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La inclusión de fuentes lipídicas en la dieta de las gallinas ponedoras es una práctica común, dado que promueven una mayor densidad energética, una mejor conversión alimenticia, palatabilidad del alimento y también facilitan la absorción y digestión de componentes no lipídicos, además de ser fuentes de ácidos grasos esenciales.

Además de las funciones ya mencionadas, los lípidos tienen acciones únicas en el organismo que sólo son realizadas por ellos, como por ejemplo:

  • El aporte de vitaminas liposolubles y ácidos grasos esenciales;
  • Promover la absorción y el uso de sustancias liposolubles como vitaminas, caroteno y ácidos grasos;


  • Estimula la liberación de la hormona colecistoquinina (CCK), que tiene efectos sobre el aumento de la liberación de jugo pancreático rico en enzimas;
  • Reducción de la velocidad de paso, favoreciendo la digestión y absorción (Bertechini, 2012), entre otros.

La mayor parte de la síntesis de los lípidos en las aves tiene lugar en el tejido hepático. Debido a que la lipogénesis ocurre casi exclusivamente en el hígado, las aves están más predispuestas a sufrir trastornos metabólicos como la lipidosis hepática (Bertechini, 2012).

 

La adición de aceites o grasas al alimento balanceado como fuente de ácidos grasos insaturados es fundamental para obtener una adecuada nutrición y producción animal (Nogueira et al., 2014).

En el periodo previo al inicio de la puesta, las pollitas reducen su consumo de alimento, debido al estrés metabólico de la producción. Este hecho sugiere la necesidad de elevar los niveles de energía dietética para que el ave pueda acumular reservas para la producción.

Se observa que el estrés actúa sobre la fisiología de las aves en todas las etapas de la crianza, lo que produce reacciones metabólicas de oxidación que, en niveles elevados, perjudican el rendimiento y aumentan la predisposición a enfermedades, ya que el estrés oxidativo altera el funcionamiento del sistema inmunológico (Souza, 2022).

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Una advertencia importante que es una característica común de los no rumiantes es que el perfil de ácidos grasos de la dieta influye directamente en el perfil lipídico depositado tanto en la canal como en los huevos.

El huevo es considerado uno de los alimentos más completos, ya que además de ser un alimento natural y una fuente de proteínas de bajo costo, también contiene grasas, vitaminas, minerales y una reducida concentración calórica.

Es una importante reserva de nutrientes que promueven la salud y previenen enfermedades, actuando en actividades antibacterianas, antivirales y en la modulación del sistema inmunológico (Amaral et al., 2016).

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Debido a su composición, rica en ácidos grasos esenciales, los huevos están sujetos a oxidación lipídica poco después de la puesta.

De acuerdo con Amensour et al., (2010), aunque los procesos oxidativos no se ven como un obstáculo, cuando se añaden a la dieta ingredientes ricos en ácidos grasos insaturados y, consecuentemente, la producción de huevos enriquecidos en estos ácidos de cadena larga, puede haber una mayor susceptibilidad al deterioro oxidativo, afectando la calidad de los huevos y resultando en la producción de compuestos tóxicos

La oxidación es un mecanismo que puede ocurrir en tejidos vegetales y animales y también en subproductos obtenidos de los mismos, como grasas y aceites.

Los catalizadores, como la luz, el calor, los radicales libres, los iones metálicos y los pigmentos, con la presencia de oxígeno, inducen un proceso complejo que llamamos oxidación lipídica (Laguerre et al., 2007).

La oxidación lipídica durante el procesamiento y almacenamiento de alimentos es de gran importancia. A medida que los lípidos poliinsaturados se oxidan, forman hidroperóxidos, que son susceptibles a una mayor oxidación o descomposición en productos de reacción secundaria como aldehídos de cadena corta, cetonas y otros compuestos oxigenados que pueden afectar negativamente la calidad general de los alimentos, incluido el aroma, el sabor y el valor nutricional y la producción de compuestos tóxicos (Vercellotti et al., 1992).

 

La exposición a la luz, las condiciones de almacenamiento, el procesamiento, el tiempo y la temperatura del huevo pueden ocasionar daños oxidativos.

La utilización de compuestos antioxidantes que se encuentran en la dieta o incluso sintéticos es uno de los mecanismos de defensa contra los radicales libres que pueden ser empleados en las industrias de alimentos, cosméticos, bebidas y también en la medicina, siendo que muchas veces los propios medicamentos aumentan la generación intracelular de estos radicales (Doroshow , 1983; Halliwell et al., 1995;Weijl et al., 1997).

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El mercado actual quiere asegurar la confiabilidad de los productos generados por las cadenas de producción de alimentos de origen animal a través de certificaciones y regulaciones internacionales que también consideren el bienestar animal como una política de responsabilidad en cuanto a la calidad y seguridad de los alimentos.

Ante lo anteriormente expuesto, se observa un avance en investigaciones encaminadas a incluir productos alternativos viables en la dieta de las ponedoras, como extractos de plantas (Fukayama et al., 2005) y vitaminas que han demostrado tener acción antimicrobiana, antioxidante y que promueven mejoras en el rendimiento y la respuesta inmune de los animales (Brugalli, 2003).

Minerales como el selenio, cobre, zinc, manganeso y hierro, así como vitaminas C, E y A, carotenoides como el betacaroteno, licopeno y luteína, y taninos como las catequinas, destacan por su papel en la defensa contra oxidación. (Halliwell y Gutterdge, 1999).

Los compuestos que se encuentran en las células de las plantas, como el licopeno, la xantina, el betacaroteno, la luteína, la criptoxantina, la zeaxantina y la astaxantina, que son precursores de la vitamina A, también son antioxidantes, ya que pueden oxidar los radicales de oxígeno, lo cual es esencial para neutralizar estas moléculas dañinas. (Valduga, 2009).

Las sustancias fenólicas son productos del metabolismo secundario de las plantas y se pueden encontrar en los tejidos vegetales, tanto libres como ligadas a azúcares y proteínas. Estas sustancias poseen propiedades antioxidantes, ya que actúan como agentes redox (reducción-oxidación ), contribuyendo a la neutralización de radicales libres en el organismo (Silva, 2010).

Con el fin de mejorar el rendimiento de las aves y la calidad de los huevos, debido a la presencia de actividad antioxidante, se han realizado numerosos estudios con la inclusión de compuestos vegetales en la alimentación para ponedoras.

Radwan et al. (2008) constataron que la inclusión de orégano, romero, tomillo o azafrán puede mejorar el desempeño productivo de las gallinas, ayudar a la estabilidad oxidativa de los huevos y reducir la oxidación de los lípidos de la yema durante el almacenamiento.

Özeku et al. (2011) informaron una mejora significativa en la altura del albumen y los valores de las unidades Haugh en huevos de gallinas ponedoras alimentadas con una mezcla de aceites esenciales de orégano, laurel, salvia, mirto, hinojo y cítricos.

Zhao y cols. (2011) concluyeron que agregar jengibre en polvo al alimento para ponedoras aumentaba la masa de huevos producidos y la estabilidad lipídica del alimento y de los huevos durante el almacenamiento.

Freitas et al., (2013) verificaron que la adición de antioxidante sintético o extractos etanólicos de mango mejoraba la calidad del albumen y la estabilidad lipídica de los huevos.

Papadopoulou et al. (2017) observaron que la inclusión de los polifenoles contenidos en las aceitunas a través de su inclusión en la dieta vía agua de bebida de las gallinas ponedoras contribuye a reducir el daño inducido por el estrés oxidativo.

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La suplementación con polifenoles del té (600 mg/kg) alivia parcialmente los efectos adversos, que se reflejaron en una mayor actividad de las enzimas antioxidantes, regulando positivamente la expresión de genes relacionados con los antioxidantes en las gallinas ponedoras y aumentando los aminoácidos libres en la yema del huevo, según estudios de Zhou. et al., (2021).

Se ha investigado la acción antioxidante de otros compuestos, como el aceite de semilla de maracuyá, que son ricos en tocoferoles, fitoesteroles, carotenoides y compuestos fenólicos, y conocidos por proteger el organismo contra la acción oxidante (Da Silva & Jorge, 2017).

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Los extractos de plantas y los aceites esenciales se han utilizado durante mucho tiempo en la medicina humana y, más recientemente, se han explorado en la producción animal.

El uso de aditivos alimentarios fitógenos o plantas herbáceas ha recibido recientemente mucha mayor atención como alternativas a los antibióticos tradicionales, probióticos y prebióticos y sin duda será una alternativa saludable para la producción avícola de calidad en el futuro cercano.

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