en la uniformidad en cada una de las naves. En la nave A la uniformidad era del 80,4% y en la nave B del 51,2%. En este caso concreto, esa falta de uniformidad hacía que hubiese una gran cantidad de machos subfértiles con bajo peso y pobre condición corporal, alcanzando gran retracción testicular, y por otro lado, gran cantidad de gallos muy pesados (por encima de 5000 g) con una menor eficacia en la monta.
En la actualidad cada vez se maneja un menor porcentaje de machos, y a su vez el minucioso control de peso corporal provoca que se tengan que repartir cantidades muy pequeñas de pienso. Eso dificulta el manejo, ya que resulta complicado llenar de manera uniforme líneas demasiado largas de comedero o con demasiados platos. Por eso, la importancia de un buen control del peso de los machos, pero además que estos sean UNIFORMES.