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Uno de los actuales retos que la sociedad actual ha asumido es el de reducir el desperdicio de alimentos y garantizar la seguridad alimentaria del consumidor. Se habla de la cantidad de alimentos que se desperdician en la hostelería y supermercados, pero los estudios reales nos dicen que el 80% de esos desperdicios provienen de los hogares y tal cual se han comprado.
Hoy en día, a través de las redes sociales, algunos simplifican la situación e incitan a los consumidores a boicotear la compra de alimentos envasados. Pero la cultura del envasado es una tendencia al alza en Europa, eso sí, con sus problemas medioambientales.
Los profesionales del sector alimentario coinciden en que las soluciones para enfrentarse a este reto pasan necesariamente por el impulso de la innovación en la industria del envase y por una comunicación que permita la concienciación del consumidor.
Pero ahí existe un grave problema, debido a la falta de unificación del proceso de autorización y exigencias en materia de regulación entre normativas de diferentes países. Ello hace que se retrase la puesta en marcha en el mercado de innovaciones ya desarrolladas de envases que son capaces de liberar activos o conservantes capaces de duplicar la vida útil del producto o de envases inteligentes, útiles para comunicarse con el consumidor e indicar el estado de frescura del producto como refuerzo a la fecha de caducidad.
En el caso de los envases inteligentes, existen ya prototipos con etiquetas capaces de generar una comunicación visual lo suficientemente clara para que el consumidor, a través de indicadores de color, identifique el estado y el ciclo de vida real del alimento.
Actualmente ya se están desarrollando sensores en etiquetas para informar a las empresas, que funcionan como indicadores de tiempo-temperatura, capaces de detectar si se ha roto la cadena de frío en el transporte o en el almacenaje del producto o bien, como elementos que monitorizan el estado del alimento para saber si es momento de retirarlo del lineal de ventas. No se debe olvidar que el desarrollo de la electrónica impresa en etiquetas y envases inteligentes llegó y es otra de las grandes tendencias que veremos cada vez con mayor frecuencia para integrar mayor funcionalidad e interactividad a los envases. Llegados a este punto, no podemos eludir que la industria del consumo, y en especial la del envasado, se enfrenta a dos grandes retos que suponen una gran transformación de fondo y forma.
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