Reproducción y genética
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En la última edición abordamos cómo el transporte y el tiempo de espera afectan la viabilidad de los pollitos.
Utilización de yema residual en la línea moderna y la línea 1972
Uno de los argumentos para reducir los tiempos de espera y transporte permitidos se basa en la suposición de que el embrión del pollo de engorde moderno produce más calor y que su “índice metabólico más alto” tiene posibilidad de utilizar la yema residual después del nacimiento con más rapidez que en el pasado. Aunque es una teoría atractiva, los datos publicados no la respaldan.
Aviagen conserva líneas de control genético, que fueron separadas de sus poblaciones pedigree respectivas en 1972. En un ensayo realizado en 2017, se compararon las líneas de control genético con sus equivalentes actuales.
La tasa a la que se utilizó la yema residual fue muy similar entre las líneas de control y sus contrapartes modernas. Cuando esperan 72 horas después de la cosecha de los pollitos, las líneas analizadas utilizaron solo un poco más del 80% de la yema residual presente en el nacimiento.
La Figura 3 muestra que la tasa de utilización fue ligeramente superior en la línea de control de 1972 que en su equivalente moderno a las 24 horas, y fue igual a las 48 y 72 horas.
Temperatura de espera, temperatura corporal, utilización de la yema residual y viabilidad
La temperatura ambiental es importante durante el transporte y almacenamiento de los pollitos y durante el transporte en las cajas.
Es importante diferenciar entre la temperatura del aire de la sala, la temperatura del aire alrededor del pollito y la temperatura corporal del pollito. La velocidad a la que circula el aire alrededor del pollito también marcará una gran diferencia en la temperatura que siente. (Figura 4).
Figura 4. Tres tratamientos de los pollitos (temperatura fresca, óptima y elevada) aplicados en una nacedora modificada a una alta velocidad de circulación del aire. La temperatura del aire es de 1,7°C (3,0°F), 1,3°C (2,3°F) y 1,1°C (2,0°F) menor que la temperatura en la caja de cartón de los pollitos.
Cuando los pollitos nacen, no tienen un control total de su temperatura corporal, sino que esta cambia con la temperatura del aire que los rodea.
Sin embargo, los pollitos sí generan calor metabólico, y tienen la capacidad de modificar su comportamiento si tienen demasiado frío, acurrucándose, o si tienen demasiado calor, aumentando la distancia entre pollitos y jadeando (Figura 5).
Figura 5. Adaptación del comportamiento a las temperaturas fuera de la zona de confort de un pollito. (de izquierda a derecha) Los pollitos con frío se acurrucan y los pollitos con calor jadean, mientras que los pollitos que se sienten cómodos se dispersan y se relajan.
La temperatura corporal de los pollitos de un día de vida puede medirse con facilidad, de forma segura y precisa, utilizando un termómetro pediátrico Braun ThermoScan® en la cloaca.
Cuando hay pequeños grupos de pollitos no alimentados en cajas para transporte, la temperatura objetivo de la cloaca de 39,4°C-40,6°C (103°F-105°F) se alcanzará, por lo general, si la temperatura en el interior de la caja es de alrededor de los 30°C (86°F).
En ensayos internos donde la temperatura ambiental de las cajas se aumentaba o disminuía en 6°C (11°F), a 24°C (75°F) o 36°C (97°F), también cambiaban las temperaturas corporales de los pollitos.
Sin embargo, después de 48 horas de espera, la temperatura corporal de los pollitos en los ambientes cálidos y óptimos permaneció estable, mientras que los pollitos en el ambiente más frío tuvieron una disminución de temperatura más pronunciada de 3,1°C (5,6°F).
El cambio en la temperatura de la cloaca con el tiempo, promediado a lo largo de tres ensayos, se muestra en la Figura 6.
Figura 6. Temperatura de la cloaca en pollitos con espera de hasta 72 horas a distintas temperaturas en el interior de las cajas.
La temperatura de espera no tuvo un gran efecto en la velocidad a la que los pollitos utilizaban la yema residual.
Sin embargo, una pequeña cantidad de aves en el tratamiento con frío dejaron de movilizar la yema después de 48 horas de espera. Esto hizo que la utilización de la yema a las 60 horas pareciera menor que la de los pollitos de control que se encontraban en un ambiente óptimo.
Algunos informes de la bibliografía señalan que los extremos de temperatura después del nacimiento pueden retrasar o detener la utilización de la yema.
La Figura 7 muestra la utilización de la yema en un período de 72 horas, promediada en tres ensayos.
Figura 7. Utilización de la yema residual en 72 horas después de la cosecha a tres temperaturas de espera.
La viabilidad hasta los 7 días fue diferente en cada ensayo, pero los efectos del tratamiento fueron muy similares.
En la Figura 8, las tasas de mortalidad para el tratamiento de control en cada ensayo se trataron como una línea de base unitaria, y la diferencia debido a la temperatura adversa se calculó como un incremento relativo.
Las poblaciones que permanecieron en el ambiente frío perdieron 2,7 veces la cantidad de pollitos que tenían las poblaciones que se mantuvieron a una temperatura cómoda. El ambiente cálido también incrementó las pérdidas, pero el aumento fue de solo 1,5 veces.
Figura 8. Mortalidad a la primera semana promediada a lo largo de 3 ensayos y expresada como un múltiplo de la mortalidad del tratamiento de temperatura óptima.
Aunque el transporte en un ambiente demasiado fresco es más duro para los pollitos que el transporte en un ambiente demasiado cálido, también es mucho menos probable que se produzca enfriamiento en el transporte.
Los pollitos producen calor metabólico y, al colocarse juntos en cajas, la meta es impedir que se acumule demasiado calor. No obstante, los ensayos dejaron un mensaje muy claro de que, en los esfuerzos para evitar el calor excesivo, es de vital importancia no excederse.
Consulte la tercera parte de este artículo en la próxima edición.