La restricción del uso de antibióticos es ya una realidad que afecta también a las salas de incubación y por ello, es la bioseguridad una de las herramientas claves para garantizar una producción segura y viable tanto en la incubación como en el nacimiento de los pollitos.
Para la producción de pollitos, las operaciones de limpieza y desinfección en las salas de incubación se presentan como uno de los primeros puntos críticos a valorar dentro del correcto manejo de las incubadoras. Es de importancia señalar que, el correcto manejo de los residuos de la incubación es fundamental para el control de diversas enfermedades.
Asimismo, es necesario contar con sistemas de verificación de resultados de los procedimientos de limpieza y desinfección, así como de registro de los productos utilizados y del personal encargado de ello.
La bioseguridad y el personal de la sala de incubación
De todos es sabido que dentro de la implantación de los programas de bioseguridad, el papel que juegan los veterinarios, técnicos y operarios es de trascendental valor.
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La concienciación de la importancia de las buenas prácticas higiénicas, de la limpieza y desinfección en todo el proceso productivo, así como la formación continua e implicación de todo el personal, es la base del éxito en la implantación de los programas de bioseguridad en las plantas de incubación.
Los procedimientos dentro de los programas de bioseguridad deben cumplir tres premisas: sencillez, claridad y accesibilidad, para que todos los empleados, de cualquier nivel de preparación o tecnificación, puedan encontrarlos útiles.
Los empleados deben conocer claramente los procedimientos de seguridad y esto debe incluir el uso de ropa y calzado exclusivo para cumplir con las normas básicas, que no mínimas, de bioseguridad.
La limpieza y desinfección en las plantas de incubación
Una vez que sacamos los pollitos de las bandejas después de su nacimiento, debemos retirar de las mismas todo el plumón y los residuos de incubación que pudieran quedar.
A continuación, debemos realizar un lavado en profundidad de las máquinas, el techo, las paredes, los marcos de extractores y ventiladores, el suelo y las bandejas y carros de incubación.
Cuando el lavado de los equipos se produce a alta presión y a temperatura templada es mucho más efectivo. Además, es imprescindible retirar toda la materia orgánica posible producida en cada nacimiento antes de aplicar el desinfectante.
Posteriormente se aplicará un segundo lavado para retirar el detergente que se recomienda se efectúe también con agua a alta presión, y en el caso de que aún se detecte algo de materia orgánica, también se podrá utilizar agua caliente.
Después del paso anterior, se procede a desinfectar el equipo, las máquinas, las distintas superficies de la sala, las bandejas y los carritos de los pollitos, así como las distintas estructuras que forman parte de los equipos de ventilación y extracción de la sala.
En cuanto a la aplicación del detergente y desinfectante, se debe respetar el tiempo de actuación así como el modo de empleo y la dosis recomendada por el fabricante.
Cabe señalar que los productos a utilizar en las salas de incubación deben ser de fácil manejo para los empleados y activos en aguas duras y a cualquier temperatura.
Por otro lado, los productos empleados deben ser seguros en su uso, es decir, no deben presentar por ejemplo los inconvenientes del formaldehído. Como sabemos, después de la puesta en marcha de la Directiva Europea en julio del 2014, no podemos emplear productos desinfectantes en base a formaldehído, puesto que se le ha asociado directamente como cancerígeno.
Asimismo, los productos empleados deben ser efectivos frente a virus, bacterias, hongos, esporas y coccidios. En las incubadoras podemos encontrar microorganismos como salmonellas, estafilococos, pseudomonas, bacterias colibacilares u hongos responsables de aspergilosis o candidiasis que pueden ocasionar graves problemas sanitarios, por ello, es de vital importancia que el producto elegido para la limpieza y desinfección sea efectivo contra estos microorganismos.
Además, se recomienda que los productos empleados sean efectivos en presencia de materia orgánica puesto que siempre puede existir la posibilidad que algún residuo de la misma queda adherida a alguna superficie que posteriormente pueda entrar en contacto con el siguiente lote de animales a incubar.
Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que estas operaciones de limpieza y desinfección se llevan a cabo en instalaciones con infraestructuras caras en su construcción y mantenimiento, el producto utilizado no debe ser corrosivo sobre materiales y superficies a las dosis de empleo.
Conjuntamente, el producto utilizado no debe crear resistencias, por lo que su método de acción puede ser de vital importancia a la hora de elegirlo, siendo la acción por oxidación una de las recomendadas.
Limpieza de las bandejas y de los carros de los pollitos
Teniendo en cuanta que las cajas o bandejas entran en contacto directo con la piel y el ombligo de los pollitos, desde el punto de vista sanitario y por ende, de bioseguridad, uno de los puntos más importantes a vigilar dentro de las salas de incubación es la limpieza y desinfección de las mismas.
La onfalitis o infección del saco vitelino son dos consecuencias directas de la contaminación por bacterias de los pollitos. El resultado de esta contaminación se puede observar a los tres o cuatro días con un incremento de la mortalidad.
Por ello, la limpieza y desinfección de las bandejas y los carros donde son alojados debe contar con un protocolo o procedimiento exclusivo.
Además, después del lavado y desinfección estos elementos deben secarse completamente antes de ser almacenados. Es fundamental evitar que los pollitos sean colocados dentro de bandejas mojadas, puesto que se trata de uno de los motivos más comunes de contaminación bacteriana.
Al mismo tiempo, los carritos y sus ruedas deben ser correctamente limpiados y desinfectados para evitar las contaminaciones cruzadas.
La implantación y seguimiento de las medidas de bioseguridad establecidas en las salas de incubación, así como la implicación por parte de todo el personal, es fundamental para que la incubadora sea el espacio adecuado que garantice la producción de pollitos sanos y de alta calidad.