Los esfuerzos en esa dirección son denodados en todas las industrias y la ganadería no es una excepción.

Máxime cuando ésta es frecuentemente acusada en los titulares de prensa de ser una de las principales emisoras de GEI. Esto ha llevado a no pocos dirigentes políticos a enfocar en ella legislaciones restrictivas.

Un ejemplo de ello es la reciente aprobación en Dinamarca del primer impuesto mundial a las emisiones del ganado.

Otro caso es la restricción del consumo de carne impuesta por numerosas corporaciones municipales europeas y norteamericanas en los menús escolares.

Vayamos a las fuentes de autoridad científica sobre las emisiones para intentar separar el trigo de la paja, ver cuál es el nivel de emisiones real de las distintas especies ganaderas, en qué regiones del mundo se emite más y qué soluciones proponen los organismos que mejor conocen este aspecto para reducirlas y alcanzar los objetivos del 2050.

La referencia mundial sobre emisiones la ostenta el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC en inglés).

Organismo dependiente de la ONU que recoge trabajos científicos sobre este aspecto de todos los sectores. Quien aporta la información sobre las emisiones ganaderas al IPCC es la FAO.

Según este organismo, las emisiones globales tanto directas como indirectas
– este es un matiz muy importante – con origen en los animales de producción son de un 12%1

 

Estas emisiones son muy variadas según especies. Esta gráfica, también de la FAO, lo demuestra.

Las especies monogástricas emiten mucho menos que los rumiantes.

Además, como podemos ver en este gráfico del mismo organismo, las emisiones son muy heterogéneas en función de la región que analicemos.

Así, para una producción de proteína animal prácticamente idéntica, América Latina emite algo más del doble que Europa Occidental.

Por ello, cuando hablemos de emisiones del ganado dar un dato sin referirse a una especie o región es un sinsentido

En el seno de la Unión Europea, las emisiones ganaderas se sitúan en torno a un 6%

Fig 4. Distribución de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) por sector. No se incluyen los equivalentes de CO2 provenientes del Uso de la Tierra, Cambio de Uso de la Tierra y Silvicultura (LULUCF).

Además, conviene tener muy presente que el metano (CH4), el GEI que es responsable de la mayor parte de las emisiones ganaderas, se comporta de un modo muy distinto al CO2 de origen fósil.

El CH4 tiene un poder calórico muy superior al CO2 pero es un gas que desaparece de la atmósfera en unos 10 años y forma parte de un ciclo biogénico.

Es decir, el gas metano emitido por las vacas tiene su origen en los vegetales que consumen.

Una parte de esa celulosa se transforma en CH4 en el rumen y se expele con el eructo. Una vez en la atmósfera se descompondrá en CO2 que, por fotosíntesis, formará nueva celulosa de plantas que serán consumidas por los animales.

Este ciclo es un mecanismo natural que el planeta ha puesto en marcha hace millones de años.

Muy distinto es el caso del CO2 emitido por los combustibles fósiles.

Este gas no forma parte de ningún ciclo y permanece en la atmósfera durante unos mil años aproximadamente.

El planeta no tiene mecanismos para absorber la enorme cantidad que se emite.

  • Este importante aspecto no es tenido en cuenta a la hora de medir las emisiones. El IPCC considera al CH4 como un gas con 100 años de vida, pero omite que esa comparación no es la adecuada, tal y como hemos explicado.
  • Otro punto que tampoco, a día de
    hoy, considera el IPCC es el secuestro carbono que realizan, especialmente los rumiantes en extensivo, incorporando sus deyecciones en los pastizales..

De todos modos, las mediciones y métodos del IPCC avanzan, se adaptan a los nuevos conocimientos y estoy convencido de que estos aspectos serán, más pronto que tarde, tenidos en cuenta

Veamos ahora qué medidas aconseja la FAO para que el sector pecuario reduzca sus emisiones.

Emisiones que hoy alcanzan los 6.000 M de TM de CO2 eq y que para el 2050 deben reducirse hasta las 1.9 M TM.

Como verán en la figura siguiente, las 3 actuaciones más relevantes y con mayor impacto para lograr ese objetivo son:

  • Mejorar la productividad de los animales
  • Mejorar la genética
  • Mejorar la sanidad de los animales.

En resumen, de lo que se trata es de producir más con menos, de tener animales más productivos que, con menos insumos, puedan darnos la misma cantidad -o mayor- de leche, carne, huevos o pescado.

Y desde luego, en los países altamente tecnificados lo estamos consiguiendo. Veámoslo con 2 ejemplos

Un caso paradigmático lo podemos observar en Alemania. Este país ha duplicado su población desde 1893, pero sus emisiones se han mantenido estables.

Hoy, el ganado alemán emite lo mismo que a finales del S.XIX. La razón no es otra que la mejora de la productividad así como la reducción de enfermedades.

Es importante transmitir estos datos a la sociedad, de lo contrario, ya hemos visto que se legisla contra los intereses de este sector. Pero no solo eso, también algunas corporaciones toman decisiones contradictorias.

Veamos el ejemplo de Virgin Airlines. Esta aerolínea, hace unos pocos meses, celebró alborozada un hito importante: haber llevado a cabo el primer vuelo trasatlántico a base de combustible 100% sostenible. ¿Cuál fue el combustible utilizado? Pues, en gran parte, grasa de origen animal.

Lo paradójico es que esta misma línea aérea haya retirado la carne de vacuno de sus menús pues -según declara- es poco sostenible mientras los motores de sus aeronaves consumen el equivalente a la grasa de 8.000 cerdos para sobrevolar el Atlántico. También resulta contradictorio constatar cómo, por presiones de grupos animalistas -que en general ignoran las aportaciones ecológicas, de salud y sociales que aporta la producción pecuaria- se comienza a observar en algunos países europeos una producción avícola importante de aves de crecimiento lento, asumiendo que así los pollos tienen un mejor bienestar.

Resulta imposible defender una cosa (reducir emisiones) y la contraria (producir de modo menos eficiente) y querer tener razón las dos veces.

Sea como fuere, los GEI son una materia importante y debemos explicar y defender el buen hacer del sector en este particular. Porque la ganadería invierte y se esfuerza por reducir su huella de carbono en todos los eslabones de la cadena.

Y los datos son contundentes, como pueden constatar en este gráfico del Ministerio de Transición Ecológica, la reducción de emisiones de GEI del sector ha sido constante desde el año 2005.

Así debe ser, y así se debe seguir trabajando para llegar a cumplir con los objetivos establecidos por la ONU.

Es posible, y el sector lo hará, lo que es imprescindible es que la ciencia se imponga a la ideología que, en ocasiones, conduce a decisiones políticas -o empresariales- difíciles de comprender para una industria que emite poco -cada vez menos- y que aporta nutrientes imprescindibles e irremplazables para la sociedad.

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