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Tendencias de consumo de productos avícolas a nivel mundial

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 «Es tentador dejarse llevar por la idea de que todo el consumo de productos avícolas se desliza hacia la solidaridad, pero necesitamos aún mucho más dinero en el planeta antes de pensar que esa línea de pensamiento sea mayoritaria»

Ponencia presentada por  José Ignacio Barragán Clos -Consultor Técnico Avícola- durante el LPN Miami Congress & Expo 2018 

 

Son muchos los intentos de definir cuáles serán en los próximos años las tendencias de consumo de los ciudadanos del mundo, para poder prepararse para los posibles cambios y ofrecer siempre un producto lo más ajustado posible a los deseos y necesidades de los consumidores.

Desafortunadamente, aparte de no tener una bola de cristal que nos asegure lo que ocurrirá en el futuro, estas tendencias dependen mucho de las dinámicas económicas y culturales de cada país individual. Pretender indicar aquí por tanto las posibles tendencias generales de consumo es una pretensión tal vez demasiado grande. Voy por tanto a formular, de una forma mucho más humilde, mis propias ideas sobre este asunto, que no pretenden ser de ninguna manera científicas ni absolutamente ciertas, pero que espero que sirvan para aportar elementos a la discusión

Los tipos de consumidores

El primer problema que se plantea, a la hora de definir tendencias de los consumidores, es que estos no son ni uniformes, ni únicos, ni universales, por más que la globalización nos haga pensar en un planeta monocolor, donde las premisas básicas de consumo son idénticas en todas partes. Desde mi personal punto de vista, los consumidores responden ante los alimentos en función básicamente de su nivel de renta. Hace algunos años, la FAO indicaba que el límite de renta de 8 dólares por día indicaba el punto de inflexión en el consumo.

Con rentas inferiores a este nivel, cada incremento de la misma se emplea fundamentalmente para mejorar la alimentación de las personas, y sólo por encima de este límite, se comienza a gastar en otras cosas en cantidades importantes. No creo personalmente que la cosa haya cambiado de forma significativa en este tiempo. Podemos clasificar por tanto a los consumidores en función de su nivel de renta disponible en los siguientes grupos:

Recordemos a este respecto la eterna controversia sobre el colesterol y los huevos o las hormonas y la carne de pollo….

Es evidente que nuestros mensajes no pueden ser iguales si nos dirigimos a un cliente consumidor de cada uno de estos grupos, y que, si bien parece que la tendencia la marcan los últimos, finalmente, y a nivel mundial, la gran masa de consumo de carne de pollo se encuentra entre el segundo y el tercer grupo. Es tentador dejarse llevar por la idea de que todo el consumo se desliza hacia la solidaridad, pero necesitamos aún mucho más dinero en el planeta antes de pensar que esa línea de pensamiento sea mayoritaria. En la mayoría de los países, la discusión se encuentra en si la mayor parte de la población se encuentra más en el grupo de los seguros o de los egoístas.

Esto definirá el grado de sofisticación, diversificación, seguridad o nivel de precio de nuestros productos, y nos ayudará a posicionar mejor nuestros productos. A título de ejemplo, en un estudio realizado en España hace algunos años sobre hábitos de consumo de pollo y razones para el mismo, una de las respuestas no dirigidas sobre por qué comer pollo, resultó ser “porque es sano”, y muy al final de las razones de su empleo estaba “porque es barato”. A mayor abundamiento, resultan ser las clases sociales media y alta las que, en términos relativos, consumen más pollo en mi país.

Conclusión

El pollo se consume en España, sobre todo por ser considerada una carne más saludable y fácil de usar, y se consume más en términos relativos en sectores de la población de mayor renta. Y nosotros tratando de asegurarnos sobre todo, de hacerlo barato…

Otro tanto podría hacerse en relación al consumo de huevo, con sus correspondientes razones para consumirlos o no.

Creo fundamental hacer este tipo de estudios de forma periódica en cada país, ya que las tendencias de consumo van a ir cambiando progresivamente, en función de aspectos económicos, culturales, sociales, etc. Pero tampoco conviene adelantarse a los deseos de los consumidores, tal vez acabemos gastando mucho más dinero en producir algo que en realidad la gente no nos demanda. Salvo imposición administrativa, que aunque a veces son difícilmente explicables, al menos son generales para todos, cada paso que demos en una dirección debe ser sólidamente demostrado en términos de exigencia real del consumidor.

¿Qué nos pide el consumidor hoy en día?

Como acabo de explicar, no es sencillo indicar un tipo de consumo estándar a nivel mundial, pero sí se pueden observar algunas tendencias generales, en muchos lugares del mundo.

Por supuesto, estas necesidades y deseos de los consumidores no tienen que ser nuestro único objetivo. El cumplir las normativas, cada vez más exigentes, de las administraciones públicas es también una necesidad imperiosa, y estas a su vez dependen en parte de las necesidades y deseos de los consumidores (o al menos de aquella parte más bullanguera de los mismos). Otras veces, las normativas buscan asegurar la mayor higiene y seguridad de los consumidores, o garantizar unos estándares mínimos de bienestar de los animales. Su cumplimiento normalmente encarece el coste, y debe ser bien explicado a los consumidores, para que estos sepan, por un lado, lo que estas medidas representan en términos de coste y, por otro, mejoren su percepción de los productos.

No hay que olvidar que, aún hoy, numerosos consumidores en el mundo creen que los pollos de carne reciben de forma habitual hormonas. No sólo tenemos un duro trabajo de conocimiento de las demandas del público y de adaptación a las mismas. No podemos perder de vista la labor de información y sensibilización hacia la producción animal en su conjunto, y la avicultura en concreto, que matice y reconduzca la enorme información negativa que día a día se vuelca sobre este sector.

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