La creencia, o la sospecha, de que se emplean hormonas en la producción de pollos es absurda a todos los niveles. Si fuera solamente un mito más, de los cuales hay un número enorme en la sociedad moderna, sería una equivocación de importancia mínima.
Sin embargo, como los alimentos producidos por avicultores y ofrecidos al público son de un gran valor nutricional, y están accesibles a un precio modesto, la creación de una duda ilógica sobre su sanidad es un daño grande que se le hace a la sociedad.
El objetivo de este artículo no es el de confirmar que no se usan hormonas en la avicultura, porque es obvio. Más bien, queremos explorar el tema para crear un contexto que posiblemente nos ayude a clarificar la situación ante el público.
Las declaraciones irresponsables sobre la alimentación de los pollos constituyen una falta de respeto al sector
Así, nos conviene pensar en el origen del mito, quién lo cree, quién lo promulga, las consecuencias de la creencia, y, por último…contemplar posibles respuestas que se pueden dar para tratar de corregirlo. Se cree que el mito de las hormonas tuvo su origen porque en un tiempo se podían usar hormonas. En las décadas de 1940s y 1950s algunos avicultores usaban implantes de estrógeno en la crianza de pollos de carne.
Varios especialistas HAN ESCRITO explicando por qué es ilógico tratar de aumentar la producción avícola con hormonas
Sin embargo, esa práctica ha sido ilegal por más de medio siglo. De todas formas, cualquier ventaja de esa suplementación fue totalmente eliminada por las altas tasas de crecimiento que ha logrado la genética. El hecho de que las vacas lecheras pueden recibir hormonas para producir más leche, y los cerdos para aumentar la carne magra, ayudan a mantener el tema a la vista del público.
Así, para la gente que no está familiarizada con las eficiencias de la producción avícola actual, no es difícil creer que se usan “trucos”, especialmente cuando se escucha lo mismo de diversas fuentes. Junto con las controversias sobre organismos modificados genéticamente, nació el concepto de “Comidas Frankenstein”, por lo cual la gente empezó a cuestionar la sanidad de varios alimentos.
Precisamente no está claro cuál es el sector de la sociedad que más cree en el mito de las hormonas. Por lo general, la gente con menos educación formal son los más propensos a dar importancia a creencias equivocadas por no tener una base intelectual para descartar conceptos sin fondos. Pero curiosamente, en el mito ...