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La bioseguridad en granjas avícolas es la primera barrera frente a la entrada de enfermedades, y aunque suene a frase hecha, pocas verdades describen mejor el día a día del sector.
Cada vez que alguien cruza, que un vehículo se detiene o que una corriente de aire atraviesa, se abre la posibilidad de que algo indeseado entre.
La bioseguridad es la barrera que protege a las aves, pero su efectividad depende de su cumplimiento constante.
Un solo error, una norma pasada por alto o una visita no registrada pueden ser suficientes para comprometer la sanidad de toda una explotación.
Hoy, hablar de bioseguridad ha dejado de ser un tema técnico exclusivo de veterinarios o productores.
Se ha convertido en un concepto común en toda la cadena productiva, desde fabricantes de pienso hasta empresas de transporte y proveedores de equipos de desinfección etc..
Esto no es casualidad: la producción avícola ha crecido en escala y complejidad, y con ello, el riesgo de transmisión de enfermedades.
En el ámbito ganadero, el término bioseguridad goza de buena reputación, se relaciona con los buenos hábitos del granjero: la forma en que limpia y desinfecta, organiza los flujos dentro de la granja, identifica riesgos y actúa frente a ellos.
Pero la bioseguridad no se limita a una serie de medidas técnicas; también es un reflejo de la cultura de trabajo en cada instalación.
Una granja limpia, bien gestionada y ordenada no solo es más eficiente, sino también más segura desde el punto de vista sanitario.
Lo más llamativo es que, a pesar del avance tecnológico en el sector, los principios fundamentales de la bioseguridad han cambiado muy poco.
Siguen basándose en separar, limpiar, desinfectar y limitar accesos.
Sin embargo, lo que sí ha evolucionado es la capacidad para medir su efectividad y evaluar riesgos con precisión.
La diferencia entre “hacer bien las cosas” y “saber con certeza que se están haciendo bien” es clave, y ahí es donde entra en juego la recopilación y análisis de datos en tiempo real.
El mundo avícola está cada vez más interconectado y dinámico. Un huevo incubable puede producirse en España, transportarse a Alemania para su incubación, criarse en Holanda y finalmente consumirse en Inglaterra.
Con cada movimiento, los riesgos aumentan. Más personas, más vehículos, más oportunidades para que los patógenos encuentren un resquicio por el que colarse.
Además, fenómenos como el cambio climático suman nuevas variables: el estrés térmico hace que las aves sean más susceptibles a enfermedades, y la alteración de ecosistemas puede aumentar la viabilidad de virus como la influenza aviar, que se propaga a través de aves migratorias.
En este contexto, gestionar el flujo de personas y vehículos dentro de las instalaciones se ha vuelto un desafío clave.
Históricamente, el libro de visitas ha sido la herramienta estándar para este control, pero su fiabilidad es limitada: depende de registros manuales que pueden ser incompletos o inexactos.
Con la digitalización, los sistemas modernos han transformado este proceso, permitiendo una trazabilidad más eficiente y precisa de los movimientos dentro y entre las granjas.
Este estudio se centra en analizar cómo la recopilación y el análisis de datos pueden mejorar la bioseguridad en granjas de reproductoras pesadas.
A través del monitoreo de visitas y la evaluación del cumplimiento de las normas establecidas, identificamos patrones de riesgo y puntos críticos que requieren atención.
Los resultados no solo destacaron las vulnerabilidades existentes, sino que también proporcionaron estrategias concretas para optimizar la gestión de riesgos en la producción avícola.
El estudio se llevó a cabo en el sistema de producción de granjas de abuelas con el objetivo de evaluar el cumplimiento de las normas de bioseguridad en las visitas realizadas a granjas e instalaciones.
Durante un periodo de seis meses (mayo-noviembre de 2024), se monitorizaron 24 centros, de los cuales 13 corresponden a granjas de producción y 4 a recrías, fases críticas dentro de la producción.
En este tiempo, se registraron 6.141 visitas, realizadas por 168 personas utilizando 70 vehículos, de los cuales 13 estaban equipados con GPS.
Para el registro y análisis de datos, se utilizó un libro de visitas digital que combina monitoreo automatizado con GPS y geolocalización, junto con registros manuales mediante códigos QR a través del teléfono movil.
Cada uno de los 24 centros fue geolocalizado, permitiendo registrar automáticamente los movimientos de los vehículos con GPS, mientras que los vehículos y personas sin esta tecnología fueron registrados manualmente con el código QR.
Las visitas se clasificaron en tres categorías, dependiendo del cumplimiento de los protocolos de bioseguridad:
El nivel de restricción de cada visita se estableció considerando:
Con base en estos criterios, se definieron los días de vacío sanitario requeridos entre visitas para minimizar el riesgo de transmisión de patógenos.
El sistema generó alertas en tiempo real sobre visitas de riesgo, facilitando la toma de decisiones inmediatas.
Además, permitió reconstruir rutas y contactos entre instalaciones en caso de granjas con estatus sanitario sospechoso, mejorando la trazabilidad de los movimientos dentro del sistema productivo.
Para el análisis de datos, se emplearon métodos estadísticos descriptivos, evaluando la proporción de visitas por categoría de riesgo, el cumplimiento de normas por persona, vehículo y centro, y la identificación de centros y actividades con mayor frecuencia de incumplimientos.
Estos datos proporcionaron una base sólida para la priorización de acciones correctivas y preventivas en el sistema de bioseguridad.
Durante los seis meses del estudio, se registraron 6.141 visitas. La mayoría de las cuáles (86,8 %) cumplieron con los protocolos de bioseguridad, reflejando un alto nivel de cumplimiento, aunque aún quedaba margen de mejora en las visitas clasificadas como de riesgo.
Posteriormente, al llegar a cada granja, deben repetir el proceso en los vestuarios específicos de la instalación. Los vestuarios centralizados fueron los puntos más visitados, en concordancia con los protocolos establecidos.
Después de los vestuarios, los centros con mayor número de visitas fueron cuatro de las granjas de producción y la incubadora, instalaciones clave en la producción.
Si bien las granjas de producción concentraron más visitas totales, los criaderos presentaron el mayor porcentaje de visitas de riesgo.
Una de las granjas de producción (G E), y dos de los criaderos Cr ( 1 y 2) fueron los centros con más visitas de riesgo en términos absolutos.
Sin embargo, otras de las granjas de producción (Granja H) lideró en porcentaje, con un 36 % de visitas de riesgo, seguida por los cuatro criaderos 4, 3, 2 y 1.
Este patrón confirma que, aunque las recrías tienen normas más estrictas, también son las instalaciones con mayores incumplimientos.
Esto puede deberse a la necesidad de proteger a los animales jóvenes con medidas más restrictivas, lo que eleva las probabilidades de que ciertas visitas se clasifiquen como de riesgo.
En cuanto al tipo de actividad, las visitas más comunes estuvieron relacionadas con mantenimiento, transporte de huevos y supervisión veterinaria.
Sin embargo, la recogida de cadáveres, aunque menos frecuente, presentó el mayor porcentaje de visitas de riesgo, con un 35 % del total de sus movimientos.
Este porcentaje superó al del transporte de huevos y al mantenimiento, consolidándose como el principal foco de atención en la gestión de bioseguridad.
Los análisis identificaron varios incumplimientos recurrentes. El más frecuente fue la falta de respeto al periodo de vacío sanitario de 24 horas entre la recogida de cadáveres en diferentes granjas.
En muchos casos, el camión pasaba por el centro de cadáveres por la tarde, se desinfectaba, y entraba en una granja a la mañana siguiente, sin respetar el tiempo mínimo requerido.
Otro incumplimiento común fue la entrada a las granjas desde la incubadora, una situación que en ocasiones se debe a que este centro es un punto de encuentro donde los vehículos pueden estacionarse sin necesariamente entrar en la instalación.
A nivel global, la norma más vulnerada fue:
En muchos casos, estas visitas no implican un ingreso físico a la instalación, sino actividades rápidas, como la recogida de huevos o consultas breves.
Actualmente, la clasificación de estas visitas depende exclusivamente del registro automatizado, sin confirmación por parte del personal de la granja sobre si hubo acceso real o no.
Los resultados reflejan una gestión de bioseguridad bien establecida, con un 86,8 % de visitas seguras, pero también revelan áreas de mejora.
La identificación de visitas de riesgo, especialmente en las recrías y en el transporte de cadáveres, muestra la necesidad de reforzar ciertos protocolos.
Un hallazgo clave es el elevado porcentaje de visitas de riesgo en las recrías, a pesar de contar con las normas más restrictivas.
Esto plantea una paradoja: los centros que requieren mayor protección son también los que presentan más incumplimientos.
Esto se debe, en parte, a la rigidez de las normas que regulan su acceso, especialmente en las visitas desde granjas de producción hacia recrías, que están más limitadas que en sentido contrario.
Además, muchas de estas visitas no implican un ingreso físico a las instalaciones, sino que se limitan a actividades periféricas, como estacionar vehículos o realizar consultas rápidas.
Diferenciar entre riesgo potencial y real permitiría una gestión más eficiente, algo que podría lograrse con una mayor implicación del personal de granja en la confirmación de accesos.
El 35 % de las visitas asociadas al transporte de cadáveres fueron clasificadas como de riesgo, consolidándose como el principal foco de atención en bioseguridad.
Si bien es lógico que este tipo de visitas conllevan mayor riesgo debido al contacto con material biológico potencialmente contaminante, el incumplimiento recurrente de 24 horas entre visitas es preocupante.
En muchos casos, las visitas no ocurren en el mismo día, pero la proximidad entre la desinfección y la siguiente entrada a una granja no permite cumplir el tiempo mínimo requerido de 24 horas.
Esto pone en evidencia la necesidad de una planificación más precisa de rutas y horarios, garantizando que se respeten los protocolos sin afectar la operatividad.
Los datos muestran que ciertos incumplimientos no responden a una falta de conciencia, sino a necesidades operativas.
Visitas rápidas a granjas de producción para recoger huevos o resolver incidencias pueden ser clasificadas como de riesgo sin acceso, a pesar de no implicar un contacto directo con las instalaciones.
Esto indica que los protocolos deben adaptarse para reflejar mejor la realidad del trabajo diario, sin comprometer la seguridad sanitaria.
Más allá de los datos, este estudio muestra que la bioseguridad es un reflejo del sistema productivo y de quienes lo gestionan. Las granjas con mejores resultados no solo cumplen con las normas, sino que cuentan con una organización disciplinada y un equipo comprometido.
En este sentido, la clave no es solo reforzar los protocolos, sino fortalecer la cultura de la prevención mediante formación y sensibilización.
Actualmente, la clasificación de visitas de riesgo depende exclusivamente del registro automatizado, lo que limita la capacidad de diferenciar entre visitas con y sin acceso.
Integrar a los encargados de granja en este proceso permitiría mejorar la precisión de los datos y reforzar la responsabilidad en la aplicación de las normas.
Aunque las normas esenciales han cambiado poco en las últimas décadas, la capacidad de medir y gestionar la bioseguridad ha evolucionado considerablemente.
Este estudio demuestra cómo el análisis de datos permite cuantificar los riesgos, identificar patrones, anticipar y priorizar acciones correctivas, transformando la bioseguridad en un proceso más estratégico y eficiente.
Sin embargo, la tecnología por sí sola no es suficiente. Los datos deben complementarse con un conocimiento operativo del día a día en las granjas.
La clave está en equilibrar la seguridad con la funcionalidad, asegurando que las medidas implementadas sean efectivas sin generar trabas innecesarias.bioseguridad en granjas avícolas bioseguridad en granjas avícolas bioseguridad en granjas avícolas bioseguridad en granjas avícolas bioseguridad en granjas avícolas