Con la idea de comprender mejor este proceso, Petersime se propuso determinar los niveles óptimos de CO2 durante el nacimiento y el momento adecuado para elevarlos.
Durante muchos años, se ha pensado que unos niveles elevados de CO2 al final del periodo de incubación resultaban dañinos para el embrión del ave en desarrollo. Se trata de un mito que no puede estar más alejado de la verdad.
En circunstancias naturales, el nivel de CO2 medido en el microentorno creado debajo de la gallina alcanza el 0,4 % o 4.000 ppm como mínimo, y a menudo más. Esto representa diez veces el nivel normal de CO2 del aire exterior.
De hecho, cuando se sienta sobre los huevos la gallina corta la corriente de aire que circula alrededor de los huevos para crear un entorno protegido, de forma que los embriones puedan desarrollarse en las mejores condiciones posibles.
Con la idea de comprender mejor este proceso, Petersime se propuso determinar los niveles óptimos de CO2 durante el nacimiento y el momento adecuado para elevarlos.
TRES NIVELES ESENCIALES
Se sabe desde hace mucho que, en las plantas de incubación, se pueden conseguir pollitos sanos mediante el control de tres niveles esenciales, que serían, en este orden:
TEMPERATURA: es el parámetro ambiental más importante, ya que un leve aumento o disminución puede afectar de forma importante al desarrollo embrionario, la incubabilidad y el rendimiento posnacimiento.
NIVELES DE CO2 Y O2: afectan al desarrollo del sistema cardiovascular del embrión y, por lo tanto, a su respiración.
NIVEL DE HUMEDAD DEL AIRE QUE RODEA LOS HUEVOS: determina la velocidad a la que los huevos pierden agua y, como resultado, también pierden peso.
CAMBIOS FUNDAMENTALES A PARTIR DEL DÍA 18
Muchos estudios han confirmado que se producen cambios muy importantes en el pollito, tanto física como fisiológicamente, aproximadamente a partir del día 18 del periodo de incubación.
El cambio más relevante se produce cuando se inicia el picaje interno; se trata del momento en el que la membrana interna de la cáscara del huevo se perfora para permitir el acceso a la cámara de aire.
A continuación, se produce el picaje externo y continúa hasta que el pollito sale totalmente de la cáscara. El proceso completo es la transición de fluido a seco.
Básicamente, los niveles de O2 y CO2 de la cámara de aire del huevo cambian a medida que el embrión empieza a adoptar el intercambio de gases convectivos al inflar sus pulmones, es decir, ¡al respirar!
Algunos pueden considerar estos niveles excesivos y, por lo tanto, perjudiciales para el embrión (como lo serían para los seres humanos), pero este no es el caso para las aves, que cuentan con capacidades respiratorias adicionales durante un determinado periodo de tiempo.
De hecho, durante unas 24 horas, que se inician en el momento en el que empieza el picaje interno, el embrión utiliza los sistemas vascular y de respiración pulmonar para respirar al mismo tiempo (véase la imagen), lo que da como resultado una absorción combinada de O2 y, por lo tanto, una mayor capacidad respiratoria.
DIFERENTES NIVELES DE CO2: UNA PRUEBA PRÁCTICA
Las evidencias científicas, combinadas con observaciones prácticas en plantas de incubación comerciales, confirman que una concentración superior y controlada de CO2, incluso por encima del 1 % (10.000 ppm), entre las fases de picaje y nacimiento, da como resultado una ventana de nacimiento más estrecha, sin que esto afecte negativamente a la calidad y salud de los pollitos.
De hecho, una ventana estrecha como esta es mejor, ya que permite tener pollitos de un día más uniformes, así como un crecimiento y procesamiento más eficientes de los pollitos en el futuro.
En colaboración con una gran y moderna planta de incubación comercial (LAR Cooperativa Agroindustrial, Brasil, que produce unos 350.000 pollitos cada día) y la Universidad Estatal de Ponta Grossa (Brasil), Petersime investigó los efectos de unos niveles más altos y más bajos de CO2: 0,45 % (4.500 ppm) y 0,80 % (8.000 ppm) en la planta de incubación.
320 pollitos fueron sometidos a diferentes niveles de CO2 desde el momento del picaje interno (que se puede detectar automáticamente mediante el uso de la tecnología Synchro-Hatch™ de Petersime) hasta el nacimiento, durante un máximo de 24 horas. Se extrajeron muestras de sangre para verificar su salud y fuerza.
Entre los muchos parámetros sanguíneos analizados, nos fijamos especialmente en dos mediciones:
El número de heterófilos (anticuerpos que circulan por la sangre)
El nivel de linfocitos (un tipo de célula inmunitaria)
También comprobamos la H:L (la relación heterófilos-linfocitos) de todas las muestras de sangre (véase la tabla).
LOS RESULTADOS (Y LAS IMPLICACIONES)
Los resultados del experimento mostraron que hay casi tres veces más heterófilos cuando lo niveles de CO2 están situados al 0,45 % (4.500 ppm), en comparación con un 0,80 % (8.000 ppm).
Hace tiempo que los científicos saben que un recuento más alto de heterófilos (que son una parte esencial de la respuesta inmunitaria innata) contribuye a generar una menor capacidad para luchar contra los procesos inflamatorios y el estrés.
Por el contrario, los niveles de linfocitos son unos marcadores excelentes para evaluar la competencia inmunitaria de las aves (es decir, su capacidad para evitar o controlar las infecciones por patógenos y parásitos).
Básicamente, un recuento superior de linfocitos con un nivel de CO2 del 0,80 % indica una mejor respuesta del sistema inmunitario.
En resumen, es mucho más probable que los pollitos sometidos a un nivel superior de CO2 sean más robustos y estén más capacitados para luchar contra las enfermedades.
La relación de heterófilos/linfocitos (H:L) es un parámetro adecuado para medir el nivel de estrés de los pollitos. El estudio realizado por Petersime muestra que unos niveles de CO2 del 0,45 % (4.500 ppm) generan una H:L de 0,27 (estrés intermedio), mientras que unos niveles de CO2 del 0,80 % generan una H:L de 0,08 (estrés bajo).
Estos resultados sugieren que es natural para las aves experimentar una determinada cantidad de estímulos de CO2 durante el nacimiento durante un corto periodo de tiempo y que se benefician (al contrario de lo que algunos creen) de unos niveles elevados de CO2 en algunas fases determinadas.
LA VERDAD ACERCA DE LOS NIVELES DE CO2 DURANTE EL NACIMIENTO
Se ha sugerido que un aumento en el nivel de CO2 durante el nacimiento provoca estrés y fuerza el nacimiento.
Los estudios muestran que unos niveles cambiantes de CO2 suponen incluso un estímulo positivo:
¡un mito finalmente desacreditado!
Por lo tanto, el nivel correcto de CO2 en el momento adecuado ayuda al embrión a realizar el cambio de la respiración corioalantoidea a únicamente la ventilación pulmonar, igual que sucede en un entorno natural. Y los beneficios quedaron confirmados también por el rendimiento de incubación, con un aumento del +0,50 % en los nacimientos sobre fértil de los huevos expuestos a un nivel de CO2 del 0,80 %.
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