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Los sistemas de producción que se dedican a la crianza de gallinas libres de jaulas, que viven sueltas en un galpón con o sin acceso a un área al aire libre, permiten que las aves expresen comportamientos naturales acordes con los principios de bienestar animal. Estos sistemas a escala comercial se han expandido rápidamente en la última década no sólo en Brasil, sino también en América Latina, trayendo consigo desafíos, nuevos conocimientos y rompiendo tabúes.
- ¿Son más susceptibles las aves a fracturas en los sistemas libres de jaulas?
- ¿Es menor la productividad?
- ¿Hay una mayor mortalidad al aumentar el canibalismo entre las aves?
- ¿Hay más plagas y depredadores en estos sistemas?
- ¿Es menor la calidad e inocuidad de los huevos debido a un mayor contacto de estos con los excrementos de las aves?
- Si las aves están sanas en un ambiente higiénicamente positivo y las tasas de productividad son buenas, ¿se puede considerar que tienen bienestar (incluso cuando están en jaulas)?
En 2005, la Dra. Rosangela Poletto se unió al programa Certified Humane como auditora de bienestar animal de varias especies y, desde 2010, con un doctorado en comportamiento y bienestar de los animales de producción, sigue muy de cerca la actividad comercial de la postura de huevos de gallinas libres de jaulas.
Esto fue lo que respondió:
Los argumentos sobre la mortalidad en sistemas libres de jaulas causada por:
- Fracturas
- Infecciones bacterianas o parasitarias
Los plantean aquellos que aún tienen que desarrollar mejor sus conocimientos y el aprendizaje práctico del manejo de las gallinas ponedoras en sistemas alternativos de crianza.
Un estudio publicado en 2021 por la reconocida revista científica Scientific Reports analizó los datos obtenidos de 6.040 lotes de gallinas (176 millones de aves) criadas en sistemas con y sin jaulas en 16 países.
Este estudio reveló que, a diferencia de lo que se observa en el sistema de jaulas convencional, la mortalidad de las aves se reduce, en promedio, de 0,35% a 0,65% con cada año de experiencia que adquieren los productores en los sistemas de crianza de gallinas sueltas.
En años más recientes, no ha habido diferencias de mortalidad entre los sistemas con y sin jaulas, lo que contradice la noción de que una mayor mortalidad es algo inherente a la producción de gallinas que se crían sueltas.
También refuerza la importancia de considerar el grado de madurez del sistema, en cuanto a qué conocimientos técnico-prácticos tienen aquellos que están involucrados en la producción y sus habilidades para evaluar y gestionar el manejo, y los indicadores de nutrición, salud y comportamiento que proporcionan el bienestar de los animales.
Ningún sistema productivo se mantiene con una buena productividad y bienestar sin un estricto control de bioseguridad. Las barreras y medidas higiénico-sanitarias son procedimientos que se ponen en práctica, normalmente, en los, en los sistemas de producción convencionales y, del mismo modo, los sistemas libres de jaulas también los están adoptando.
En los galpones, el buen mantenimiento de la cama es crítico, ya que, cuando está húmeda y se mantiene en mal estado, se favorece la proliferación de parásitos y otros patógenos, se perjudica la regulación térmica de las aves en climas más fríos y se acumulan excrementos en los dedos que dificultan el movimiento.
Los nidos con sustratos o alfombrillas limpias también garantizan la calidad sanitaria y una mayor vida útil de los huevos.
Como evidencia práctica, todos los productores certificados por el programa Certified Humane deben cumplir con los procedimientos enumerados anteriormente y algunos otros para garantizar no solo el bienestar de las aves, sino también la calidad microbiológica de los huevos y sus derivados que llegan al consumidor.
El monitoreo de la salmonella en huevos es algo básico en cualquier sistema de producción, y no es ni más ni menos relevante en la crianza de gallinas ponedoras libres de jaulas, ya que la ausencia de salmonella indica el uso correcto de las medidas sanitarias y de bioseguridad, entre otras.
Al adoptar estas medidas, la incidencia de enfermedades, especialmente las infecciosas, es muy baja en los sistemas libres de jaulas.
Otro factor importante que se debe tener en cuenta es la inmunocompetencia de las aves que viven fuera de las jaulas, o sea, estas son más resistentes a posibles desafíos o infecciones.
Los alojamientos donde las aves pueden expresar sus comportamientos naturales aportan más “confort” neurofisiológico que frustración, por lo que no causan un aumento y persistencia de los niveles de cortisona (comúnmente conocida como la hormona del estrés), un inmunosupresor que provoca una reducción de las hormonas reproductivas.
Las aves que reciben una dieta adecuada y tienen un manejo productivo de menor presión infecciosa son mucho menos susceptibles a enfermedades.
En conjunto, según indican los productores basándose en la práctica, el resultado de estos factores es:
- Menor número de gallinas debilitadas y enfermas;
- Baja tasa de mortalidad;
- Mayor productividad con persistencia prolongada del pico de postura.
Aun así, en cualquier sistema de crianza hay aves que enferman o se debilitan por causas diversas. Sin embargo, en el sistema libre de jaulas, su detección y posterior segregación se facilita mediante el monitoreo de los nidos y durante las necesarias inspecciones periódicas del galpón.
Las enfermerías (una por galpón, preferiblemente), tanto en la recría como en postura, hacen posible que un número mayor de aves enfermas y debilitadas se recuperen. Estos lugares deben disponer de las mismas instalaciones que el galpón, incluyendo perchas para que las gallinas viejas puedan huir y protegerse.
Registrar el movimiento de las aves en la enfermería, así como las causas de la segregación, es fundamental para detectar problemas sanitarios, nutricionales o de comportamiento relevantes y recurrentes en el lote y remediarlos posteriormente.
El comportamiento anormal de picoteo de plumas (y piel), que puede conducir al canibalismo, es un desafío constante en la crianza de gallinas ponedoras. Las consecuencias de no realizar un diagnóstico precoz son más graves en el sistema libre de jaulas por la lógica razón de que cientos de aves interactúan físicamente en el mismo lugar, a diferencia de una jaula con 10 a 12 gallinas.
- Debido a la persistencia del comportamiento anormal y al aumento de las lesiones, se establece una etapa más grave de canibalismo y su control se vuelve más difícil y desafiante.
Esta desviación del comportamiento es multifactorial y refleja factores de estrés en el ambiente que comprometen el bienestar de las gallinas y la productividad. Por lo tanto, el picoteo de plumas y el canibalismo son indicativos de una o más prácticas incorrectas, tales como:
- Mal manejo del ambiente;
- Error nutricional (calidad y cantidad);
- Mantenimiento inapropiado de los equipos;
- O incluso, competición por los recursos.
Además, impedir el acceso al exterior a aquellas aves que están acostumbradas a corrales externos puede generarles estrés y frustración. Para prevenir el picoteo y el canibalismo, es fundamental que se comprenda la práctica del sistema de crianza que se adopta, prestando la debida atención al manejo diario y a la capacitación de los colaboradores que cuidan de las aves.
Las inspecciones diarias de los galpones, en las que se debe observar también la gallina y no solo el huevo, son fundamentales para identificar las primeras etapas de los problemas con las aves.
Las perchas en la crianza de gallinas sueltas no solo favorecen su comportamiento natural de posarse, sino que también son importantes para que las gallinas picoteadas, sumisas e improductivas puedan huir y para ayudar a que las aves mantengan una buena forma física. Al comprender esto, se rompe el tabú de que las gallinas libres de jaulas sufren muchas fracturas de huesos en la quilla o en las patas.
Esto sí es un riesgo cuando se reubica a un ave, que ya tiene los huesos completamente formados, de una jaula a un galpón en el que tiene acceso a superficies elevadas / verticales, como listones o perchas, o incluso a nidos manuales con una barra frontal para posarse. Sin embargo, este no es el manejo correcto al no respetar la naturaleza física del ave ni su comportamiento.
Las perchas, o cualquier estructura vertical debidamente construida para el ave y proporcionada desde la fase inicial de la recría (primeras semanas de vida), ayudan a que se formen los huesos del animal y a su acondicionamiento físico progresivo, adquiriendo resistencia y tono muscular.
Una pollita de pocos días de vida usa las líneas de bebederos y comederos para posarse, especialmente cuando no dispone de perchas. Desde ese momento, se ejercita y mejora los movimientos al volar y posarse sobre la cama o cualquier otra superficie del galpón. En resumen, el uso frecuente de perchas le da a la gallina que se cría suelta la resistencia física y el aprendizaje de comportamiento para no “caerse” cuando se posa y levanta el vuelo en sistemas libres de jaulas.
Estos sistemas, especialmente los que permiten el acceso de las aves a los corrales externos, requieren un estricto manejo preventivo y de control de endoparásitos y ectoparásitos. Las gallinas ponedoras, al ser omnívoras, revuelven la tierra y se alimentan de vegetación, insectos, así como de lombrices y otros pequeños animales que pueden ser huéspedes de parásitos.
Por estas y otras razones sanitarias, cualquier acumulación persistente de agua de lluvia debe corregirse mediante el drenaje o modificación de la pendiente del piso. Algo que debe evitarse absolutamente, por ejemplo, es el desagüe de la pileta del área de servicio o del lavado de botas dentro del corral, lo que ayuda también a controlar las moscas.
Tanto las aves en jaulas como las que están sueltas, pero sin acceso a corrales externos, pueden estar infestadas por ectoparásitos como los piojos. La instalación y mantenimiento de las mallas protectoras son importantes medidas para prevenir el acceso de aves silvestres al galpón. El monitoreo del ambiente y de las aves debe ser constante.
El amplio conocimiento que tenemos sobre la producción avícola intensiva, así como de las necesidades fisiológicas y de comportamiento de las aves, sumado a la creciente experiencia con nuevos sistemas de crianza de gallinas ponedoras, no nos permiten limitarnos a argumentos poco sustentados.
Desde el punto de vista neurofisiológico y conductual, es imposible asociar el bienestar con gallinas enjauladas basándose únicamente en indicadores de bioseguridad y productividad. Defender la tesis de que las gallinas que se crían en sistemas libres de jaulas tienen altas tasas de mortalidad, fracturas o más problemas sanitarios es relativo, al igual que las del sistema convencional, y requiere una evaluación crítica y técnico-científica del contexto productivo.
En este contexto productivo, se deben considerar desde la cualificación y competencia de los gestores y de las personas que se encargan del manejo diario de las aves, hasta factores intrínsecos de los linajes genéticos y del modelo o sistema de crianza que se adopta.
Promover espacios en los que compartir y consolidar “nuevos” conocimientos teóricos y prácticas de manejo sobre los sistemas de crianza de gallinas libres de jaulas es enriquecedor para todo el sector. Es una discusión que va más allá de las tendencias del mercado en busca de productos más sostenibles.
El conocimiento científico que existe sobre el manejo de gallinas ponedoras en sistemas libres de jaulas encuentra hoy ejemplos prácticos que han adoptado pequeñas, medianas y grandes granjas que prueban su viabilidad. ¡Es un camino sin retorno!
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BAJO CONSULTA CON EL AUTOR.