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Los que le escriben, querido lector, han oído en numerosas ocasiones, verbalizado en boca de nuestros mayores, cómo en los años 40 o 50 la posibilidad de comer pollo quedaba circunscrita a las fechas navideñas. Hoy resulta inconcebible que lo anterior fuera una realidad, cuando la proteína del pollo, en forma de carne o huevos, está presente en los lineales de todas nuestras grandes superficies, y además como la proteína de origen animal más barata.
En estos momentos en los que el sector ganadero se encuentra en el epicentro de los debates públicos en Europa y fuera de ella. Ciertos grupos de interés, cuyo ánimo es difundir mitos y perspectivas radicales sobre la ganadería, cada vez más presentes en las redes sociales y en la prensa, terminan representando una imagen que contrasta brutalmente con la realidad que viven y experimentan a diario miles de agricultores europeos y los profesionales que trabajan con ellos sobre el terreno.
Estos debates repercuten fuertemente en la opinión del consumidor sobre el papel de los productos animales y la elección de su estilo de vida; además, acorralan al sector de la ganadería en una esquina de la sociedad. Todo ello afecta de forma negativa al modelo ganadero de la Unión Europea y al marco político, al multiplicar los desafíos a los que se enfrentan nuestras comunidades agrarias a la hora de garantizar su viabilidad económica, el relevo generacional y su capacidad de adaptación a las exigencias sociales y medioambientales
Decir que, como afirma en un comunicado de prensa la «European Livestock voice», el modelo ganadero de la Unión Europea, cuyas explotaciones tienen una estructura diversificada, local y familiar, es la espina dorsal que vertebra las zonas rurales de la Unión Europea. Que además de apoyar numerosos puestos de empleo e industrias, contribuye al enfoque circular de la bio-economía de la Unión Europea.
Una «salida» en Europa de la ganadería causaría:
Pérdida de tierras de pasto esenciales
Sufriría más incendios forestales
Carecería en gran medida de fertilizantes orgánicos, de energía ecológica y de muchas otras materias primas e intensificaría el éxodo rural.
Al mismo tiempo, se vería obligada a depender de productos animales importados, perdiendo el control sobre las normas de producción e incrementaría la demanda de materias y materiales derivados de combustibles fósiles.
Mejorando la eficiencia ganadera
En esta línea, y haciendo hincapié en la falt...