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La dirección de la industria ya no es determinada exclusivamente por las empresas avícolas o por el consumidor final. Las incontables cadenas de supermercados, restaurantes, y canales de distribución que en un tiempo dramáticamente corto han decidido comercializar exclusivamente huevos de gallinas libres de jaula dicen haber tomado esta decisión con base en las preferencias de los consumidores. Incluso especifican que los consumidores desean saber cómo se ha producido el producto; cuáles son los sistemas de producción; y cómo o bajo qué métodos se ha sacrificado a los animales.
La realidad es que un porcentaje ínfimo de consumidores se hace este tipo de preguntas. Cuando nos subimos a un avión o nos sentamos en un restaurante y se nos pregunta si deseamos “pollo o pasta”; o un “omelette o cereal” para el almuerzo o desayuno, jamás alguien hace este tipo de preguntas.
A la industria norteamericana se le está forzando a transformarse para producir solo huevos de gallinas fuera de jaulas, una transformación con un costo potencial estimado de casi 10 mil millones de dólares.
¿Quién absorberá el dramático incremento en el costo de producción? ¿Cuál será su impacto en el ambiente? ¿En cuánto se incrementará el uso de tierra arable y de agua; especialmente si además ahora se prefiere producir alimentos “orgánicos” sin fertilizantes ni pesticidas?
En algunos países de América Latina se está desencadenando exactamente la misma tendencia. Se asume que como la Unión Europea ha podido transformar su industria rápidamente el resto del mundo debe y puede hacer lo mismo, sin considerar en absoluto las diferencias en poder adquisitivo, costumbres culinarias y culturales en general y otros factores.
Al mismo tiempo, siendo honestos con nosotros mismos, esto refleja la apatía y falta de iniciativa de la industria avícola para anticiparnos a estos problemas y ayudar a educar al consumidor antes de que ocurran estos cambios que al final podrían ser desastrosos para la industria y muy costosos para el consumidor, particularmente en países en desarrollo donde el consumo de huevo y pollo es una parte fundamental de la canasta básica y la estabilidad económica es relativamente frágil.
América Latina debe despertar de su letargo y actuar proactivamente sin permitir que sean los supermercados, los restaurantes y los productores de pan y repostería los que decidan su futuro; por el contrario, deben ser realmente los consumidores finales quienes dirijan a la industria.