La Micoplasmosis aviar comprende un conjunto de patologías de distribución mundial causadas principalmente por dos especies de Mycoplasmas: M. gallisepticum (MG) y M. synoviae (MS); los cuales son responsables de importantes pérdidas económicas en la industria avícola y afectan principalmente a pollos, gallinas y pavos, además de a otras especies aviares1,2,3.
MG y MS pertenecen a la clase Mollicutes y recientemente han sido reclasificados como Mycoplasmoides gallisepticum y Mycoplasmopsis synoviae4 , diversificando el número de géneros dentro de la familia Mycoplasmataceae.
Los Mycoplasmas son las bacterias más pequeñas, tienen entre 0,2-0,5 µm de tamaño y se caracterizan por la ausencia de pared celular, presentando solamente una membrana plasmática que envuelve su pequeño genoma, lo que también les hace muy sensibles al frío, al calor y a los desinfectantes⁵.
La transmisión de la infección por MG y MS puede producirse de forma vertical o de forma horizontal por contacto directo o indirecto (en menor grado) de animales susceptibles con portadores infectados o fluidos contaminados⁶.
Además, se ha descrito que la entrada de estos agentes, vía tracto respiratorio o conjuntiva mediante pequeñas gotitas o aerosoles, aumenta al incrementarse la densidad de la población de animales⁷.
MG y MS producen alteraciones respiratorias en las aves al actuar como agentes predisponentes, generando estados de inmunosupresión que en sinergia con otros patógenos, como el virus de la bronquitis infecciosa aviar (IBV) o la laringotraqueitis (ILTV) y/o bacterias como Escherichia coli, llevan al desarrollo de un síndrome denominado Enfermedad Crónica Respiratoria.
Sin embargo, ambas especies pueden ocasionar una variedad de sintomatología clínica que incluye, además del proceso respiratorio, disminución de la producción de huevos y ganancia diaria de peso, mortalidad embrionaria e incluso síntomas neurológicos en el caso de MG y problemas articulares, sinovitis, bursitis, cojeras, retraso en el crecimiento y anormalidades en la cáscara del huevo en caso de MS3,6,8,9,7,10,11,12 .
MÉTODOS DE CONTROL
La administración de antibióticos y la vacunación son las principales medidas usadas para el control de la micoplasmosis aviar.
El uso de antibióticos como las oxitetraciclinas, macrólidos, pleuromutilinas y quinolonas7,10 ha demostrado ser de utilidad para controlar los signos clínicos y las lesiones, pero no eliminan la infección y pueden favorecer la aparición de resistencias antimicrobianas, así como la presencia de residuos en el huevo.
Por estos motivos, el uso de alternativas más eficaces como el establecimiento de programas de vacunación, ofrecen soluciones de mayor utilidad a largo plazo11. Tampoco debemos olvidar las medidas de bioseguridad que desempeñan un papel principal en el control de estas patologías.
Actualmente existen en el mercado internacional varios tipos de vacunas frente a MG y MS, ya sean vivas atenuadas, inactivadas e incluso recombinantes, pero solo algunas de ellas están autorizadas y comercializadas en Europa.
Vacunas frente a M. gallisepticum (MG)
La mayoría de vacunas para MG están basadas en tres cepas bien caracterizadas, la cepa 6/85, la cepa ts-11 y la cepa F.
Estas vacunas han mostrado una gran eficacia para el control de la diseminación de MG en pollos, pero no han resultado ser de utilidad para el caso de los pavos13.
VACUNA CON CEPA 6/85
La vacuna con cepa 6/85 es quizás la más conocida y fue desarrollada mediante pases seriados de una cepa de campo de baja virulencia para gallinas y pavos aislada en Estados Unidos⁷.
Esta vacuna muestra protección frente a las lesiones en sacos aéreos y puede llegar a detectarse en el tracto respiratorio hasta 36 semanas postvacunación14.
VACUNA CON CEPA TS-11
La vacuna con cepa ts-11 fue desarrollada en Australia por mutagénesis química y seleccionada por su sensibilidad a la temperatura.
Es una vacuna viva atenuada que ha sido usada en reproductoras y ponedoras13, y se ha descrito que la cepa persiste en el animal durante periodos de hasta 3 meses post-vacunación15 .
Esta vacuna se comercializa en algunos países europeos como Italia pero no en España.
VACUNA CON LA CEPA LA CEPA F
La cepa F fue aislada en Estados Unidos y aunque es altamente inmunógena es considerada una cepa de moderada virulencia, y muy patógena para pavos3 .
La vacuna con cepa F es de uso restringido en ponedoras y no está autorizada en Europa.
Vacunas frente a M. synoviae (MS)
En cuanto a las vacunas frente a MS, podemos encontrar:
LA CEPA MS-H TERMOSENSIBLE
La cepa MS-H termosensible, se desarrolló por mutagénesis química de una cepa de campo australiana 86079/7NS.
Esta cepa ha mostrado la inducción de una gran respuesta serológica, así como su presencia en hisopos traqueales hasta 55 semanas post-vacunación18,19 , y se usa tanto en ponedoras como reproductoras.
LA CEPA MS1
La cepa MS1 es NAD-independiente, obtenida mediante pases in vitro de la cepa tipo ATCC 25204 siendo una vacuna viva atenuada18.
Actualmente no está comercializada en nuestro país.
Otras vacunas inactivadas o bacterinas de MS a partir de cepas campo.
Existen otras vacunas inactivadas frente a MG comercializadas en Europa y por lo general son bacterinas que provienen de cepas de campo. Por otro lado, aunque existen vacunas recombinantes basadas en un vector de Fowl Pox virus, éstas no se comercializan todavía en ningún país europeo17.
Las vacunas vivas frente a la micoplasmosis aviar se aplican mediante aerosol o por gota ocular, de manera que colonizan el tracto respiratorio superior y estimulan el sistema inmune de forma local.
En el caso de las cepas termosensibles, esta característica evita que se produzca una sepsis generalizada y una transmisión transovárica12. Cabe resaltar que la replicación en el tracto respiratorio superior hace que las cepas vacunales puedan ser detectadas mediante qPCR hasta varias semanas post-vacunación.
DIFERENCIACIÓN DE CEPAS VACUNALES Y CEPAS CAMPO
El uso de vacunas vivas para el control de la micoplasmosis aviar, ha hecho necesario el desarrollo de herramientas que permitan una correcta identificación de las cepas de campo en una granja afectada, así como la evaluación de una apropiada colonización por las cepas vacunales en la mucosa respiratoria de los animales vacunados.
Por estos motivos, la diferenciación de cepas vacunales y cepas de campo se ha convertido en un hecho clave para llevar a cabo un buen programa de control en estas enfermedades.
Afortunadamente, la disponibilidad de genomas completos tanto de cepas vacunales como cepas campo de MG y MS, ha permitido el desarrollo de varias herramientas moleculares para su diferenciación.
Los primeros estudios se basaron en la secuenciación de genes específicos de las cepas vacunales de MG (mgc2, crmA) y MS (obg, oppF).
Sin embargo, estudios más recientes han demostrado que la identificación de mutaciones puntuales SNP (Single Nucleotide Polymorphism) en genes altamente conservados, mediante ensayos de PCR que identifican estos SNP en varias dianas de la cepa campo/vacunal, son herramientas más precisas para su diferenciación20,21,22,23.
CASOS CLÍNICOS
En nuestro laboratorio se han utilizado estas herramientas para identificar la presencia de cepas campo o vacunal en 50 casos clínicos positivos a micoplasmosis aviar, recibidos durante el periodo 2021-2022 y en muestras en pool de hasta 5 hisopos traqueales.
- Los casos fueron evaluados para diferenciar la cepa vacunal 6/85 (n=25 casos), la cepa ts-11 (n=12 casos) y la cepa MS-H (n=13 casos), mediante un panel específico para cada tipo de vacuna.
- Cada panel de caracterización constaba de tres ensayos de qPCR diferentes para identificar dos SNP específicos de la cepa vacunal y otro SNP en la cepa campo.
El 56% (14/25) de los casos analizados con el panel de MG 6/85 fueron identificados como cepa de campo y el restante 44% (11/25) como cepa vacunal.
Aunque se desconocía el estado vacunal de la mayoría de las granjas, los resultados son compatibles con el amplio uso que se hace de esta vacuna en nuestro país.
Por otro lado, los resultados de qPCR mostraban que la cuantificación media de MG en los casos identificados como cepa campo (4,1E+05 copias/ml) era relativamente mayor que en los vacunales (3,5E+04 copias/ml).
Sin embargo, es importante destacar que los rangos de ciclo de cuantificación (Cq) encontrados en ambos casos fueron muy amplios (Tabla1).
Estos datos indican que un Cq alto en la muestra, que se corresponde a baja carga bacteriana, no es siempre indicativo de la presencia de cepas vacunales.
Es interesante también resaltar en este estudio la identificación de la cepa vacunal ts-11 en dos casos clínicos procedentes de explotaciones distintas.
- Aunque esta vacuna no se comercializa en España, su hallazgo indica que se está empezando a utilizar en nuestro país, posiblemente vía importación autorizada desde otros países europeos.
- Recientes investigaciones sobre esta cepa ts-11 están generando debate por una posible reversión de su virulencia y la presencia de una progenie vacunal, designada como “ts-11like”, la cual podría generar problemas en el diagnóstico de este agente16,24.
En el caso de las muestras evaluadas con el panel de MS-H, solo uno de los casos fue positivo a la cepa vacunal.
- El uso de esta vacuna ha demostrado gran eficacia en el control de la enfermedad, pero también induce una respuesta serológica casi indistinguible de las ocasionadas por las cepas de campo, complicando el diagnóstico de este agente25.
- El uso de las técnicas moleculares de diferenciación anteriormente descritas, pueden ser complementarias a las actuales metodologías diagnósticas de MS.
CONCLUSIONES
La utilización de herramientas que permitan cuantificar y diferenciar cepas vacunales de cepas campo, es de gran utilidad para mejorar el conocimiento de la epidemiología de las infecciones por MG y MS.
Por otro lado, su uso para evaluar la diseminación y amplificación de las cepas vacunales en las poblaciones vacunadas, puede complementar los actuales métodos serológicos con el fin de alcanzar una correcta monitorización de los programas vacunales aplicados en cada explotación.
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