El estrés térmico afecta negativamente la salud, el bienestar y la productividad de los pollos de engorde, convirtiéndose en uno de los mayores desafíos para la industria avícola en todo el mundo.
Se denomina estrés térmico o calórico al conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales que se desencadenan en los animales cuando son sometidos a condiciones ambientales que superan su temperatura de confort o zona termoneutral y son incapaces de regular su temperatura interna (1).
El estrés es una respuesta adaptativa, que permite a los animales hacer frente a los desafíos ambientales, entre ellos:
- Cambios de temperatura.
- Humedad.
Las líneas genéticas de pollos modernas son especialmente susceptibles al estrés térmico, debido a su restrictiva capacidad de disipar el calor, altas tasas metabólicas, elevada generación de calor y selección genética intensiva (3).
A su vez, la elevada temperatura corporal de las aves, con valores que rondan los 41°C, predispone aún más a esta especie a padecer estrés por calor.
A diferencia de los mamíferos, las aves carecen de glándulas sudoríparas, por lo tanto, no pueden eliminar el calor por esta vía. Cuando las temperaturas ambientales se van acercando a los 30°C, las aves utilizan métodos de enfriamiento no evaporativo (radiación, conducción y convección) para disipar el calor (2).
Esquema 1 – Mecanismos de enfriamiento no evaporativo.
Cuando esta situación se sostiene en el tiempo o la temperatura y humedad ambiental continúan en aumento, también lo hace la frecuencia respiratoria, provocando el jadeo en las aves.
Es decir, una respiración con la boca abierta con el fin de lograr el enfriamiento por evaporación, seguido de una reducción de la actividad y del consumo de alimento.
Si este mecanismo no logra frenar el aumento de la temperatura corporal, las aves entran en estrés térmico, se vuelven apáticas, el jadeo se intensifica, se produce un trastorno del equilibrio ácido base, hasta llegar a un estado de coma y muerte.
Esquema 2 – Efectos del estrés térmico.
Los factores ambientales como:
- La temperatura
- Humedad
- Ventilación
- Densidad
- Distribución de los animales
- Método de alimentación
- Estructura
- Tamaño de las instalaciones
- Entre otros
Son de gran influencia en la incidencia del estrés térmico, por lo tanto, su manejo preventivo y control son fundamentales para minimizar el riesgo.
IMPACTO EN LA FISIOLOGÍA HEPÁTICA
Además de su impacto negativo para el bienestar animal, el estrés térmico causa disminución en la eficiencia alimentaria y el desempeño productivo, debido a la incapacidad de los pollos de expresar todo su potencial genético.
Por lo tanto, se generan pérdidas en la ganancia de peso y condición corporal, alteración de la calidad de carne, disminución de las respuestas inmunitarias, incremento del riesgo de enfermedades y de la tasa de mortalidad (2).
El estrés por calor crónico en pollos de engorde indujo apoptosis de células hepáticas, lo que posteriormente ocasionó un daño hepático. A su vez, causó inflamación y la acumulación de grasa en el hígado, junto con el deterioro de la función del órgano (4).
En un estudio realizado en pollos expuestos al calor (32°C) durante varios días, se demostró la presencia de alteraciones hepáticas como:
- Esteatosis microvesicular
- Degeneración vacuolar
- Aumento del peso relativo del hígado
- Deterioro de la función de desintoxicación del amoníaco
Ante una exposición aguda al calor (32 °C), durante 6 horas en pollos de engorde de 5 semanas de edad, los resultados sugieren que la temperatura corporal elevada puede promover los cambios metabólicos que están involucrados en la inducción del estrés oxidativo.
Durante el estrés térmico, la salud hepática se ve afectada debido al aumento de la producción de especies reactivas de oxígeno y/o la deficiencia de antioxidantes, lo que provoca un desequilibrio y la instauración del estrés oxidativo, el cual genera una alteración en los procesos biológicos que pueden llevar a la muerte celular y pérdida de funciones vitales (5).
Además del daño oxidativo, el hígado debe afrontar el aumento de la demanda metabólica.
Se produce una descomposición de las proteínas musculares con el fin de proporcionar sustratos de aminoácidos para la gluconeogénesis hepática, responsable del suministro de energía en la situación de estrés (6).
Los resultados de un estudio mostraron que, en pollos de engorde bajo estrés por calor, la ganancia de peso corporal, la tasa de conversión alimenticia, el peso del hígado y el índice hepático disminuyeron.
- A su vez, los cambios histológicos en el hígado indicaron infiltración de células inflamatorias y puntos de necrosis en la superficie del hígado (7).
La prevención del estrés térmico debe estar enfocada en abordar los múltiples factores que intervienen en la manifestación de este síndrome, sin embargo, a pesar de las estrategias para control ambiental, suele ser frecuente, sobre todo en zonas de climas cálidos y en épocas calurosas del año, con el agravante del calentamiento global.
Es así que resulta fundamental proteger a las aves y sus sistemas orgánicos, de los posibles daños potenciales ocasionados por el estrés térmico, que conducen a
consecuencias productivas y económicas devastadoras.
Es por esto que resulta importante preservar la salud hepática, optimizando su funcionamiento y conservando su arquitectura ante posibles daños.
Para ello es fundamental utilizar aditivos hepatoprotectores que regeneren la fisiología hepática, proporcionen protección y así, disminuyan los efectos adversos del síndrome de estrés térmico.
La Silimarina, flavonoide extraído de la planta Cardo Mariano, es un aditivo natural utilizado por sus efectos beneficiosos en la protección hepática contra el estrés celular y por su inocuidad, ya que no deja residuos en la carne y no desarrolla resistencias microbianas.
- Su efecto antioxidante, otorga protección a los órganos de alta demanda metabólica, neutralizando los radicales libres oxidativos, logrando estabilizar la permeabilidad de las membranas celulares.
- Mediante la inhibición de la cascada inflamatoria por citoquinas, provee un efecto antiinflamatorio, así como también aporta un efecto regenerador celular, estimulando la síntesis de proteínas para recuperar tejidos dañados.
Vetanco ha desarrollado DI HEPTARINE S, un fitobiótico con efecto hepatoprotector, formulado a base de Silimarina conjugada con compuestos fosfatídicos. Este complejo presenta una mejor absorción intestinal, a comparación de la silimarina sola que suele tener baja biodisponibilidad.
Es así como DI HEPTARINE S es una opción eficiente para proteger al hígado del síndrome de estrés térmico, logrando minimizar el daño hepático ocasionado por los factores de riesgo, así como también la recuperación de la célula hepática y la salud de las aves.
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