Existen implicaciones ambientales, económicas, de bienestar animal y de cultura de consumo que hay que valorar por la repercusión económica que tienen. Se debe utilizar la metodología técnica adecuada para hacer los estudios de viabilidad, cuyas conclusiones se deban a unos resultados y no a retóricas emocionales sin fundamento, que lo único que consiguen es confundir al consumidor y elevar los precios.
Trabajar con una estirpe de crecimiento más lento supone un impacto ambiental importante, a menudo excluido de los estudios de producción. Si sólo un tercio de los productores de pollos de engorde del mundo cambiasen a una estirpe de crecimiento más lento, se necesitarían casi 1.500 millones más de pollos anualmente, para producir la misma cantidad de carne que hoy es producida, lo que requiere un enorme aumento en el consumo de agua, tierra y combustible.
Ello llevaría a tener que mantener más reproductoras en puesta y la suma de éstas y el mayor número de pollos harían que fuesen necesarias miles de toneladas más de pienso y por tanto se necesitaría más tierra para conseguir los cereales y la soja suficiente. Pero además necesitaríamos más agua para que beban todos los animales y para cultivar las materias primas adicionales.
Por otro lado obtendríamos más residuos al existir muchos más animales, al estar más tiempo en granja y también habría que destruir muchos más kilos de aves muertas, con el costo económico y ambiental que todo ello supone.
El costo adicional según una estimación realizada de dedicar un tercio de la producción anual a un crecimiento lento supondría un sobrecosto de 9.000 millones de euros.
Este sobrecoste pondrá a un porcentaje considerable de la población en riesgo de su consumo y aumentará la inestabilidad alimentaria para aquellos que menos pueden permitirse los cambios en los precios de los alimentos. Todos los datos de producción medibles -habitabilidad, producción, sanidad o integridad intestinal- reflejan que hoy en día la crianza de pollos es más saludable y se garantiza su carne para consumo con más seguridad alimentaria que nunca. En cambio, parece que se puede optar por un sistema de crianza más perjudicial para el planeta Tierra…