Nutrición y manejo de gallinas ponedoras modernas: Un desafío técnico y productivo

Las gallinas ponedoras actuales han alcanzado niveles de eficiencia productiva nunca antes vistos. Tras el avance genético, estas aves poseen un altísimo potencial para producir huevos de manera sostenida, superando el 90% de postura durante un período prolongado, siempre que se les brinden condiciones óptimas de ambiente, sanidad y alimentación.

Durante la última década, los avances genéticos han dado lugar a gallinas con una persistencia productiva extraordinaria, que además inician su producción más temprano.

• Este progreso ha venido acompañado de ligeros cambios en el peso corporal, el consumo de alimento y el tamaño del huevo, lo que plantea nuevos retos para los nutricionistas avícolas.

Los requerimientos nutricionales de estas aves no han aumentado proporcionalmente, ya que siguen produciendo un huevo diario. Es necesario adaptar la nutrición a las nuevas características fisiológicas de estas gallinas.

• La clave está en asegurar un consumo diario adecuado de nutrientes, formulando en función de lo que realmente ingiere el ave, no solo en base a porcentajes en la dieta.

La etapa de recría es crítica. Las aves que alcanzan el pico de postura sin haber desarrollado adecuadamente su tracto digestivo o reservas corporales sufren caídas productivas que afectan su rendimiento de forma permanente.

Las pollitas deben iniciar la postura con un peso adecuado y un consumo mínimo de 95 a 100 g de alimento por día, con reservas de calcio que aseguren una buena formación del hueso medular.

• Esto se logra mediante dietas de recría con niveles apropiados de fibra (3,5% a 4,5%), proteínas (mínimo 18% en cría y 16% en recría) y una granulometría óptima (1,0 a 1,2 mm desde la quinta semana).

La formación del hueso medular es crucial para el bienestar y la productividad de la gallina ponedora. Este proceso comienza aproximadamente 10 días antes de la postura, cuando el esqueleto se incrementa en un 20% bajo el efecto hormonal de estrógenos y andrógenos.

• Durante la postura, el calcio de este hueso es utilizado cada vez que se forma una cáscara, por lo que es fundamental que la gallina reciba los nutrientes adecuados en el momento justo. Una mala nutrición compromete el esqueleto estructural, provocando fatiga de jaula y debilidad en las patas.

El tamaño de partícula del calcio es determinante en su aprovechamiento. Las partículas mayores a 2 mm permanecen más tiempo en la molleja y se disuelven lentamente, liberando el calcio durante la noche, justo cuando ocurre la mayor calcificación de la cáscara.

Figura 1. Homeostasis del calcio (modificado de Soares 1984).

• Esto evita que la gallina recurra en exceso al calcio del hueso medular.

Durante el crecimiento, una correcta relación calcio/fósforo es esencial para una buena osificación. No obstante, en la etapa de postura, un exceso de fósforo disponible puede inhibir la movilización de calcio desde los huesos, afectando la formación de la cáscara.

• Por ello, es recomendable reducir su nivel especialmente después de las 60 semanas de edad.

Sin suficiente vitamina D3, la gallina no podrá absorber y utilizar adecuadamente el calcio y el fósforo.

Actualmente, se dispone de metabolitos de la vitamina D3 que mejoran su eficiencia, contribuyendo a la reducción de la mortalidad y mejorando la calidad de la cáscara.

Estos minerales participan en la formación de las membranas internas del huevo y de la matriz orgánica de la cáscara. El zinc, por ejemplo, facilita la disponibilidad de carbonato, vital para la formación del carbonato de calcio. Su aporte mediante fuentes orgánicas ha demostrado ser más eficiente.

El estrés térmico compromete la calidad de la cáscara debido al jadeo excesivo, que reduce el carbonato en sangre. Para contrarrestar esto, se recomienda:

• Usar bicarbonato de sodio en la dieta (hasta 0,3%).
• Añadir vitamina C.
• Incorporar una hora de luz nocturna extra para incentivar el consumo de agua y alimento.

Las gallinas tienen una notable capacidad para seleccionar los componentes del alimento. Por ello, es clave ofrecer dietas con partículas visibles de grano y calcio (3 a 5 mm), y usar aceites o ingredientes con lípidos como la soja integral para reducir el polvo y facilitar la selección.

Tradicionalmente se formulaban dietas con 17% o más de proteína cruda. Sin embargo, hoy se reconoce que lo importante es cubrir los requerimientos de aminoácidos digestibles esenciales. Niveles excesivos de proteína:

• Aumentan costos
• Reducen el apetito
• Generan calor metabólico innecesario
• Incrementan la excreción de ácido úrico
• Contaminan el ambiente

Estudios recientes han demostrado que en gallinas ponedoras dietas con 13%–14% de proteína, adecuadamente suplementadas con aminoácidos como metionina, lisina, treonina y otros, permiten un rendimiento igual o superior al de dietas tradicionales.

• Formule en base a aminoácidos digestibles, no a proteína bruta.
• Asegure valores precisos y actualizados de digestibilidad de ingredientes.
• Ajuste niveles según la edad y fase de producción.

La nutrición de gallinas ponedoras modernas exige una precisión técnica rigurosa y una actualización constante. Estas aves, altamente eficientes y sensibles, requieren dietas cuidadosamente adaptadas a su genética y metabolismo. Incluso pequeños desequilibrios nutricionales pueden tener un impacto negativo tanto en la productividad como en la rentabilidad.

• Diseñar un programa nutricional adecuado no solo garantiza el bienestar animal y una producción sostenida de alta calidad, sino que también permite obtener mejores retornos económicos para el productor.

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