En este texto continuamos el análisis iniciado en el capítulo anterior sobre los aspectos relevantes que podrían afectar al mercado del huevo en la UE. Tras exponer las previsiones sobre la oferta, nos centramos ahora en las previsiones de evolución del consumo.
Los expertos pronostican que la demanda mundial de alimentos de origen animal en 2030 será un 40% mayor que la actual, porque habrá un 30% más de población global que demandará más proteína animal. Especialmente en los países con economías emergentes, cuya creciente población con mayor nivel de renta enriquecerá su dieta comiendo, sobre todo, más pollo y huevos.
Sin embargo, en los países desarrollados de América del Norte, Europa, Asia y Oceanía la evolución del consumo no girará tanto en torno al volumen, sino a la respuesta a las demandas sociales y regulatorias para los alimentos de origen animal. El consumo aumentará moderadamente, ligado a mejoras en la sostenibilidad, el bienestar y la sanidad de los animales, y a aspectos como la conveniencia, el placer o la salud. Son mercados maduros que están exigiendo cada vez más a los productores, especialmente en aspectos regulatorios (tema ya tratado en el artículo previo), y también a los operadores posteriores de la cadena. Por ejemplo, mediante recomendaciones o normas que promueven dietas basadas en alimentos vegetales (sustituyendo parte de los de origen animal por imitaciones o sucedáneos a partir de vegetales), poco procesados, de proximidad, o con garantías concretas sobre su impacto ambiental o modo de producción.
El consumo europeo puede ir a menos
Las previsiones de la Comisión Europea indican que los europeos consumiremos cada vez más huevos, aunque el crecimiento será modesto, de un 0,3% anual en la próxima década, frente al 0,9% de la anterior.
Los datos de consumo varían por grupos de población. En España y en otros países próximos el consumo de huevos es alto en los hogares formados por personas de mayor edad, mientras que los adultos y jóvenes independientes, parejas jóvenes sin hijos y familias con hijos pequeños consumen bastante menos.
El MAPA muestra en su Informe del Consumo Alimentario en Hogares de 2023 los siguientes datos:
Esta situación nos aboca a un menor volumen consumido en el futuro si no aumenta el consumo de los más jóvenes o crece la población.
La demanda de huevos europeos en el futuro tiene también que ver, como la oferta, con algunas políticas de la Unión Europea (y de sus estados miembros), entre las que destacamos:
- Reducción de las ayudas a programas de promoción de productos agroalimentarios de la UE que han ayudado a los sectores de la carne, lácteos y huevos a comunicar sus ventajas nutricionales y las del modelo de producción europeo, no siempre conocido y valorado por los consumidores. Y han contribuido también a impulsar los mercados exteriores.
- Políticas de modificación de la demanda, como promover la sustitución del consumo de alimentos de origen animal por vegetales. También la apuesta por el consumo de alimentos ecológicos, sensiblemente más caros que los convencionales, lo que reduce el volumen comprado. Los cambios suelen implementarse inicialmente en comedores institucionales y colectivos previamente a su generalización o regulación. Un ejemplo es la decisión de la organización de las Olimpiadas en París de restringir la carne y los huevos en el menú de los atletas olímpicos…¡para reducir la huella de carbono de los Juegos!
- Comunicación negativa sobre la producción ganadera profesional, relacionándola con efectos indeseados en la sanidad y el bienestar animal, la seguridad alimentaria y la salud o el medio ambiente y la sostenibilidad. En bastantes documentos y estrategias oficiales (tanto de la UE como de administraciones nacionales, regionales y locales) se replican algunos argumentos de las campañas del activismo antiganadería con planteamientos próximos al veganismo, que desacreditan la producción y consumo de productos de origen animal. Los más jóvenes están especialmente sensibilizados ante estos mensajes.
- Promoción de un modelo de consumo de productos locales y de agricultura familiar, en sistema extensivo o ecológico, vinculándolo con mayor sostenibilidad y ventajas para animales y humanos. Esta estrategia deteriora la imagen de los productores de mayor dimensión (que se asocian con “macrogranjas”, “modelo industrial” y menor bienestar, seguridad alimentaria y protección del medio ambiente).
Todos estos puntos impactan negativamente en la demanda de los alimentos de origen animal, y del huevo entre ellos. En buena parte son consecuencia directa de la estrategia “De la granja a la mesa”, que la Unión Europea presentó en 2020 para el medio y largo plazo y sobre cuya continuidad deben debatir la Comisión y el Parlamento europeos actuales, que inician su andadura con la promesa de escuchar más a los ciudadanos, de simplificar las regulaciones y de mejorar la competitividad europea.
En resumen, los cambios políticos y sociales están definiendo el futuro de la producción de huevos. Un sector orgulloso de los importantes logros alcanzados en los últimos años, que afronta retos cruciales: Ser atractivo para la sociedad (para lo que debe explicar más y mejor lo que hace y cómo lo hace) y desarrollar su actividad en un contexto regulatorio y de demanda social muy exigente. Por ello, debe poner el foco en la comunicación (sobre el sector y también sobre el huevo) y ser capaz de actuar unido y coordinado con los demás sectores de la producción animal. Porque todos están sometidos a similares desafíos y tienen la voluntad de seguir suministrando alimentos básicos que cubran las demandas, a veces contradictorias entre sí, de los consumidores, de los detallistas y de los reguladores.