La importancia de un buen control de la coccidiosis hasta el sacrificio
El control insuficiente de la coccidiosis puede conducir a un deterioro del crecimiento y del índice de conversión alimenticio, sin la presencia de signos clínicos evidentes.
La coccidiosis es una enfermedad infecciosa causada por protozoos, del género Eimeria.
El parásito es específico del huésped y tiene un ciclo de vida directo. Las aves se infectan por ingestión de ooquistes esporulados
omnipresentes en las instalaciones avícolas. Una vez ingerido por el pollo, el parásito invade y se multiplica en el tracto gastrointestinal, destruyendo las células epiteliales (Reid, 1990).
La gravedad de la infección dependerá de la cantidad de ooquistes infectivos ingeridos. Los métodos intensivos de producción de la avicultura favorecen enormemente la reproducción de la Eimeria.
Hasta hoy, la coccidiosis sigue siendo ubicua y generalmente se acepta que, bajo los sistemas de producción actuales, el control de la coccidiosis sigue siendo necesario (Chapman, 1999; Reid, 1990). La coccidiosis es también uno de los principales desencadenantes de otros trastornos gastrointestinales como la enteritis necrótica, la disbacteriosis y la salmonela, entre otros.
Las aves que sufren de coccidiosis clínica mostrarán signos típicos como diarrea, excrementos con sangre e incremento de la mortalidad. El control insuficiente de la coccidiosis también puede conducir a un deterioro del crecimiento y del índice de conversión alimenticio, sin la presencia de signos clínicos evidentes (denominada coccidiosis subclínica).
En un estudio reciente, la prevalencia global de coccidiosis clínica se estima en 5% y la coccidiosis subclínica en 20% de la producción avícola mundial (Kadykalo et al., 2017).
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CONTROL DE LA COCCIDIOSIS
La introducción del primer coccidiostato ionóforo (monensina) en los años setenta ha demostrado ser crítica para el desarrollo
de la producción avícola moderna. Antes de esto, los brotes de coccidiosis eran comunes y más difíciles de tratar o prevenir, ya que solo se disponía de coccidiostáticos no ionofóricos (es decir, productos químicos o sintéticos).
Los fallos se observaron regularmente debido al rápido desarrollo de la resistencia del parásito a los compuestos químicos en uso. El uso de ionóforos ha ayudado significativamente en el desarrollo de la producción avícola y ha aumentado el nivel de salud y bienestar de los animales (Informe de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo sobre el uso de coccidiostáticos e histomonostáticos como aditivos para piensos, 2008).
La quimioterapia preventiva o el uso de forma continua de coccidiostáticos sintéticos y/o ionóforos en el pienso es la forma más común de controlar la coccidiosis.
Los coccidiostáticos sintéticos fueron los primeros en descubrirse y comprenden una gran variedad de moléculas que se absorben en el torrente sanguíneo del huésped y matan a los parásitos en desarrollo en las células epiteliales de las vellosidades del intestino (Chapman, 2016).
Los ionóforos tienen un modo de acción diferente al de los coccidiostáticos sintéticos, ya que pueden destruir las etapas móviles del ciclo de vida de la Eimeria (esporozoitos y merozoitos) en la luz intestinal o después de la penetración celular (Smith y Strout, 1979). Para ser efectivo, el ionóforo debe estar presente en la luz intestinal en el momento en que los esporozoitos están presentes. Por lo tanto, es importante evitar la interrupción de la administración del producto, ya que las aves mantenidas sobre la cama ingieren ooquistes de forma continua. Este sería especialmente el caso al final de la vida de las aves. A una edad más avanzada, los pollos de engorde son más valiosos y el consumo de alimento es más elevado (lo que representa el mayor costo para la producción de pollos de engorde). Se podría argumentarque las aves habrán desarrollado inmunidad al final de su vida, pero esto no siempre será así. Todavía pueden estar expuestos a un alto número de ooquistes y cuando no se alcanza la inmunidad para una o más de las diferentes especies de Eimeria, tendrán una salud intestinal reducida y, en consecuencia, tendrán una menor capacidad de absorción del alimento.
En los últimos años, los productores a veces reemplazan los anticoccidiales por productos alternativos (principalmente al final de la producción), pero esto puede tener graves consecuencias. Estos productos pueden tener un efecto positivo en la flora intestinal, pero no están registrados como anticoccidiales, lo que significa que no hay eficacia comprobada cuando se enfrenta a un verdadero desafío de coccidiosis. Además, los anticoccidiales están registrados como aditivos para piensos, lo que significa que deben cumplir con normas muy estrictas sobre la calidad del producto y la variación de los lotes. Esto no se aplica a estos
productos alternativos y, por lo tanto, el control de calidad está menos regulado.
Los ionóforos no están en la lista crítica o no se consideran médicamente importantes para la medicina humana (FDA, 2015) (OMS, 5a revisión 2016).
CONCLUSIÓN
Debido a la naturaleza de la producción avícola y las características de la coccidiosis, la prevención de la coccidiosis sigue siendo crucial para mantener la competitividad y garantizar el bienestar y la salud de los animales.
Tener un control eficiente de la coccidiosis hasta el final es un elemento crítico cuando se persigue la producción eficiente de pollos de engorde, y reducirá significativamente el riesgo de un desafío tardío de coccidiosis. Por consiguiente, el uso de antibióticos críticos en humana debido a la coccidiosis no aumentará.