Estamos convencidos de que una correcta bioseguridad es la suma de pequeñas acciones, cuyo conjunto da lugar a la consecución de los objetivos perseguidos.
El recién publicado Real Decreto 637/2021, de 27 de julio, por el que se establecen las normas básicas de ordenación de las granjas avícolas, y el Reglamento (UE) 2016/429 del Parlamento Europeo y del Consejo de 9 de marzo de 2016, relativo a las enfermedades transmisibles de los animales y por el que se modifican o derogan algunos actos en materia de sanidad animal («Legislación sobre sanidad animal»), que entró en vigor el pasado 21 de abril, refuerzan los requisitos en materia de sanidad animal y bioseguridad en las granjas avícolas y exigen la adopción de compromisos en materia de medio ambiente, relacionados con la protección del agua, el aire, los suelos y la lucha contra el cambio climático.
El nuevo Real Decreto supone una profunda revisión de la normativa vigente hasta la fecha para el sector avícola de carne (Foto 1), que databa del año 2005, y de la incorporación a la misma del sector avícola de puesta, que hasta el momento no contaba con una norma de ordenación específica.
Foto 1. Avicultura de carne.
Este Real Decreto establece las normas básicas para la ordenación zootécnica y sanitaria de las explotaciones avícolas, incluidas las condiciones mínimas de infraestructura, equipación y manejo, ubicación, bioseguridad y condiciones higiénico-sanitarias y requisitos medioambientales, que permitan un eficaz y correcto desarrollo de la actividad ganadera del sector avícola, de acuerdo con la normativa vigente en materia de higiene, sanidad animal, identificación y registro, bienestar de los animales, medio ambiente y cambio climático.
El sector avícola de carne tendrá en los próximos años el reto de proveer a la creciente población mundial de proteína a precios asequibles y con una correcta calidad sanitaria.
EL SECTOR AVÍCOLA ES UNA DE LAS PRINCIPALES PRODUCCIONES GANADERAS DE EUROPA
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El sector avícola es estratégico para nuestro país,
no sólo desde el punto de vista económico, como el segundo productor de carne de ave en la Unión Europea (UE), por detrás de Polonia (superando a Francia y Alemania), y el tercero en producción de huevos según el grupo de previsiones de expertos de la Comisión Europea, por detrás de Alemania y Francia,
sino también desde la perspectiva medioambiental y social, por su papel en el mantenimiento del territorio, en la fijación de población y en la generación de empleo en las zonas rurales.
La estimación sobre la producción de huevos en España en 2020 indica un aumento en la misma respecto al año anterior, que la situaría en torno a las 1256000 miles de docenas. En el conjunto de la UE, este año 2020 se habría producido una disminución en la producción de huevos (aproximadamente del -1,11%), aunque hay que tener en cuenta que ya no se incluye a Reino Unido al no formar parte de la UE (Gráfico 2).
Gráfico 2. Evolución de la producción de huevos 2003-2020 (miles de docenas). Datos provisionales. Fuente: SG Análisis, Coordinación y Estadística MAPA Elaboración SG Producciones Ganaderas y Cinegéticas MAPA
Sin embargo, al igual que en otras producciones ganaderas, las epidemias como los episodios de gripe aviar de 2015 y 2017, o las toxiinfecciones alimentarias producidas por Salmonella o Campylobacter tienen una implicación económica muy alta en el sector avícola.
Por ello, las medidas de bioseguridad son una herramienta muy útil para prevenir la propagación de enfermedades y salvaguardar las explotaciones avícolas de manera competitiva y sostenible.
Aunque las buenas prácticas de manejo y bioseguridad son ampliamente conocidas, su aplicación práctica no siempre es óptima.
Este sector, principalmente en la producción de carne de ave, se caracteriza por encontrarse en su mayor parte dentro de un sistema de integración vertical, que suele ser un modelo de integración completo y, por lo tanto, asume todo el proceso, desde la producción de piensos hasta el sacrificio de los animales y transformación de la carne, lo que le confiere unas concretas particularidades y un reparto de responsabilidades entre las distintas partes implicadas en la producción ganadera.
Por otra parte, para mejorar y garantizar el cumplimiento de los requisitos que establece la norma, se introduce la obligación de contar con un sistema integral de gestión en la granja, donde queden recogidos los distintos planes y protocolos implantados en la misma en ámbitos:
Sanitarios,
De limpieza,
Mantenimiento de las instalaciones,
Bienestar animal,
Gestión de estiércoles o de distintos residuos,
Formación y control de antibióticos,
Entre otros aspectos.
Todo ello será posible por la introducción de manera obligatoria de la figura del veterinario de explotación, que será el responsable de asesorar sobre los aspectos relacionados con la sanidad y el bienestar de los animales.
Este contexto, implica necesariamente avanzar hacia granjas más sostenibles, modernas y competitivas desde todos los puntos de vista: económico, medioambiental y social, dotándolas de las herramientas necesarias para alcanzar los objetivos mencionados.
La mayoría de las enfermedades tienen un impacto negativo en la productividad, el uso de medicamentos y el bienestar de los animales y por lo tanto también en la economía del avicultor (Figura 1).
Figura 1. La enfermedad conlleva unas pérdidas del 20% en las granjas.
El establecimiento de medidas de prevención es, sin duda, una de las herramientas más baratas y efectivas para evitar tales pérdidas. La bioseguridad, como medida de prevención por excelencia, debe considerarse una inversión de mejora necesaria a todos los niveles, y no un gasto impuesto por la administración (Figura 2).
Figura 2. La bioseguridad tiene que entenderse como una inversión de mejora y no como un gasto impuesto.
Esta Inversión que contribuye, de forma significativa, al fortalecimiento de todo el sector ganadero en su conjunto a través de las grandes ventajas que se obtienen de tener un nivel alto de bioseguridad como pueden ser (Figura 3):
Mejora de la confianza de nuestros socios comerciales, lo que contribuye a garantizar el mantenimiento y expansión de las exportaciones de las cuales dependen nuestros sectores ganaderos cada vez más.
Una mayor producción y una mejora de la calidad sanitaria de las producciones.
Disminución del riesgo de entrada de enfermedades en nuestras explotaciones y en caso de que entren menor capacidad de difusión de las mismas, tanto dentro de la explotación afectada como hacia otras explotaciones.
Una mayor eficacia de las medidas de control instauradas por los Servicios Veterinarios Oficiales en caso de brote de alguna Enfermedad de Declaración Obligatoria, etc.
Figura 3. Ventajas de un buen programa de bioseguridad en granja.
Hoy en día se debe considerar inaceptable no contar con normas o programas específicos de bioseguridad en granjas.
La falta o fallas de bioseguridad no le permitirán al productor obtener resultados óptimos o esperados desde el punto de vista zootécnico, ofrecer un producto de calidad sin riesgos en la salud pública y tener oportunidades en otros mercados. La bioseguridad es fundamental en cualquier empresa avícola ya que proporciona un mejor rendimiento productivo y económico.
Para que un programa de bioseguridad sea exitoso será muy importante tomar el tema con seriedad y compromiso.
Cada integrante de la cadena productiva -empresarios, técnicos, profesionales, operarios-, desde su lugar, deberá realizar sus tareas con total responsabilidad.
Los planteles, de carne o huevo, están permanentemente expuestos a varios agentes patógenos
Dichos microorganismos están a la espera de una oportunidad para poder ingresar y provocar diferentes tipos de enfermedades.
Por este motivo es tan importante contar con un plan de bioseguridad con el fin de evitar su entrada y su diseminación (Figura 4).
Figura 4. La bioseguridad es un esfuerzo de equipo.
Pero que entendemos por bioseguridad. Podríamos definir la bioseguridad como…
“Un enfoque integrado y estratégico que incluye un conjunto de medidas y normas preventivas destinadas a mantener el control de factores de riesgo procedentes de agentes biológicos, físicos o químicos. Su principal objetivo debe ser siempre el de impedir la entrada de la enfermedad, pero si esto ocurre, lo siguiente debería ser controlar la transmisión de la enfermedad y reducir al máximo el impacto que puede producir la misma sobre la productividad y el funcionamiento normal de la explotación, así como sobre la calidad o seguridad de los productos alimenticios derivados de ella.”
La nueva Ley de Sanidad Animal Europea, define la bioprotección (bioseguridad) como:
“Conjunto de medidas físicas y de gestión destinadas a reducir el riesgo de introducción, desarrollo y propagación de enfermedades hacía, desde y en el interior de:
Una población animal, o
Un establecimiento, zona, compartimento, medio de transporte o cualquier otra instalación, local o lugar.”
en este sentido, en el punto 43 de este citado Reglamento se detalla:
“La bioprotección (bioseguridad) es una de las principales herramientas de prevención que tienen a su disposición los operadores y otros profesionales que trabajan con animales para prevenir la introducción, el desarrollo y la propagación de las enfermedades transmisibles de los animales hacia, desde y entre una población animal. Las medidas de bioprotección adoptadas deben ser suficientemente flexibles, adaptarse al tipo de producción y a las especies o categorías de animales en cuestión y tener en cuenta las circunstancias locales y los avances técnicos (…).
Aunque la bioprotección puede requerir inversiones iniciales, el resultado de reducción de las enfermedades de los animales debería constituir un incentivo para los operadores.”
En el artículo 2 del Real Decreto 637/2021 se define la Bioseguridad en las granjas avícolas como:
«conjunto de medidas que abarcan tanto las estructuras de la explotación, como aquellos aspectos del manejo y gestión, orientados a proteger a los animales de la entrada y difusión de enfermedades infecto-contagiosas y parasitarias en las explotaciones.»
Figura 5. Niveles de bioseguridad y clasificación de la misma.
La bioseguridad se puede clasificar en (Figura 5):
Bioseguridad conceptual: éste es un punto básico y primordial de cualquier programa de bioseguridad. Es el primer paso a tener en cuenta a la hora de instalar una granja.
Se basa en una logística de trabajo a futuro. Hace referencia a la ubicación de la granja, distancia, zonas geográficas, tipo de explotación, elección de genética, accesos, posibilidad de expansión a futuro, calidad de agua, aislamiento forestal, entre otras.
Bioseguridad estructural:hace referencia a los aspectos relacionados con las características propias de la granja como sistemas de comederos y bebederos, bombas de desinfección, rodiluvios, vestuarios, naves con tejido a prueba de pájaros, entre otras.
Bioseguridad operacional: corresponde a todos los procedimientos operativos que se realizan de manera rutinaria dentro de las granjas como pueden ser baños sanitarios del personal, vacunaciones, limpieza y desinfección, manejo de huevo, control de plagas, manejo de desechos, entre otras.
Es importante mencionar que cada rutina de trabajo deberá ir acompañada con su manual de procedimiento operativo.
Hay otras maneras de clasificar a la bioseguridad, pasiva y activa, interna y externa, según el enfoque que se le quiera dar, pero:
Se pueden diferenciar dos tipos de bioseguridad (Figura 6):
Bioseguridad externa:
El establecimiento de medidas que impidan la entrada/salida de enfermedades en/de una explotación.
Bioseguridad interna:
El establecimiento de medidas que impidan la difusión de enfermedades dentro de una explotación.
Figura 6. Integrantes de la bioseguridad interna y externa