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En América Latina nos sigue preocupando la influenza aviar. Varios países de la región han presentado iniciativas para enfrentar un posible embate, pero en realidad son pocos los países que se han preocupado genuinamente de este tema.
Aún no hay planes de contingencia serios que sugieran una verdadera colaboración entre gobierno, industria, academia y autoridades locales. En países donde existe experiencia productiva con influenza aviar hay planes de contingencia que cubren hasta el último detalle, incluyendo, por ejemplo, hasta la distancia que hay que recorrer y el tiempo en minutos que se requieren para obtener de varios proveedores alternativos el equipo de bioseguridad necesario y duchas portátiles para poder entrar a una granja afectada.
Se conoce minuciosamente la legislación local para disponer sanitariamente de las aves sacrificadas, los métodos de desecho, procedimientos de compostaje, y la variedad de organizaciones que podrían en su momento contribuir a despoblación, desecho de aves y limpieza y desinfección de granjas. La industria local cuenta con el apoyo de la guardia civil, los gobiernos locales, estatales y federales, e incluso se tienen planes de recurrir a mano de obra de fuentes alternativas como las prisiones locales. Se tienen presupuestados los reactivos y el personal de laboratorio preparado que son necesarios para una eventualidad.
Finalmente, no solo se tiene todo esto escrito sobre papel, sino que se hacen simulacros periódicamente en el campo y en el laboratorio, y se hacen ensayos de eutanasia o despoblación masiva, de manera que todo fluya rápidamente cuando se presente influenza aviar. Más aún, existen programas de indemnización sin los cuales es muy poco probable erradicar influenza aviar. No basta con leer artículos sobre influenza aviar ni con asistir a seminarios.
Se necesita un plan de contingencia con todos los detalles y una cadena de liderazgo. Si no se cuenta con esto por falta de presupuesto o iniciativa de nuestros gobiernos, entonces la iniciativa la debe tomar la industria, empezando por re-diseñar los programas de bioseguridad, de manera que estén específicamente enfocados a la prevención de influenza aviar.
Los antiguos programas de bioseguridad necesitan modernizarse y adaptarse para enfrentar las urgencias de hoy, que incluyen inocuidad de alimentos e influenza aviar. Nuevamente, si no hay iniciativas oficiales, lo mínimo que debemos hacer es preparar a nuestras propias empresas con planes de bioseguridad y de contingencia.