José Ignacio Barragán Cos, Veterinario asesor avícola
Visto desde este punto de vista, un tanto simplista, la labor de los nutricionistas es sencilla; Se trata de proporcionar a los animales los nutrientes, cuyas necesidades se encuentran con facilidad en la literatura, por medio de una determinada combinación de materias primas, cuyas características están también publicadas, y tratar de hacerlo con el menor coste posible.
Desgraciadamente, esto no es tan sencillo, y un gran número de factores vienen a condicionar el trabajo de los que se dedican a la nutrición de los pollos de carne. Desde factores tan ajenos al mismo como las normas y regulaciones de los diferentes países o zonas, a otros mucho más cercanos al productor, como las necesidades globales de la empresa, los contratos de integración con los granjeros, la época del año o muchos otros.
Los pollos son sensibles a la forma física del pienso, al tamaño y dureza de sus partículas.
Uno de los factores que deben tenerse en cuenta siempre a la hora de fabricar un alimento es la presentación física del mismo. Los pollos de carne son relativamente poco sensibles al sabor de los piensos, o a su olor, pero son en cambio mucho más a la forma física, al tamaño o a la dureza de las partículas del mismo.
Alimentos aparentemente muy bien fabricados, con excelente presencia (desde nuestro punto de vista) pueden ser rechazados por los pollos, sin que a veces resulte sencillo averiguar por qué. Un clásico de lo que estamos hablando es el rechazo de migajas por pollitos de pocos días en caso de que la misma sea excesivamente grande o muy dura. Esto es un problema relativamente serio, ya que con las materias primas disponibles, y los niveles de energía empleados en las dietas de pollitos de un día, las posibilidades de tener alimentos muy duros son elevadas.
Actualmente en dietas de arranque, la posibilidad de tener alimentos muy duros es elevada.
Este rechazo se produce por lo extremadamente sensible que es el pico de los pollitos en los primeros días de vida a la dureza del alimento. Siempre que exista la duda, es muy útil realizar análisis de dureza de las migajas empleadas (ojo, no confundir dureza con durabilidad, una se refiere a la consistencia del gránulo, la otra a su capacidad de resistir sin romperse)
La durabilidad (medida con el Índice de Durabilidad) suele tener valores de más de 95% en un buen pienso. La dureza medida en kg de presión transversal con un durómetro, debería ser superior a 1,5 para obtener una buena durabilidad, pero hay que procurar que no pase de 2 para evitar rechazos.
Otro caso característico de alimentos muy duros es el pico de consumo de agua que se produce a veces al pasar de los alimentos en migaja a los de gránulo, si este es especialmente duro. Los pollos sienten el buche muy lleno y beben una mayor cantidad de agua en un intento de reducir esta sensación. Como consecuencia, el consumo de agua aumenta bruscamente y se pueden producir problemas de camas húmedas, sin que exista una enteritis evidente.
Un pico de consumo de agua es señal de un gránulo de pienso demasiado duro
Hay otro factor de gran importancia relacionado con la presentación física del alimento y su digestibilidad, que es el tamaño de la partícula empleada en la dieta.
Los pollos se alimentan normalmente con dietas granuladas, ya que se piensa que estas dan como resultado un mejor crecimiento y una menor conversión del alimento. Este es una idea muy extendida, de modo que todos los nutricionista y gerentes de fábrica tratan de garantizar una correcta granulación de los alimentos empleados.
La correcta granulación pasa por varios condicionantes técnicosen cuanto al proceso de fabricación del pienso, como temperaturas, presiones o humedad de los alimentos en la granuladora, que están fuera del objeto de este artículo. Pero uno de los factores que se considera adecuado para una buena granulación es una molienda fina de las materias primas. Por esta razón, engeneral, las dietas granuladas parten de molturaciones agresivas.
El problema es que un tamaño de partícula muy fino resulta en primer lugar contraproducente para el consumo.
Los pollos alimentados con dietas en base a trigo, y con niveles de energía relativamente bajos (es decir, con poca grasa) pueden encontrase con alimentos granulados que presenten gránulos duros y polvo muy seco en el comedero. Los animales tendrán que decidir comer dos presentaciones físicas que les resultan poco atractivas, y como consecuencia el consumo bajará, los pollos seleccionarán el alimento, este se perderá en los comederos, y el resultado empeorará. Por otra parte, el polvo restante en el comedero quedará en las zonas inferiores del mismo, pudiendo fermentar o contaminarse con mayor facilidad. Es por ello que resulta muy interesante dejar terminar los comederos al menos cada dos o tres días, evitando la acumulación de finos en el mismo.
Para evitar esto, en la medida de lo posible, debemos intentar que los alimentos tengan menos del 15% de finos en los platos, tomando muestras representativas de las conducciones (no directamente de los platos donde siempre se habrá producido una selección) y valorando este parámetro en la granja, no en la fábrica de piensos.
La presencia de partículas muy finas en el pienso también es contraproducente para la eficacia de las dietas.
La digestibilidad de los piensos en pollos está muy relacionada con el relativo corto tiempo de presencia del alimento en el intestino. En general, la velocidad de tránsito del bolo alimenticio es elevada, lo que reduce la posibilidad de realizar una buena digestión y absorción de los nutrientes.
El contacto de estos con la mucosa se incrementa a través de los movimientos antiperistálticos del intestino, que hacen retroceder el bolo alimenticio. Pues bien, estos movimientos antiperistáticos se asocian con las contracciones de la molleja, que a su vez se asocia con el tamaño de la misma. Mollejas más grandes producen contracciones mayores que estimulan los movimientos de retroceso.
Se ha comprobado que incrementos del tamaño de las partículas de la ración produce un aumento del tamaño de la molleja, e indirectamente, una mejora de la digestibilidad de la dieta. Esto es evidente en el caso de los alimentos donde se mezcla pienso en gránulo con trigo entero, práctica bastante habitual en España y que mejora los rendimientos zootécnicos de los lotes.
Partículas más grandes favorecen el aumento del tamaño de la molleja, e indirectamente, una mejora de la digestibilidad.
Un trabajo de Penz y Riberiro muestra la relación entre el tamaño medio de las partículas y la molleja de los pollos (Ver tabla 1)
Conforme sube el tamaño de las partículas mejora el peso de las mollejas.
Hemos visto que esto puede producir una mejora de la digestibilidad, tal como vemos en el siguiente trabajo, que relaciona el tamaño de las partículas con los rendimientos zootécnicos ( Ver tabla 2, Dalhke, 2000)
Evidentemente, esto entra en contradicción con los resultados obtenidos al reducir la calidad del gránulo, tal como indica el trabajo de Teeter, que se suele emplear siempre.
En vista de todo lo anterior, es muy interesante plantear, dentro de un programa eficaz de control de calidad del alimento, un protocolo de análisis de tamaño de partículas en los piensos, tanto granulados como en harina.
En el caso de los gránulos para determinar las partículas de tamaño inferior a 1 mm, que serán consideradas como finos (y cuyo valor máximo sería un 15%) y en las harinas para evaluar la proporción relativa de los diferentes tamaños.
En mi personal opinión, una harina con una buena estructura debería tener al menos un 30% de partículas de más de 3 mm, un 15% de menos de 1 mm y el resto bien distribuido entre las partículas de 1 a 2 mm y de 2 a 3 mm.
En relación con un alimento en gránulo, si hacemos el mismo análisis de tamaños de partícula, deberíamos intentar que el máximo sea un 15% de partículas de menos de 1mm. Las partículas de más de 2 mm deberían ser prácticamente el resto, con una pequeña cantidad en el valor intermedio (entre 1 y 2mm), que no debería ser mayor del 5%
En caso de analizar el tamaño de partículas constitutivas de un pienso en gránulo, no el mismo gránulo, si no sus componentes (deshaciendo previamente el mismo), un tamaño medio óptimo debería ser superior a 1 mm (de preferencia 1200 micrones)
Parece que, como siempre, en el término medio está la razón. El objetivo debería ser trabajar con tamaños de partícula más grandes en la molienda, a la vez que se garantiza el óptimo de calidad de los gránulos producidos. Esto no siempre es posible, sobre todo en algunas fábricas de alimentos. Para donde sea realmente imposible obtener piensos de calidad con partículas groseras, el empleo de alimentos en forma de harina grosera puede ser una buena alternativa, sobre todo a la vista de las características fisiológicas de los pollos que se emplean actualmente.
Por ello, mentes abiertas a las alternativas, es la mejor sugerencia que se puede hacer en relación con la calidad de la presentación física del pienso.