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Hace unos meses la OMS emitió un informe sobre los efectos adversos que el consumo de carne roja podría tener en la salud de los consumidores.

Además, hace unas semanas como consecuencia del calentamiento global y del cambio climático, salía a la luz pública las conclusiones de un informe publicado en la revista médica BMC Public Health por parte de unos investigadores del Reino Unido. En ellas se afirmaba que para ayudar a frenar el cambio climático habría que imponer una penalización a los productores de carne roja, pues es la ganadería que más dióxido de carbono y metano produce.

Menos mal que en dicho informe también dicen que para frenar el calentamiento climático hay que ahorrar de forma primordial en el consumo energético de fábricas, centros comerciales, hogares, aeropuertos y otros. Pero para ellos es más preocupante el daño producido por nuestras pobres vacas, siendo las responsables de la emisión de una gran parte del total del dióxido de carbono y la mayor parte del metano que se produce.

Desgraciadamente al final de muchas idas y venidas con largas jornadas de despachos, se llegará a un acuerdo para aplicar un tributo a los ganaderos, dificultando más la supervivencia del mundo agrario, mientras que la sociedad consumista (que somos todos) seguirá mirando para otro lado y buscando problemas en los demás y en cosas que no nos afecten directamente.

De hecho, el Gobierno Británico está pensando imponer un impuesto del 20% a la carne de vaca y otro de un 25% a las bebidas azucaradas ( lo que equivaldría a cobrar 40 dólares por tonelada métrica de dióxido de carbono). De esta forma podría reducir las emisiones en 16,5 millones de toneladas, pero sobre todo, según el gobierno, se podrán salvar vidas y reducir los costes derivados de los cuidados hospitalarios que, debido a una alimentación poco o nada equilibrada, tiene que aplicar a sus ciudadanos. ¡Qué buenos son los gobiernos!

Siempre hay una parte positiva en cada historia, según quién la cuente, y la de este informe se la llevan los productores de otro tipo de carne. En concreto, nuestros productores de carne del sector avícola, que podrían ver – por fin – un incremento de sus ventas si, como consecuencia de las propuestas de este informe, se aumentasen los impuestos a la producción de carne roja. Así que descansemos nuestras conciencias, después de conocer científicamente que:

¡La producción de carne de ave no perjudica al calentamiento global, al no influir en el cambio climático!

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