Repuesta post vacunal
Frecuentemente observamos casos clínicos en producción comercial donde nos cuestionamos si los cuadros observados son producto de una inmunosupresión de origen viral o de otro tipo.
Inmediatamente recurrimos a revisar las evaluaciones serológicas realizadas anteriormente para determinar si la respuesta inmune ha sido la esperada. Es decir, si detectamos los niveles de anticuerpos esperados de acuerdo con el programa vacunal establecido o si aparecen indicios de un desafío de campo. Precisamente por la importancia que tiene el acceso rápido a estos datos es necesario organizarlos de una manera eficiente.
Idealmente, esta exposición controlada debe producir efectos adversos mínimos que permitirán el desarrollo de anticuerpos neutralizantes antes un desafío de campo.
Es importante tomar en consideración que las vacunaciones, son prácticas que causan estrés, con reacciones que oscilan desde la presencia de fiebre o disminución del apetito hasta la muerte. La vacuna viva contra Colera Aviar (Pasteurella multocida) es reconocida por producir aves aletargadas, luego de su aplicación.
Las vacunas mayormente utilizadas en avicultura son las inactivadas, vivas y recombinantes:
RESPUESTA INMUNE
Durante las primeras semanas de vida, los linfocitos producidos en la médula ósea son transportados a través de la circulación sanguínea, a los órganos linfoides primarios (Bursa de Fabricio y timo).
Aquí ocurre la maduración de los linfocitos B y T. Una vez los linfocitos maduran, abandonan los órganos linfoides primarios y ocupan los órganos linfoides secundarios: bazo, glándula de Harder, y tejido linfoide asociado a los bronquios e intestinos. En el tracto digestivo se localizan las placas de Peyer, las tonsilas cecales y un agregado de células epiteliales a lo largo del tracto intestinal.
Inmunidad humoral. Las tres inmunoglobulinas más importantes producidas por los linfocitos B de las aves se denominan inmunoglobulina M (IgM), IgG o IgY e IgA. La respuesta inmune primaria es iniciada con el desarrollo de anticuerpos tipo IgM, que aparecen cerca de 4-5 días después de la exposición y que desaparecen casi completamente 10-12 días después del desafío.
La IgG es de menor peso molecular que la IgM y su producción se inicia 5 días después de la exposición con un pico de producción 2-3 semanas después de la exposición, con una declinación lenta posteriormente, representando el anticuerpo que regularmente se mide en las pruebas serológicas.
Desde el punto de vista práctico es muy importante esperar 2-3 semanas antes de tomar muestras de sangre de aves que estuvieron enfermas para detectar la presencia de anticuerpos producto de una exposición de campo.
Si se toman las muestras de sangre temprano, los anticuerpos que estarán presentes son del tipo IgM y no se podrán detectar anticuerpos elevados en las pruebas serológicas usadas rutinariamente. La IgA es considerada como un elemento crítico en el desarrollo de inmunidad local en los tractos respiratorios e intestinales.
En las aves, la IgA es transportada al hígado para almacenarse en la bilis y se encuentra presente en el suero y en las mucosas (ojos, sistema respiratorio, sistema gastrointestinal), considerándose la inmunoglobulina más importante para la protección de las mucosas.
Tanto la IgM como la IgG se encuentran en el suero sanguíneo y son detectadas en las pruebas de Elisa, aglutinación, precipitación en agar, fijación de complemento y neutralización viral.
Inmunidad celular. Los linfocitos tipo T son las células principales de la inmunidad mediada por células. A pesar de su importancia, existen pocos procedimientos para cuantificar esa respuesta, los cuales son un poco difíciles de realizar y no se utilizan de manera rutinaria.
Inmunidad activa e inmunidad pasiva. Ambos tipos se usan para prevenir enfermedades. La inmunidad activa, obtenida al aplicar vacunas vivas, es la técnica más comúnmente usada en prevención. La inmunidad pasiva se usa frecuentemente para el control de la Enfermedad de Gumboro, Encefalomielitis Aviar y la Anemia Infecciosa de los pollos.
En el caso de Gumboro, los pollitos recién nacidos son muy susceptibles a la enfermedad, si no son vacunados en los primeros días de vida, por lo cual la protección temprana es crítica.
La desventaja de la inmunidad pasiva consiste en que resulta difícil determinar el momento óptimo para efectuar la inmunización activa en el caso de una parvada de pollitos que presentan diferentes niveles de anticuerpos maternales.
Precisamente, por este motivo, compañías que producen pollitos recién nacidos, vacunan en la incubadora o en la granja, porque no confían única y exclusivamente en la presencia de anticuerpos maternales para proteger a los pollitos.
Origen de los anticuerpos maternales. Durante el paso del huevo a través del oviducto, los anticuerpos maternales (IgY o IgG) son secretados dentro del saco vitelino por los folículos secretores presentes en el tejido epitelial localizado en las paredes del oviducto de la gallina.
Durante los últimos 5-6 días de desarrollo embrionario, momento en que el embrión absorbe la yema, ocurre la mayor absorción de IgG en el embrión. La IgA se ha detectado en el huevo, pero la cantidad transferida al suero sanguíneo del pollito es baja y regularmente no se detecta.
RESPUESTA INMUNE DESPUÉS DE LA VACUNACIÓN
Existen varias pruebas serológicas usadas para determinar el efecto de la vacunación en las aves. La prueba de Elisa es una de las más comunes y prácticas. Al momento de evaluar la respuesta serológica se recomienda sangrar idealmente un mínimo de 20 muestras por parvada siguiendo el programa de evaluación sugerido en las tablas que están incluidas en este artículo.
Desafortunadamente, por razones económicas, algunas compañías solo procesan 10 muestras por caseta o parvada, dificultando así una buena evaluación.
Al evaluar la uniformidad se puede determinar si las cuadrillas de vacunación realizaron un buen trabajo. Generalmente las reproductoras pesadas, recibían vacunas vivas contra Newcastle, Bronquitis y Gumboro, seguidas de una vacunas inactivadas aplicada a las 18-20 semanas.
Este programa fue efectivo por un tiempo, pero se reportaba que los anticuerpos comenzaban a caer después de las 40 semanas en el caso de la enfermedad de Gumboro y después de las 50 semanas para Newcastle y Bronquitis.
Para evitarlo, se modificó el plan vacunal y las aves se revacunaron a las 40 semanas aproximadamente para elevar los títulos y obtener una mejor transferencia de anticuerpos maternales a la progenie.
El mayor inconveniente era revacunar aves en producción, así que se optó por aplicar dos vacunas inactivadas durante la etapa de crecimiento. Con ese objetivo se aplicaron vacunas inactivadas a las 10 y 18-20 semanas.
Posteriormente se han realizado otras modificaciones al programa de vacunación, tratando de disminuir la mano de obra utilizada. Con ese objetivo se han efectuado hasta dos vacunaciones simultáneas, en algunos casos ambas vacunas se aplican simultáneamente a las 15 semanas o a las 18 semanas.
En conclusión, es necesario establecer una manera práctica de organizar los resultados de laboratorio para determinar el nivel de la respuesta serológica después de las vacunaciones. La realización de un plan de evaluación de la respuesta vacunal similar al sugerido en este artículo permitirá determinar si la vacunación ha sido exitosa.
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AUTORES
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Humberto Marques Lipori MSc. ZootecniaEnfermedades que provocan infertilidad en machos reproductores de pollos de engorde
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Chance Bryant - Director de Servicios Técnicos En Cobb Vantress LLC.