Con la llegado del otoño, desde el Norte de Europa y Eurasia migran las aves hasta nuestras tierras. Pero, sin saberlo pueden transportar patógenos, como los distintos virus de la influenza aviar, de un lugar a otro actuando como portadoras.
EE.UU. lleva meses luchando contra la influenza aviar, gastando una verdadera fortuna en el control de esta enfermedad -50 millones de aves sacrificadas, entre pavos, ponedoras y pollos de engorde- y ahora se han dado cuenta que los protocolos de bioseguridad, además de otros sobre el manejo de aves escritos en papel o en los ordenadores, no se cumplían.
Protocolos en las explotaciones avícolas americanas con gran número de medidas de bioseguridad que no se llevaban a efecto. Han comprobado que sólo el 43% de las granjas afectadas por el virus, al ser auditadas cumplían las medidas de sus protocolos de bioseguridad.
¿Y nosotros qué? ¿Estamos preparados para una posible entrada del virus de Influenza aviar en nuestras explotaciones? ¿Tenemos en perfecto funcionamiento las medidas establecidas en nuestros programas de bioseguridad?
No podemos relajarnos en el control de las medidas necesarias para garantizar la bioseguridad.
Hay que estar siempre atentos, pues los patógenos están ahí y hoy viajan además en un mundo globalizado a mayor velocidad y a mayor distancia de la que podemos esperar.
Pero hay un gravísimo problema para nuestro sector avícola que son las “gallinas caseras o aves de traspatio“. ¿Quién controla estos núcleos de aves?, si las administraciones no saben incluso si existen…
En la actualidad el desconocimiento sobre la existencia de estos núcleos pequeños de aves, pero presentes en las distintas comunidades, supone un potencial peligro para un sector avícola que cada día invierte más en medidas de control de la sanidad de sus aves y que cada día cumplimenta mejores programas de bioseguridad en sus explotaciones.
Por ello debemos de urgir a los responsables de las distintas administraciones a que identifiquen todos los núcleos avícolas existentes sin ningún control en la actualidad, pues ellos serán los puntos de ignición para la extensión de la enfermedad, como se ha visto en los países afectados.
El peligro está de momento ahí afuera y conocemos sus terribles consecuencias sanitarias y económicas, si la enfermedad asoma. Así que luego, conociendo sus consecuencias, no habrá lugar a lamentaciones si desgraciadamente la enfermedad nos afecta… y entonces recordaremos lo que se tenía que haber hecho y haber controlado.