En la producción avícola, el alimento es un factor de importancia que constituye el mayor costo en el proceso productivo, representando entre el 65% al 70% de los costos de producción (Vaca, 2003).
Asimismo, el alimento también se convierte en un elemento que expone a las aves a una amplia variedad de factores a través del tracto gastrointestinal (Yegani y Korver, 2008), por lo que es trascendental mantener una salud intestinal que permita que se alcance un máximo rendimiento con el mínimo costo.
Cualquier agresión del intestino en el pollo, es respondida desde el aparato digestivo, desviando energía que debería ir destinada a reposición de carne o producción de huevos, a la función defensiva (Faus, 2008).
Es por ello que, un tracto digestivo saludable, con su población microbial asociada balanceada, y adecuadas secreciones enzimáticas digestivas, es esencial para obtener un buen desempeño acorde con el potencial genético del pollo (Boy, 2013).
Existen varios factores por los que la integridad intestinal específica de la capa epitelial puede ser dañada, principalmente por la presencia de virus, bacterias, hongos, parásitos y/o toxinas.
Esto va a traer como consecuencia que se vea afectado el rendimiento y la rentabilidad de las aves.
Para atenuar estos problemas se ha buscado utilizar en los alimentos diversos aditivos que prevengan enfermedades entéricas, y en consecuencia mejorar el rendimiento de los animales.
Existen varias alternativas como son el uso de antibióticos como promotores de crecimiento, probióticos, prebióticos, simbióticos, ácidos orgánicos, entre otros (Fernandes et al., 2014).
Dentro de estas opciones, los probióticos son uno de los varios enfoques que tienen potencial para reducir las enfermedades entéricas en las aves y la posterior contaminación de los productos avícolas (Patterson y Burkholder, 2003).
Los probióticos usados incluyen bacterias y algunos de sus metabolitos, siendo los microorganismos más utilizados las bacterias productoras de ácido láctico, que contribuyen al equilibrio microbiano intestinal (Juarez et al., 2010).
Entre las especies que se utilizan mayormente tenemos las siguientes:
Estas actividades en el sistema gastrointestinal van a traer como consecuencia una mejora en el rendimiento productivo de las aves y por ende mayor rentabilidad.
La exclusión competitiva es uno de los mecanismos de los probióticos que va a prevenir la colonización de patógenos mediante el establecimiento de otros microorganismos, produciendo un impacto de la microbiota intestinal en la función intestinal y la resistencia a enfermedades (Lutful, 2009).
Este mecanismo se aplica principalmente para prevenir la colonización cecal de Salmonella, pero se ha usado también contra otras bacterias, como Campylobacter (Smits et al., 1999).
La mayoría de las bacterias probióticas, por el mecanismo de la exclusión competitiva, pueden realizar un bloqueo físico de la colonización de patógenos oportunistas por adhesión, impidiendo que lo ocupen estos gérmenes nocivos.
Otras actúan mediante la secreción de proteínas que interactúan con estructuras de la superficie del patógeno, evitando su adhesión. Asimismo, pueden además competir por los nutrientes o producir cambios en el microambiente del tracto intestinal que afecta la supervivencia o invasión de los patógenos (Rosmini et al., 2004).
Los probióticos también contribuyen a mejorar la función de barrera del epitelio intestinal, afectando la secreción de mucus por aumento del número de células globulares. Igualmente, pueden generar compuestos asimilables a partir de compuestos complejos no digeribles por el ave, mediante la síntesis de nutrientes o aportando enzimas que aumenten su disponibilidad (Lutful, 2009).
Es así que, pueden alertar al sistema inmunitario y favorecer el rechazo de microorganismos infecciosos por medio de la modificación de parámetros inmunológicos como lo son la producción de inmunoglobulinas específicas de tipo A (para defensa de las mucosas), concentración de macrófagos, producción de interferón y otras citoquinas o en la activación de la fagocitosis (Blaser, 2001).
Pérez et al. en el 2012 la dieta de gallinas ponedoras, adicionó una mezcla probiótica en obteniendo un 10% más de 10% posturas y una conversión superior en huevo, por cada kilogramo de alimento, en comparación con aquellas que consumieron una dieta convencional.
Una de las preocupaciones que existe en la industria de las gallinas ponedoras es el estrés por calor, debido a que afecta el rendimiento de la producción, así como produce una alta morbilidad y mortalidad.
Es por ello que, se han realizado estudios para observar el efecto que tienen los próbioticos ante este problema.
En el 2012, Deng et al. realizó una prueba donde enfrentó a gallinas ponedoras a estrés por calor e incluyó en su dieta el probiótico Bacillus licheniformis, obteniendo como resultado una mejora sobre la producción de huevos y la salud del intestino de las aves.
Podemos concluir que el mantenimiento de la integridad intestinal en las gallinas de postura es importante para alcanzar un buen resultado en sus parámetros productivos. Es por tal motivo que, mantener una buena salud intestinal en el ave es esencial para evitar problemas sanitarios que puedan disminuir la productividad, trayendo como consecuencia una reducción de la rentabilidad.
El uso de probióticos como suplemento en la alimentación de las gallinas de postura se convierte en una gran alternativa a utilizar en la conservación de la integridad del tracto gastrointestinal.
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